Durante el tercer trimestre la economía uruguaya se expandió 1% en términos trimestrales (y evitó una nueva recesión), pero se contrajo 0,2% con relación al mismo trimestre del año anterior. De esta manera, la evolución de la actividad estuvo alineada con lo anticipado previamente por el nuevo indicador mensual de actividad económica (IMAE) que comenzó a divulgar el Banco Central del Uruguay (BCU) (ver recuadro). Considerando el acumulado del año, es decir, tomando el período enero-setiembre, la economía muestra una caída de 0,4% interanual.

Foto del artículo 'El desempeño reciente de la actividad y las perspectivas para 2024'

Desempeño trimestral diverso

Como fue señalado, la variación trimestral del PIB entre el segundo y tercer trimestre ascendió al 1%. Este análisis, que es distinto al realizado desde la perspectiva interanual, supone desestacionalizar los datos publicados por el BCU – “sacarle” la estacionalidad propia de la dinámica diferenciada que tienen los trimestres–, dado que en el informe oficial no se explicitan más que las variaciones interanuales.

En el caso de la oferta, el análisis trimestral revela también situaciones diversas. Naturalmente, destaca el fuerte crecimiento del agro (superior al 25%), dado el retroceso que se había registrado en el segundo trimestre con motivo del impacto del déficit hídrico. Algo similar sucedió con el sector de electricidad, gas y agua, que se contrajo en términos interanuales, pero que creció con relación al segundo trimestre. Desde esta perspectiva, se expandieron levemente los servicios financieros y se mantuvieron virtualmente estancados los sectores de comercio, transporte, almacenamiento y comunicaciones.

En el caso de la demanda, las variaciones trimestrales fueron positivas para el gasto de consumo, tanto público como privado, y también para las importaciones. La inversión y las exportaciones, por el contrario, también se contrajeron desde esta perspectiva. El retroceso fue mayor en el caso de la inversión, que se replegó cerca de un 3% desde el segundo trimestre. En otras palabras, para los componentes de la demanda, el signo de los cambios se mantuvo con relación a lo analizado desde la óptica interanual.

Oferta: desempeño sectorial heterogéneo

Desde la perspectiva de la oferta, es decir, analizando el desempeño de los distintos sectores de actividad, el desempeño interanual fue heterogéneo. Por un lado, y como era esperable, el sector de energía eléctrica, gas y agua se contrajo 11,3%, recogiendo la incidencia de una menor generación de energía eléctrica. La actividad de la construcción, por su parte, cayó 8,3%, afectada por la disminución de las obras correspondientes a la tercera planta de celulosa y al Ferrocarril Central. También cayeron las actividades profesionales, el comercio y la industria. En este último caso, parte de la contracción estuvo asociada al cierre por mantenimiento de la refinería de Ancap.

Por otro lado, el sector con mejor desempeño desde la perspectiva interanual fue el agropecuario, que mostró un crecimiento de 9,6% –había caído más de 27% en el segundo trimestre–. Detrás de este empuje incidió el mayor valor agregado de las actividades pecuarias –extracción de ganado y remisión de leche– y silvícolas –rolos con destino industrial–. También se expandieron los sectores de servicios financieros (3,7%), transporte y comunicaciones (2,6%) y la administración pública (2%)

Demanda: fuerte retroceso de la inversión

Desde el enfoque del gasto, el desempeño durante el tercer trimestre también fue dispar. Tanto el consumo privado como el público crecieron en términos interanuales 3,4% y 2,7% respectivamente. Según indica el informe del BCU, la expansión del gasto de las familias se explicó por el incremento del gasto durante los viajes de turismo en el exterior, principalmente hacia Argentina, así como por el consumo de servicios de transporte de pasajeros y vehículos automotores.

En contraposición, cayeron las exportaciones (9,2%) y la inversión (11,3%). En el primer caso, el mal desempeño estuvo vinculado a la caída de las colocaciones de bienes, producto de menores ventas de soja y vehículos. Sin embargo, las exportaciones de servicios también cayeron, destacándose la disminución de los servicios de tecnologías de información y de otros servicios profesionales, técnicos y empresariales. En el segundo caso, la contracción de la inversión reflejó la reducción de la inversión en las obras de la tercera planta de UPM y del Ferrocarril Central –la contracara de lo sucedido con el sector de la construcción–.

Síntesis y perspectivas

En línea con lo previsto, la economía uruguaya repuntó durante el tercer trimestre y evitó una nueva recesión, aunque el PIB se mantuvo por debajo del nivel que tenía un año atrás.

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Con relación a las perspectivas, el crecimiento continuaría durante el cuarto trimestre y cerraría el año con un magro desempeño. De acuerdo con la última encuesta de expectativas del BCU, la economía exhibiría una expansión de apenas 0,7% en 2023, aunque esta cifra podría revisarse a la baja en la próxima edición del relevamiento.

De cara a 2024, la actividad mostraría un mayor dinamismo, dado que los factores transitorios que afectaron negativamente el desempeño este año ya no operarían, especialmente la sequía.

En lo que refiere al escenario internacional, las últimas novedades, en particular de Estados Unidos, sugieren que el panorama podría ser menos adverso del previsto meses atrás. Concretamente, la Reserva Federal indicó días atrás que empezaría a reducir las tasas de interés de forma más acelerada que lo que había insinuado hace unos meses en un contexto de mayor inflación. Esto supone una buena noticia para las economías emergentes, dado que implica condiciones financieras más laxas –o, al menos, no tan restrictivas–.

No obstante, el panorama regional continuará siendo complejo, especialmente por el lado de Argentina, que seguirá enfrentando una incertidumbre e inestabilidad inusitadamente elevadas y que ingresará en una fuerte recesión producto del ajuste fiscal promovido por el nuevo gobierno. Según los datos difundidos el viernes por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, el PIB cayó 0,8% interanual en el tercer trimestre, pero se expandió 2,7% frente al segundo. Dada la magnitud de los ajustes anunciados, este dato no resulta muy informativo para pensar en términos prospectivos, pero es el punto de partida sobre el que comenzará a pesar la afectación profunda que se materializará a partir del cierre del año. Según la última encuesta de expectativas relevada por el Banco Central de la República Argentina, los analistas estiman que la economía finalizará este año con un retroceso de 1,4%, y que se contraerá 2,4% en 2024. Como la consulta se realizó a fines de noviembre, las proyecciones aún no dan cuenta del impacto que tendrá el paquete de medidas anunciado por Luis Caputo; es un escenario de mínima.

Desde el lado de Brasil, las noticias no serían malas, aunque tampoco lo suficientemente buenas como para impulsarnos. En otras palabras, se espera una mejora de la economía vecina, pero con escasos derrames sobre nuestro país. Según la última consulta efectuada por el Banco Central de Brasil, el PIB crecería 2,9% este año y 1,5% el siguiente.

Un indicador adelantado para el PIB

A diferencia de Argentina y Brasil, Uruguay no contaba con un indicador adelantado para anticipar la trayectoria del PIB y acortar el rezago que tiene la información oficial de Cuentas Nacionales (marco metodológico de la medición). Sin embargo, desde noviembre el BCU comenzó a divulgar el indicador mensual de actividad económica (IMAE). Este indicador “permite a los hacedores de política, los analistas del sector privado y la academia contar con un indicador de alta frecuencia oportuno y confiable, que refleja la evolución de la actividad económica”. El IMAE se publica el último día hábil de cada mes, con un rezago de 60 días, es decir, acorta la brecha de información en un mes.

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