El mercado laboral se mantuvo relativamente estable durante noviembre, con una leve mejora de la tasa de empleo y de actividad medidas a partir de la tendencia ciclo (es decir, una vez considerados los efectos irregulares y estacionales). En relación con el mes de octubre, la variación de la tasa de actividad (que da cuenta del comportamiento de la oferta laboral), fue levemente superior a la correspondiente a la tasa empleo (que registra los vaivenes de la demanda de trabajo). La estimación puntual para la primera se ubicó en 62,4% y fue 57,5% en el caso de la segunda.

Respecto a este último indicador, los datos de noviembre arrojaron un incremento mensual del número de ocupados, manteniendo la tendencia observada durante setiembre y octubre. Esto corta una racha de seis meses de retroceso y supone que, en el acumulado del año, el empleo se ha mantenido estancado sin avances adicionales respecto a lo observado durante el segundo semestre de 2021.

El desempleo, por su parte, se mantuvo relativamente estable, apenas por debajo de 8%. Según estos últimos datos, son aproximadamente 140.800 las personas que buscaron empleo activamente durante noviembre y no lo consiguieron.

Asimismo, la desagregación geográfica de la información evidencia que la tendencia positiva en materia de empleo y de actividad alcanzó tanto a Montevideo como al interior. Ampliando la mirada hacia los últimos meses, la recuperación del empleo viene siendo mayor en el interior del país. En este caso, la tasa de empleo permanece por encima del umbral prepandemia, cosa que no ocurre para la capital.

Apertura de los datos por sexo

Según el informe diferencial divulgado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) la semana pasada, el desempleo fue 7,0% para los hombres y 8,7% para las mujeres. En relación con el empleo, los datos no arrojaron innovaciones relevantes en el mes, manteniéndose una brecha de 15,5 puntos porcentuales (p.p.) entre las respectivas tasas (65,6% y 50,1% respectivamente). Algo similar se desprende del análisis de la oferta laboral, que muestra una brecha equivalente a 15,6 p.p. entre ambos sexos. En el caso de los hombres la tasa de actividad fue de 70,5%, mientras que para las mujeres se situó en el entorno de 54,9%.

Por su parte, la informalidad fue mayor entre los hombres que entre las mujeres (21,8% y 19,3%), y ocurrió lo contrario con el subempleo (7,3% y 10,4%). Vale recordar que los subempleados pertenecen a la población ocupada, pero trabajan menos horas de las que desearían.

Apertura por ascendencia

Analizando la información a la luz de este criterio, la menor tasa de empleo fue la correspondiente a las personas que se perciben de ascendencia “blanca”, que ascendió a 57,4%. En el caso de la población “afro/negra” esa cifra alcanzó el 58,6%, y fue 57,9% para el resto de la población.

Un ordenamiento similar se desprende al analizar la oferta laboral, siendo mayor la tasa de actividad para las personas de ascendencia afro/negra (65,8%). En el caso del desempleo, la tasa más baja registrada en noviembre fue la de la población blanca, con una diferencia importante en relación al resto. Concretamente, la tasa de desocupación en este caso se estimó en 7,2%, más de 3 p.p. por debajo de los otros dos registros.

En lo que hace a la calidad del empleo, la informalidad fue mayor para la población afro/negra (23,4%), mientras que el subempleo afectó en mayor medida a las personas que se perciben de “otra” ascendencia étnico-racial (12,9%).

¿Qué pasa con la desagregación por edades?

Sin cambios significativos, los datos de noviembre continúan evidenciando una fuerte heterogeneidad cuando se desagregan según tramos etarios. En particular, los datos agregados del mercado laboral ocultan brechas muy relevantes entre los jóvenes y el resto de la población. En materia de actividad, la mayor diferencia se da entre quienes tienen entre 14 y 24 años (41,2%) y quienes pertenecen a la franja que va desde los 30 a los 34 años (91,3%).

Sucede lo mismo con el empleo, en tanto el primer grupo registró en noviembre una tasa de 30,5% y el segundo de 86%.

Como resultado de estos fuertes contrastes, el desempleo afecta desproporcionadamente a las personas más jóvenes, que históricamente han enfrentado dificultades mayores para insertarse en el mundo laboral. Concretamente, el desempleo afectó en noviembre al 26% de las personas que tienen menos de 24 años, siendo, en promedio, menor a 5% para los mayores de 30 años.

Naturalmente, los problemas estructurales que caracterizan a la inserción laboral de los jóvenes no se restringen a los principales indicadores, sino que tienen un alcance generalizado en materia de ingresos, condiciones laborales y calidad de empleo.

A modo ilustrativo, los datos del Instituto Cuesta Duarte indican que el problema de los salarios sumergidos es particularmente acuciante para este grupo de población, dado que cerca de 60% de los jóvenes perciben salarios líquidos inferiores a los 25.000 pesos por una jornada laboral de 40 horas semanales. Para el total de los asalariados, ese guarismo asciende a 29%. Es más, 13% de los asalariados pertenecientes a este grupo etario no alcanza a ganar 15.000 pesos al mes.

Los datos por nivel educativo

La segmentación en base a este criterio también da cuenta de importantes heterogeneidades al interior de la población, que además se profundizarían producto de los cambios que se están procesando en el mundo del trabajo al influjo de los desarrollos tecnológicos.

Entre quienes tienen ciclo básico incompleto o menos, la tasa de actividad y empleo se ubican actualmente en torno a 47,7% y 43,2% respectivamente. El desempleo, por su parte, está en el entorno de 9,4%.

En el otro extremo, el segmento que agrupa a las personas con estudios terciarios completos registró en noviembre una tasa de actividad equivalente a 80,1%, y una tasa de empleo de 78,8%. Para este último caso, el desempleo no supera el 2%.

Con relación a esta problemática, cabe recordar dos conclusiones que se desprenden de la última encuesta de expectativas empresariales elaborada por la consultora Exante. Por un lado, sólo tres de cada diez ejecutivos prevén que su empresa empleará a más trabajadores en 2023.

Por el otro, al ser consultados por los motivos que están frenando las decisiones de contratación, la respuesta con mayor cantidad de menciones refiere a la “disponibilidad de tecnologías ahorradoras de mano de obra” (63%). En este sentido, la “incorporación de tecnología” permanece como uno de los tres desafíos principales identificados por los gerentes de las empresas que forman parte de la muestra.

¿Qué podemos esperar a corto plazo?

Además de las pistas que surgen del relevamiento de Exante, el Banco Central divulgó la semana pasada su última encuesta de expectativas económicas. Como sucede en marzo, junio y setiembre, el relevamiento de diciembre incorpora dimensiones adicionales que recogen las perspectivas de los analistas para el mercado laboral.

Según los agentes consultados, en el corto plazo no se registrarían variaciones relevantes ni para el empleo ni para el desempleo. En el caso del primero, el año cerraría con una tasa en el entorno de 57%, que se incrementaría cinco décimas durante 2023 y permanecería en ese nivel durante 2024.

Como fue mencionado, el empleo se estancó durante el año pasado. Sin embargo, como señaló Nicolás Cichevski, gerente de CPA Ferrere, el promedio de 2022 cerrará con unos 32.000 ocupados más respecto al promedio correspondiente al año anterior, “aunque ello será enteramente efecto arrastre (el empleo se creó a fines de 2021)”. En esa línea, y también considerando promedios anuales, el año terminaría con 31.000 ocupados más que en 2019.

En el caso del desempleo, la mediana de las respuestas sugiere que la tasa permanecería estable en torno a 7,9% entre 2022 y 2024.

Foto del artículo 'Mercado laboral: evolución reciente y perspectivas'

¿Qué pasó con los salarios?

Según reportó el viernes el INE, el salario real continuó recuperándose durante noviembre. Concretamente, el poder de compra aumentó 1,1% en términos interanuales, dado que el aumento del Índice Medio de Salarios (9,6%) fue mayor que el del Índice de Precios al Consumo (8,5%).

El aumento del salario real se dio tanto en la órbita del sector privado (1,4%) como del público (0,5%). En el caso del primero, la variación fue positiva para casi todos los sectores relevados por el INE, con la excepción de restaurantes y hoteles, que registró un retroceso interanual de 4%. En contraposición, la mejora del poder adquisitivo fue mayor en el caso de la salud (3,3%), la enseñanza (2,8%) y en el sector de transporte y comunicaciones (2,2%).

A pesar de lo anterior, el 2022 cerraría con un retroceso adicional, encadenando así tres años consecutivos de pérdida de poder adquisitivo. Según las últimas estimaciones del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), la contracción sería de 0,6% si se toman los promedios de 2021 y 2022. En el caso del año que comienza, las estimaciones sugieren un incremento anual en el entorno del 1%.

Foto del artículo 'Mercado laboral: evolución reciente y perspectivas'

Por último, es importante destacar que el Índice Medio de Salarios Nominales (ISMN) acumuló un aumento equivalente a 9,7% en lo que va del año (y de 10% frente a noviembre de 2021), dado que este es el indicador utilizado a efectos del ajuste parcial de las jubilaciones y pensiones.