Según los datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el índice medio de salarios (IMS) permaneció virtualmente incambiado entre mayo y junio. En términos interanuales, el incremento nominal de los ingresos se ubicó en torno a 7,5%. Esto implicó una nueva contracción en términos reales, dado que la inflación para el mes de junio fue de 9,3%.

Con este nuevo dato, el retroceso acumulado del poder de compra asciende casi a 5%, tomando como referencia el promedio correspondiente al año 2019. En otras palabras, la pérdida de poder de compra acumulada queda representado gráficamente por la diferencia entre la línea gris (la base del índice, es decir, el 100) y el resto, que reflejan la evolución del salario público, privado y general.

En el caso del sector privado, la caída interanual del salario real ascendió a 1,9% en junio (5,3% si se compara con el umbral de 2019). Dentro del sector la caída es bastante generalizada. Concretamente, el salario real sólo crece en el sector de intermediación financiera (1,2%) y en el de la construcción, aunque en este último caso el avance es marginal (0,2%). En contraposición, las mayores pérdidas respecto de junio de 2021 corresponden a los sectores de la salud (3,8%), hoteles y restaurantes (3,8%) y comercio (2,7%).

Foto del artículo 'Mercado laboral: retroceden empleo y salarios'

Por su parte, dentro de la órbita pública, el dato de junio pautó una caída real equivalente a 1,1%. En este universo, la mayor pérdida se registró en el caso de las empresas públicas (2%). En menor medida cayó el poder adquisitivo dentro del gobierno central (1%) y de los gobiernos departamentales (0,4%).

Vale destacar que la pérdida salarial se enmarca ahora en un contexto de retroceso en materia de empleo, alterando la dinámica que había caracterizado al mercado laboral durante la segunda mitad del año pasado. Durante el segundo semestre de 2021, en un macro de caída salarial sostenida, el empleo se recuperó y dejó atrás la recaída que produjo el desborde de la situación sanitaria en los primeros meses del año. De esta manera, la evolución del ingreso de los hogares estaba afectada por dos fuerzas contrapuestas: un impulso alcista vinculado a las cantidades (empleo) y una presión bajista asociada a los precios (salarios). Sin embargo, este patrón se alteró para mal en el segundo trimestre del año, dado que tanto el empleo como los salarios han evolucionado negativamente. La caída del ingreso de los hogares entre abril y junio recoge justamente esto.

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En efecto, la evolución reciente del mercado de trabajo opera negativamente sobre la masa salarial, que captura la participación de los trabajadores en el reparto de la torta y que viene perdiendo peso en un contexto de recuperación económica: el PIB creció 4,4% en 2021 y crecería en torno a 4,7% en 2022 (según se desprende de la última encuesta de expectativas económicas relevada por el Banco Central de Uruguay).