¿Qué podemos esperar en materia de crecimiento?

Según la ministra Azucena Arbeleche, que expuso el miércoles sobre el balance y las perspectivas macroeconómicas, la economía uruguaya habría cerrado el año pasado con un crecimiento en el entorno del 5%. El dato de 2022 todavía es una estimación, dado que las cifras oficiales serán divulgadas el próximo mes por parte del Banco Central del Uruguay (BCU).

De acuerdo con las proyecciones del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), las exportaciones habrían sido el motor principal del crecimiento durante el año pasado, con una expansión anual récord próxima al 17%. Sobre este punto, es importante tener en cuenta que las ventas al exterior tuvieron un comportamiento bien diferenciado a lo largo del año, con registros que fueron históricamente altos durante los primeros nueve meses, pero que luego se tornaron negativos sobre el último tramo ante el deterioro del escenario internacional y la profundización de los problemas de competitividad que arrastra el país.

En el caso de la inversión, que fue el otro motor de la recuperación pospandemia, la estimación del MEF sugiere un incremento de 8,6% durante 2022, lo que pauta una desaceleración con relación al registro observado durante el año anterior (15,2%). Para el consumo privado, por su parte, las cifras presentadas sugieren una aceleración del crecimiento, que se habría situado levemente por encima del 6% (en 2021 este componente se había expandido 2,3%).

Sobre esta base, el gobierno estima una expansión del 2% para este año, advirtiendo que la cifra está sujeta a una importante incertidumbre producto del impacto asociado al déficit hídrico que atraviesa actualmente el país. Cabe notar, además, que lo anterior supone un recorte de un punto respecto al crecimiento que estaba previsto en el marco de la última Rendición de Cuentas.

Según un informe elaborado por la Oficina de Programación y Política Agropecuaria, el impacto directo asociado a la sequía sería de al menos 1.175 millones de dólares, lo que representa el 1,9% del PIB (y el 25% del PIB del sector). A esa cifra se llega sumando el impacto sobre la lechería (100 millones de dólares), la ganadería de carne (440 millones de dólares), las praderas perdidas (145 millones de dólares) y la agricultura de secano (490 millones). Como indicó días atrás la empresa SEG Ingeniería: “En los últimos tres años, los aportes hídricos en Uruguay se han mantenido muy por debajo del promedio histórico... Tomados en conjunto, el trienio 2020-2022 es el de peores aportes hídricos desde 1947”.

Por otra parte, las expectativas de los analistas, que fueron relevadas en el mes de febrero por el BCU, indican que el PIB habría crecido 5,5% el año pasado, y que crecería 2,5% durante el año en curso (esto último implica una revisión a la baja de cinco décimas). En efecto, la economía uruguaya se enfría luego del rebote pospandemia y comienza a converger hacia su crecimiento potencial, que a todas luces resulta insuficiente para abordar los desafíos que están pendientes en varios frentes.

De hecho, son varios los indicadores que evidencian que el dinamismo de la actividad se frenó sobre el último tramo del año y deja magras perspectivas para lo que viene. A modo ilustrativo, este es el caso de las exportaciones de bienes, la industria manufacturera, la actividad comercial y la recaudación impositiva. En todos los casos, los promedios anuales “esconden” que al cierre del año la economía uruguaya no tuvo un buen desempeño.

Foto del artículo 'La economía uruguaya y sus expectativas'

Las perspectivas para los precios

Según la encuesta de expectativas de inflación relevada por el BCU, el ritmo de crecimiento de los precios al consumo continuaría moderándose en los próximos 24 meses. Concretamente, la inflación estimada para este año se ubicaría en el entorno de 7,2%, lo que implica una leve corrección al alza con relación al relevamiento previo. Para el próximo año, la inflación proyectada por el conjunto de analistas asciende a 6,7%.

Sobre esta dimensión, la ministra recordó durante su presentación que las proyecciones oficiales se ubican en 6,7% para este año y en 5,8% para el que viene, como fue establecido en la última Rendición de Cuentas.

Al conjunto de visiones en torno a la trayectoria esperada para los precios podemos sumar la de los empresarios, que fueron recogidas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su encuesta mensual de expectativas. De acuerdo con ellos, que son quienes tienen el rol más relevante desde el punto de vista de la formación de precios, la inflación será mayor de la prevista por el gobierno y también por los analistas. Puntualmente, los empresarios esperan una inflación de 8,5% para este año y de 8% para 2024.

De esta manera, sólo el gobierno estima que la inflación logrará ingresar dentro del rango meta en un horizonte de 24 meses (el techo del rango pasó de 7% a 6%). Esta discrepancia es relevante, en particular de cara a la próxima ronda de negociación colectiva y a la luz del compromiso asumido de llevar el salario real al nivel que tenía en 2019 (hoy está más de tres puntos por debajo).

Debe tenerse presente, además, que la sequía podría impactar al alza sobre los precios, encareciendo principalmente las frutas y las verduras. Si bien no es esperable que se repitan los incrementos de precios observados durante el año pasado, en particular a nivel de la carne, los panificados y los combustibles, lo anterior implica un riesgo al alza sobre la trayectoria futura de la inflación.

Por último, vale destacar que el BCU decidió mantener incambiada su tasa de referencia en 11,5%. Si bien el Comité de Política Monetaria no anticipó modificaciones para sus próximas reuniones, indicó que “evalúa favorablemente la evolución reciente de las expectativas de inflación y tendrá en cuenta su convergencia futura como guía de las decisiones de política, con el objetivo de que las mismas converjan al rango meta hacia el final del horizonte de política monetaria”.