Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa.
Hoy por la tarde anduvo, entre papeles [...] y no halló nada.
“Guitarra negra”
Han pasado unos días ya. Dicen que el tiempo coloca paso a paso todo en su lugar. Se ha ido Danilo Astori, un protagonista ineludible de la construcción democrática de Uruguay, referente del pensamiento económico.
Ha dedicado su vida a la actividad política pública, en búsqueda permanente, consistente y comprometida con dos principios sobresalientes. La concepción de la política como herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida de la gente, y, dentro de ella, un modo particular de ejercerla, desarrollando y compartiendo pensamiento sin medir costos electorales (la convicción es más fuerte). Además, ese modo de transitar conlleva el segundo principio, el respeto al disenso, la apertura al diálogo, la asunción de la responsabilidad siendo gobierno, pero sobre todo el tipo de responsabilidad que se debe asumir en tiempos de oposición.
En una de las portadas de la extinta revista Tres Astori presentó ese modo con claridad: “Si tiramos piedras en oposición, no podremos esperar otra cosa que piedras cuando seamos gobierno”. En oportunidad de lanzar su segunda precandidatura presidencial, dijo: “Hay discursos radicales que no llegan ni a cambios moderados, y hay discursos moderados que producen cambios radicales”. Estas dos expresiones son una síntesis plena de aquellos dos principios rectores. Y vaya si su accionar de abordaje moderado produjo en gestión cambios radicales. Con sus luces y sombras, como toda gestión. Rescato haberle escuchado públicamente, sin estridencias, sin miedo a las palabras y sin plural mayestático disoluble: “Me equivoqué”.
Los dos principios mencionados, esencias de la vida democrática, básicos, y que seguramente en el plano de la teoría obtengan amplios apoyos, paradójicamente en la práctica no han logrado seducir en tiempo y forma a la mayoría del electorado. Por ello creo, entre otras cosas, que sus aportes harán falta, en momentos en que parecería que las democracias caminan premiando discursos de fragmentación, “bunkerización”, simplificación y banalización de valores republicanos.
Una vida con propósito, más que al qué te has dedicado es el cómo y el por qué lo has hecho. Las motivaciones, la fidelidad a lo que uno cree, el actuar en consecuencia. La dedicación con pasión y la entrega del recurso más preciado de cualquier ser humano: su tiempo, ese mismo que el pasado viernes se agotó. Aceptar hacerlo de este modo implica asumir riesgos y desafíos, y asumir que ese tiempo será volcado por vocación a causas comunes, relegando de algún modo las personales. Los mensajes de reconocimiento surgidos espontáneamente a nivel local y regional hablan de que el tránsito por esta vida ha dejado huellas, aquellas que indican caminos.
Para quienes hemos hecho de las ciencias económicas nuestra profesión o afición, será siempre un punto cardinal de referencia. Ha desarrollado con precisión pensamiento. En el diseño de política económica, la relevancia de los equilibrios macroeconómicos, no como una devoción abstracta, sino orientados al servicio del bien común, y en particular al servicio de los más postergados.
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa, hoy por la tarde anduvo, entre papeles, apuntes, ideas, sentimientos y no halló nada.
Danilo Astori ha ingresado en la historia de nuestro país, en un lugar reservado, de un modo tal, que la muerte no lo ha encontrado.