El 1º de octubre el gobierno estadounidense volvió a ingresar en lo que se conoce como el government shutdown, que literalmente implica una bajada de cortina de todas las actividades estatales que no son consideradas esenciales.

Por ejemplo, en esta oportunidad, el cierre afectó la publicación habitual del informe sobre el mercado laboral correspondiente a setiembre que elabora el Buró de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés). La divulgación de esta información, que entre otras cosas es clave para calibrar la política monetaria de la Reserva Federal, se aplaza así de forma indefinida, dejando un vacío relevante de información oficial en un contexto atravesado por niveles inusitadamente altos de incertidumbre. Según establece el comunicado difundido por el organismo a través de su página web, las actualizaciones de los indicadores “se reanudarán cuando el gobierno federal retome sus operaciones”.

Este curioso episodio es producto de la falta de acuerdos para aprobar el presupuesto para el próximo año fiscal antes del vencimiento del plazo legal establecido a tales efectos. De esta forma, la mayor parte de los servicios gubernamentales quedan suspendidos temporalmente, lo que supone que cerca del 40% de los funcionarios federales (casi 750.000 personas) pasa a “estar de licencia” temporalmente.

Según la información oficial de la Cámara de Representantes, desde que comenzó a regir esta forma de funcionamiento presupuestal, en 1976, ha habido 21 cierres como este, que suponen la interrupción de la financiación federal y, por ese motivo, el funcionamiento normal de los servicios públicos.

En particular, el último de estos episodios tuvo lugar en 2018, también bajo la órbita de la administración de Donald Trump. Por aquel entonces, la interrupción estuvo asociada a los desacuerdos en torno al financiamiento del muro fronterizo que separaría al país de México, y se extendió durante 34 días, convirtiéndose así en el cierre más largo de la historia. El segundo cierre más extenso tuvo lugar durante el gobierno de Bill Clinton, por 21 días, y el tercero ocurrió durante la administración de Jimmy Carter y abarcó un período de 18 días.