Como parte de una “nueva agenda de desarrollo sostenible”, el 25 de setiembre de 2015 se definieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) “para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos”. Para cada objetivo se establecieron metas específicas, que deberían ser alcanzadas durante los 15 años posteriores. En particular, el segundo de estos objetivos es “crear un mundo libre de hambre para 2030”.

Sin embargo, a menos de cinco años del plazo estipulado, parece muy difícil acercarnos al menos parcialmente a su cumplimiento. Como advierte Naciones Unidas, “el problema global del hambre y la inseguridad alimentaria ha mostrado un aumento alarmante desde 2015, una tendencia exacerbada por una combinación de factores que incluyen la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la profundización de las desigualdades”. Siendo que este miércoles fue “el día mundial del hambre”, vale la pena repasar brevemente cuál es el estado de situación actual.

Panorama mundial

Como advierte el último informe sobre el “Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2024”,1 la prevalencia de la desnutrición se mantiene casi en el mismo nivel por tercer año consecutivo, luego de la escalada que experimentó en el marco de la pandemia. Con datos cerrados a 2023, entre 713 y 757 millones de personas padecen de hambre en el mundo, es decir, una de cada 11 personas. En el caso de África, esa proporción alcanza a una de cada cinco. No obstante, las tendencias recientes se diferencian por región: la problemática del hambre continúa aumentando en África, se mantiene relativamente incambiada en Asia y muestra “progresos notables” en el caso de América Latina y el Caribe.

Foto del artículo '“Día mundial del hambre”: estado de situación y perspectivas'

En paralelo también se han interrumpido los avances hacia el objetivo de garantizar a todos un acceso regular a una alimentación adecuada, dado que la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave tampoco ha cambiado en los últimos años. Concretamente, se estima que en 2023 el 28,9% de la población global (2.330 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave (cifra que asciende al 58% en África). América Latina es la única región que escapa a esa tendencia, dado que esa proporción se redujo de 28,9% a 28,2% entre 2019 y 2023.

Con este punto de partida, las estimaciones sugieren que cerca de 582 millones de personas (6,8% de la población mundial) sufrirán subalimentación crónica en 2030, lo que ilustra la magnitud de la brecha que nos separa del ODS 2. Según los cálculos, son casi 130 millones de personas más respecto del escenario proyectado previo a la pandemia. En particular, en el caso de América Latina, 41 millones de personas estaban afectadas por esta situación en 2023. De cara a 2030, se espera que ese número se reduzca a 35 millones, cinco más de lo que indicaban las proyecciones precovid.

Panorama nacional

En el caso de Uruguay, del “tercer informe nacional de prevalencia de inseguridad alimentaria en hogares”, publicado en noviembre de 2024, se desprende que la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave afecta al 13,7% de los hogares (de cada 1.000 hogares, 137 habían reducido la cantidad de alimentos que consumían por falta de dinero u otros recursos alguna vez durante el último año) y al 15,1% de las personas (de cada 1.000 personas, 151 padecen esta problemática). En el caso de la prevalencia de inseguridad alimentaria grave, la última estimación marca que afecta al 1,9% de los hogares y al 2,2% de las personas.

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Obviamente, la incidencia de este fenómeno decrece con el nivel de ingresos. En el caso del primer quintil, que recoge al 20% de los hogares más pobres, la inseguridad alimentaria grave o moderada alcanza al 33,4%, en tanto que la inseguridad alimentaria grave se sitúa en torno a 6,4%. En el otro extremo de la distribución, es decir, en el quinto quintil, las estimaciones son 1,9% y 0,1%, respectivamente.

Del informe también se desprende que la inseguridad alimentaria fue mayor en aquellos hogares donde vivían menores de 6 años, con independencia de la región del país que se considere. Concretamente, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada y grave asciende al 17,6% en los hogares con menores de 6 años, mientras que la grave alcanza al 2,5%. En los hogares sin menores de 6 años esas estimaciones se ubican en 13,1% y 1,8%, respectivamente.

Por su parte, al desagregar la información por regiones, surge que la problemática tiene mayor incidencia en el interior del país, donde la inseguridad alimentaria moderada o grave es 14,8% y la grave 2,1% (frente al 12,1% y 1,6% correspondientes a Montevideo). En particular, señala el documento, se registra una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria en la región centro y sureste (Flores, Durazno, Florida, Lavalleja, Maldonado, Rocha) y en la región noreste (Artigas, Tacuarembó, Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres), en contraste con lo que sucede en la región compuesta por los departamentos de Montevideo y Canelones y en los departamentos del oeste (Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Colonia, San José).


  1. FAO, IFAD, Unicef, WFP and WHO. 2024. The State of Food Security and Nutrition in the World 2024 – Financing to end hunger, food insecurity and malnutrition in all its forms, Roma. Se trata de una publicación anual elaborada conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), con el objetivo de realizar un seguimiento de los progresos relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición.