El jueves, con el apoyo del Banco Central del Uruguay (BCU), se presentaron dos trabajos sobre el nivel de precios en Uruguay. Según resaltó el banco por medio de un comunicado, los objetivos fueron, por un lado, cuantificar los efectos de los niveles de precio, pero también “ayudar a entender los factores detrás de las diferencias con otros países”, y también “contribuir a la conversación pública sobre el tema”.
Además de las autoridades de la entidad monetaria, estuvieron presentes los economistas y algunos de los autores de las investigaciones, quienes hicieron una exposición. Por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), lo hizo Ignacio Umpiérrez, y por CPA Ferrere, el encargado fue Alfonso Capurro.
Los “desvíos” en los precios
Titulado “Desvíos a la Ley de un Sólo Precio (LOP) en Uruguay”, el trabajo del CED puso foco en los factores que actúan sobre la tesis de que “los precios de productos idénticos serían iguales en todas las ubicaciones geográficas”. Conocida como Ley de un Sólo Precio o LOP, por su sigla en inglés, sostiene que, en ausencia de barreras comerciales y costos de transporte, la diferencia de precios entre bienes iguales en diferentes partes del mundo debería ser suprimida por la actuación de la oferta y la demanda.
Más allá de este punto de partida teórico, la investigación señaló que en el mundo hay evidencia empírica que demuestra que esto está lejos de funcionar “sin fricciones” y, por ende, que las diferencias de precios en distintos puntos del planeta “suelen ser considerables y persistentes”.
A partir de datos del Banco Mundial y distintos institutos de estadística, se concluyó en este informe que Uruguay sería 27% más caro que el promedio de 43 economías en 2017. Según se aclara, en términos generales, los principales desvíos se experimentan en aquellos mercados que poseen una alta oferta de productos importados como alimentos, higiene y tecnología.
Se afirma, además, que una eliminación de desvíos en el 47% de la canasta del índice de precios al consumo (IPC) implicaría una rebaja de 1,2 puntos porcentuales en el mencionado índice. Justamente, el mayor efecto provendría de productos de higiene personal, alimentos y electrónica.
Por otra parte, se identificó que las regulaciones laborales, la mayor rigidez salarial, los altos impuestos por parte de las firmas, la dependencia de insumos importados y la prevalencia de barreras no arancelarias tienen correlación con desviaciones. También se observó que en los mercados específicos de bienes de consumo final con baja o nula producción nacional los niveles de concentración van de moderados a altos. Allí los márgenes de comercialización en términos generales superan el 50% y se experimenta una menor intensidad competitiva en comparación con otros países.
Por último, se concluyó que en zonas geográficas con ingresos más altos, los márgenes de comercialización tienden a ser mayores; en otras palabras, cuando los ingresos son más altos, se experimenta una menor variación de demanda y, por lo tanto, más oportunidades de establecer márgenes de comercialización más altos. Asimismo, se afirmó que los productos importados tienen márgenes de comercialización superiores a los productos nacionales. De igual manera, son menores los márgenes de comercialización de los mencionados bienes importados en la frontera.
Los aspectos macroeconómicos y las regulaciones
En el informe realizado por CPA Ferrere se analizan las barreras de importación que afectan a las frutas y verduras, y además se cuantifica su impacto sobre el nivel de precios. Se afirma que los mecanismos de protección a productores locales hacen que las importaciones de este tipo de productos sean más bien puntuales, registrándose dicha acción en períodos en los que hay problemas de oferta. Las mencionadas importaciones, en su mayoría, provienen de Brasil y Argentina y, en menor medida, de Chile y la Unión Europea.
En procura de estimar el efecto de permitir la libre importación de papas, cebollas, zanahorias, tomates y manzanas desde Brasil, para el trabajo se construyó un IPC simulado; en este, si los precios son menores en Brasil, se utiliza como precio de referencia el de ese país y, en caso contrario, se mantiene el de Uruguay.
A partir de ese trabajo esquemático, se concluyó que disolver las barreras para la importación de estos productos implicaría una reducción promedio de 0,6% en el IPC y de 2,4% en el índice de alimentos y bebidas. Más allá del trabajo teórico, se aclaró que, de emplearse dicho funcionamiento en la realidad, el sector vinculado a la producción de frutas y verduras en Uruguay saldría perjudicado.
Con independencia del escenario planteado, también se reconoció que no se analizan efectos generados, en segunda instancia, como el shock de precios de frutas y verduras, lo que puede afectar la inflación de corto plazo vía correctivos salariales, y así contribuir a una mayor inercia inflacionaria. Se destaca, además, que si se incluyen otros países de origen para la importación, además de Brasil, se podría llegar a un mayor impacto en el nivel de precios.