“La economía más grande de Latinoamérica viene desempeñándose sistemáticamente mejor de lo previsto”, destacó días atrás Bloomberg en una nota que aborda la dinámica reciente de la actividad, el comercio y los principales balances macroeconómicos.1 En su visión, Brasil “puede estar al comienzo de un ciclo virtuoso: condiciones internacionales favorables, inflación y tasas de interés en retroceso, y un entorno político más constructivo”.
En una línea similar discurrió el análisis de la economista Alicia Corcoll, de la consultora Exante, que en diálogo con el programa En perspectiva de Radiomundo2 desentrañó los distintos factores que están detrás de la mirada más optimista sobre las perspectivas de la economía brasileña.
El crecimiento acelera y sorprende
Comenzando por la actividad, los datos del primer trimestre arrojaron un crecimiento de 1,9% en términos trimestrales, lo que implica una expansión de 4% frente a igual período del año anterior. Estos datos son mejores que los observados meses atrás y mejores con relación a lo esperado, lo que sugiere que por tercer año consecutivo la economía crecería por encima de lo proyectado.
Respecto a esto, Corcoll destacó que, en contraste con lo que sucede en Uruguay y en Argentina, la sequía no ha tenido una afectación generalizada: “El dato de PIB en Brasil del primer trimestre recogió una suba en torno a 20% del sector agropecuario mirado en sentido amplio, que es un aumento enorme”. Y agregó que, si bien los servicios también están creciendo, no es el caso del sector industrial, que muestra una situación de estancamiento.
Por el lado de la demanda, destacó el dinamismo exportador, que es la contracara del buen desempeño del sector primario. Sobre este punto, que también está asociado a la mayor demanda por parte de China, Bloomberg indicó que el superávit comercial marcó un récord en los últimos 12 meses. Sin embargo, como evidencia el comportamiento del consumo y de la inversión, el componente interno de la demanda viene rezagado. El “gasto interno está flojo”, enfatizó la economista de Exante en referencia al desbalance que muestra el crecimiento.
Un combate exitoso contra la inflación
En el marco de una política monetaria dura, que generó más de un cortocircuito entre las autoridades del Banco Central de Brasil (BCB) y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la inflación ha venido desacelerándose de forma pronunciada luego de alcanzar el 12% durante abril del año pasado. El último dato, correspondiente a mayo, la ubica en el entorno de 3,9%, el nivel más bajo de los últimos tres años. La inflación brasilera es “más baja que la de la mayoría de sus países pares o, incluso, [que] la de países más ricos, como Estados Unidos, Canadá o Australia, y es dos tercios de la inflación general de la eurozona”, acotó el corresponsal de Bloomberg.
En ese sentido, el BCB reaccionó tempranamente y de forma agresiva ante el resurgimiento de la inflación en la pospandemia y llevó la tasa de interés de referencia (tasa Selic) hasta 13,75%. Esto convierte a Brasil en el país “con la tasa de interés real más alta del mundo, con casi 10%”.
Ahora bien, con la inflación a la baja y las expectativas ancladas, el BCB tiene relativa holgura para comenzar a desandar ese camino restrictivo y contribuir a impulsar el consumo de los hogares y la iniciativa en materia de inversión mediante el recorte de la tasa. Esto es, de hecho, lo que se desprende del último relevamiento de expectativas: los agentes encuestados por el BCB esperan una reducción de 125 puntos básicos para este año. Además, una inflación más baja impacta positivamente sobre el poder de compra de los salarios, lo que también contribuirá en esa misma dirección.
En este contexto, y pensando en clave uruguaya, el real se ha venido apreciando durante los últimos meses y cotiza actualmente en torno a 4,8 reales. Sin embargo, la moneda continúa muy depreciada en términos reales. Sobre este fenómeno, Corcoll enfatizó que esto tiene “implicancias para nosotros en materia de comercio exterior, en materia de turismo y en lo que hace al comercio de frontera” y destacó los riesgos asociados a fugas adicionales de demanda. “En Exante esperamos un buen año para el consumo en Uruguay, pero va a haber más gasto en viajes y un desvío importante de consumo hacia la región”.
Las perspectivas
Según la última encuesta de expectativas, Brasil crecería 1,8% este año y 1,3% el próximo. Sin embargo, el punto de la nota de Bloomberg se estructura, justamente, en torno a la disociación que han tenido las proyecciones de los agentes y el crecimiento efectivamente observado. Esto sucedió en 2021 y también en 2023, y, a juzgar por los últimos datos, sucedería también este año. En ese sentido, y más allá de las magras previsiones que se desprenden de ese relevamiento, la realidad puede terminar siendo más brillante para la economía más grande de la región.
A este respecto, en la visión de Bloomberg, Brasil se ha beneficiado “de su apertura a las nuevas tecnologías, los recientes proyectos de infraestructura, la expansión de sus mercados de capital y un entorno empresarial más sofisticado. Todo esto sustenta una economía que está lista para despegar”.
Sin embargo, hay que tener presente que ese optimismo puede no llegar a materializarse en los hechos, como ya ha sucedido en el pasado. Las dos portadas que sacó la revista británica The Economist hace más de una década son ilustrativas de este fenómeno y le confieren un sentido de déjà vu: primero un Cristo redentor en pleno despegue, como si fuera un cohete, y más tarde un Cristo redentor en pleno aterrizaje forzoso con los motores quemados. Esperemos que esta vez sea distinto.