Según informó esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el PIB de Argentina se expandió 1% entre el segundo y el primer trimestre, superando levemente las expectativas de los analistas (0,7%).

La dinámica del crecimiento en el segundo trimestre

El crecimiento por el lado de la demanda

En términos desestacionalizados, es decir, depurado de los efectos asociados a la estacionalidad inherente a los distintos trimestres, el crecimiento fue generalizado entre los distintos componentes de la demanda. En particular, destacó el incremento trimestral de la inversión, que se situó en el entorno de 7,8% luego de haber crecido 2,9% durante los tres primeros meses del año. En el caso del consumo, la variación trimestral fue de 3,5% en la órbita de las familias y de 0,2% en el ámbito del sector público. En relación a la demanda externa, las exportaciones aumentaron 3,5% en el segundo trimestre, en el marco de un contexto externo muy favorable caracterizado por el elevado precio de las materias primas producto del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Foto del artículo 'Argentina: PIB creció más de lo previsto, pero perspectivas son cada vez más complejas'

En perspectiva interanual, la variación del PIB se ubicó en 6,9%. En este caso fue también la inversión el componente de la demanda con el registro más alto. Concretamente, el aumento de la formación bruta de capital fijo fue de 18,8% en relación al mismo período del año anterior. También crecieron a tasas importantes el consumo privado (10,7%), las exportaciones de bienes y servicios (9,3%) y el consumo público (5,3%). Debemos tener presente, no obstante, que la comparación interanual todavía continúa distorsionada por la situación sanitaria, dado que la base de referencia es muy baja.

El crecimiento por el lado de la oferta

Al analizar el dato desde la perspectiva sectorial, el crecimiento interanual fue generalizado, con la excepción del sector de agricultura, ganadería, caza y silvicultura, que se contrajo 5,2% frente al segundo trimestre de 2021. Quitando esta excepción, el resto de las actividades expandieron su producción. Sin embargo, los resultados fueron diversos, destacándose por su dinamismo el sector de hoteles y restaurantes (53,9%), uno de los más afectados ante la irrupción de la pandemia y las medidas de restricción a la movilidad desplegadas por el gobierno argentino. También fue importante el crecimiento del sector pesquero (24,1%) y el de explotación de minas y canteras (15,5%).

En el caso de la industria, uno de los sectores con mayor peso relativo dentro de la estructura productiva, el incremento de la actividad en el segundo trimestre fue de 7,7% (fue el sector con mayor incidencia sobre el dato trimestral, aportando 1,2 puntos porcentuales a la variación del PIB). Para el comercio y la construcción, sectores también de relevancia, las variaciones se ubicaron en 9,7% y 9,9% respectivamente.

¿Cómo viene evolucionando el mercado laboral?

De acuerdo a los datos divulgados la semana pasada, la tasa de empleo se ubicó en el entorno de 44,6% durante el segundo trimestre del año. Esta medición, que es la más alta del último año, surge del cociente entre el número de personas que están ocupadas y la población total. Si se quita del análisis la población que tiene menos de 14 años, que se considera que no está en edad de trabajar, la tasa de empleo se sitúa próxima a 56%. En el caso de la tasa de actividad, que refleja la evolución de la oferta laboral, la evolución reciente también pautó una mejora, dado que en el último año la tasa pasó de 45,9% a 47,9%. En este marco, la tasa de desempleo se mantuvo estable entre abril y junio, en el orden de 6,9%. Al analizar poblaciones específicas, el desempleo fue de 7,8% para las mujeres y de 6,1% para los hombres.

95% interanual es la estimación para la inflación de este año, según el último relevamiento de expectativas de mercado divulgado por el Banco Central de la República Argentina.

La inflación interanual continuó acelerando en agosto

En el frente inflacionario, los datos de agosto pautaron un aumento mensual del Índice de Precios al Consumo (IPC) equivalente a 7%, lo que implicó una leve desaceleración respecto al mes anterior (7,4%). Los mayores incrementos de precios correspondieron a las prendas de vestir y el calzado (9,9%) y a la categoría que nuclea bienes y servicios diversos (8,7%). Para los alimentos y las bebidas no alcohólicas, el aumento fue de 7,1%. Si bien el resto de los rubros de la canasta registraron saltos más moderados, en ningún caso fueron menores del 4,1% mensual. En el acumulado del año, los precios aumentaron 56,4%.

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Pasando a la comparativa interanual, el dato de agosto arrojó una aceleración adicional del crecimiento de los precios: la inflación exhibió un nuevo empuje y se encuentra ahora cercana al 79% (7,5 puntos porcentuales por encima del registro de julio).

Según los sondeos iniciales del sector privado, la inflación de setiembre ya tendría un piso de 6% mensual. A modo de ejemplo, varias consultoras estiman que durante la primera quincena del mes el incremento de los precios ya supera el 7%. Según la última encuesta de expectativas del BCRA, el dato mensual de setiembre se ubicaría entre 6,5% y 6,8%, lo que deja un panorama complejo para lo que resta del año.

¿Qué se puede esperar a corto plazo?

Si bien la dinámica de agudo deterioro que tuvo lugar durante la mitad del año ante los cambios en la órbita del Ministerio de Economía se interrumpió parcialmente tras la asunción de Sergio Massa como “superministro”, los desafíos de corto plazo siguen siendo muy complejos.

Dentro de las buenas noticias, destaca el anuncio que realizó el Fondo Monetario Internacional (FMI) la semana pasada sobre el acuerdo alcanzado a nivel técnico con las autoridades argentinas en el marco de la segunda revisión del acuerdo que tienen vigente. Si bien resta la aprobación del directorio de la institución, una vez completado el proceso el país podrá acceder a un nuevo tramo de fondos (3.900 mil millones de dólares).

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De acuerdo al comunicado emitido por el organismo, “las recientes y decisivas medidas de política destinadas a corregir reveses anteriores están ayudando a restaurar la confianza y fortalecer la estabilidad macroeconómica, incluso mediante la reconstrucción de las reservas internacionales”. Por este motivo, los objetivos establecidos en la aprobación del acuerdo, incluidos los relacionados con el déficit fiscal primario y las reservas internacionales netas, se mantendrán incambiados hasta finales del año próximo.

Pese a lo anterior, el FMI alertó que, si bien la mayoría de los objetivos del programa se cumplieron, ese no fue el caso para el piso establecido para las reservas internacionales, que se vieron afectadas por un volumen mayor de importaciones y por los retrasos en el apoyo oficial externo. Cabe recordar que en el plano fiscal el programa prevé el cumplimiento de un objetivo de déficit primario de 2,5% del PIB para este año y de 1,9% para el siguiente.

Por el lado de las malas noticias, destaca el cambio de las condiciones externas que se está consolidando actualmente y que supone un escenario más restrictivo para las economías de la región y los países emergentes. Como se analizó en otro artículo de esta edición, el combate a la inflación por parte de los principales bancos centrales del mundo presionará el dólar al alza y elevará el costo del endeudamiento en los mercados internacionales, introduciendo presiones bajistas sobre el precio de las materias primas. Y no sólo eso: la contracción monetaria necesaria para reencauzar la inflación está ejerciendo presión a la baja sobre el crecimiento mundial, como evidencian las correcciones negativas que han sufrido las proyecciones para los principales motores de la economía global (China, Estados Unidos y Europa).1

A la luz de lo anterior, los analistas relevados por el BCRA a fines de agosto prevén un crecimiento de 3,6% para este año, lo que supone una mejora de dos décimas en relación al relevamiento previo. En contraste con lo anterior, la visión para 2023 es un poco más pesimista de lo que era hace un mes. Puntualmente, las proyecciones se recortaron en cinco décimas y apuntan ahora a una modesta expansión del 1%.

En el caso de la inflación, la actualización del relevamiento fue netamente negativa, tanto para este año como para el siguiente. En relación al primero, los analistas estiman una inflación de 95% para este año, lo que supone una revisión alcista de casi cinco puntos porcentuales frente a la encuesta de julio. “Quienes mejor pronosticaron esa variable para el corto plazo esperan en promedio una inflación de 99,4%”, advierte el informe. En el caso de 2023, la estimación de la inflación saltó de 76,5% a 84,1%


  1. “Los dolores del combate inflacionario y sus implicancias regionales”. la diaria