De acuerdo al informe que presentó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), este miércoles, el resultado fiscal del sector público a diciembre de 2023 se ubicó en -3,0% del producto interno bruto (PIB), cifra que se ajusta al PIB estimado en la Exposición de Motivos de la Rendición de Cuentas de 2022.

Nicolás Cichevski, economista de CPA Ferrere, dijo a la diaria que el déficit fiscal se redujo de acuerdo a lo esperado y se alineó a la proyección fijada en la Rendición de Cuentas, que fue de -3,2%. “El déficit rondó el 4%, pero es una rebaja en términos generales previsible, esperable”, explicó el experto.

En esa línea, el economista destacó que los principales shocks en las finanzas públicas se debieron a la sequía y a la inestabilidad económica en Argentina, que, entre otros factores, tuvieron como consecuencia una caída de la actividad económica y de la recaudación de impuestos, lo que se cristalizó en la baja de la recaudación bruta de la Dirección General Impositiva (DGI) en 1,3%.

En cuanto a la variación en la recaudación, Cichevski explicó que la caída en IVA e Imesi es transitoria debido al impacto de la situación en Argentina y la fuga de consumo que provocó, pero, a su vez, también tiene carácter permanente por la “desinflación” de productos transables, es decir, que se pueden exportar e importables.

Más allá del consumo, en 2023 la recaudación en concepto de IVA fue mayor que la de 2019, mientras que la de Imesi estuvo “en un nivel similar”. Este fenómeno, según el economista, “puede de esa forma estar reflejando la desinflación de los productos transables” a partir de un arrastre que no involucra sólo el tipo de cambio, sino también cuestiones que vienen incluso de 2022, cuando el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania impactó positivamente en los precios de los mencionados artículos.

Las perspectivas para 2024

“Hay que mirar más al detalle e hilar fino para tratar de entender qué parte de la caída de la recaudación de este año es más permanente (tipo de cambio y desinflación en transables) y qué parte es más transitoria (situación de Argentina y la sequía)”, subrayó Cichevski. Entender a qué se debe será una cuestión fundamental para el desempeño de los ingresos y, consecuentemente, el resultado fiscal en 2024, apuntó el economista.

Además del rebote que puede experimentar el PIB durante este año producto de la dispersión del efecto de la sequía, Cichevski detalló que el incremento real del gasto estará condicionado por lo ya establecido, que, por ejemplo, llevará a un aumento de las pasividades en torno al 9% por compromisos asumidos en la Rendición de Cuentas. “Desde la óptica del gasto y su aumento en términos reales, la respuesta va estar en la inflación este año”, agregó el economista siguiendo el razonamiento.

Cichevski aseguró que, de acuerdo a sus proyecciones, la inflación debería rondar el 6%, por lo que, de igual manera, el gasto real debería aumentar por encima del 2%. “Con esto, habría cierto margen para una reducción adicional del déficit fiscal, que pasaría a estar más [en el] entorno del 3%”, agregó el economista. El experto recordó que, de acuerdo a la regla fiscal, el tope de crecimiento del gasto primario –en términos reales– se establece en 2,8%, número del que estaría más cerca el gasto si la inflación rondara el 5%, según lo proyectado por el Comité de Coordinación Macroeconómica.

“Uno podría esperar que, con los ingresos y el PIB creciendo algo por encima del 3% en términos reales y el gasto real creciendo en el entorno del 2,5%, el déficit se reduciría entre dos y tres décimas este año, finalizando en el entorno del 3%”, resumió el economista. Esto, acotó, si se tiene en cuenta que el déficit fiscal de 2023 es de 3,3%, según las proyecciones del PIB de 2023 de CPA Ferrere.

¿Con qué déficit fiscal se encontrará el próximo gobierno?

De acuerdo a las proyecciones del economista, el próximo gobierno asumiría con una situación fiscal mejor que la de 2019, cuando el déficit rondaba el 4%. Sin embargo, Cichevski resaltó que “el punto de partida del próximo gobierno en cuanto a las cuentas públicas va a continuar siendo desafiante”, ya que “Uruguay para estabilizar su deuda necesita un déficit fiscal en el entorno del 2%”.

“Desde el punto de vista de los discursos y de la campaña electoral, es algo a tener en cuenta. En general, no se suele prometer aumentos de impuestos, y en un contexto en el que sería necesario reducir un poco más el déficit fiscal, sin aumento de impuestos, en los primeros años del próximo período del gobierno los potenciales aumentos de gastos, en términos reales, van a tener que ser limitados”, comentó el especialista.

Asimismo, precisó que eso “no quiere decir que no se pueda aumentar el gasto en términos reales”, ya que si los ingresos y el PIB crecen al 2% o 2,5%, “es posible que el gasto real aumente en 1% o 1,5%, reduciéndose a su vez el déficit”. Más allá de ese posible aumento del gasto, precisó que, de todas formas, parte de este “se lo llevan las pasividades”, por lo que, en definitiva, “el gasto discrecional va a ser una partecita del aumento del gasto año a año”.

“Obviamente, cada coalición propondrá sus prioridades, pero, en definitiva, creo que esas propuestas deberían ser financiadas mediante reasignaciones del gasto”, concluyó Cichevski. “Hay áreas en las que, con el correr del tiempo, se ha concluido que es menos prioritario que el Estado destine recursos y, a su vez, hay áreas en las que es más prioritario; lo relevante es reasignar el gasto de acuerdo al estado de la situación fiscal”, agregó.