El dato
El 22 de mayo la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el presupuesto presentado por la administración del presidente Donald Trump, que propone un aumento del gasto en defensa (estimado en 13%) y recortes en áreas sensibles como salud, educación y energías renovables, entre otras.
La iniciativa no implica sólo un incremento del gasto público, sino también propone ampliar las exoneraciones tributarias, especialmente a los multimillonarios, e incrementar el tope de endeudamiento de ese país.
Si bien el proyecto aún debe ser aprobado por el Senado, las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) indican que la deuda pública,1 que en 2024 fue equivalente al 97,8% del PIB, seguirá una tendencia al alza durante los próximos años. En particular, se estima que para 2029 el endeudamiento superará su máximo histórico (106%), que fue alcanzado en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
Una mirada histórica
Una mirada de largo plazo revela los vaivenes que experimentó la deuda estadounidense y los saltos que se generaron producto de eventos y circunstancias críticas, como la guerra civil que se extendió entre 1861 y 1865, las dos guerras mundiales, la Gran Depresión que le siguió al crac financiero de 1929, la crisis financiera que estalló en 2008 y la pandemia.
¿Qué explica el salto de la deuda previsto?
Desde 2002 el gasto público ha superado sistemáticamente la recaudación impositiva, obligando así al Estado a financiar el déficit a través de la emisión de deuda pública. Esa nueva deuda, además, implica un aumento adicional del gasto asociado al pago de intereses, lo que va alimentando un círculo vicioso que conduce a un deterioro progresivo de las finanzas públicas.
Sin embargo, los saltos más relevantes de los últimos años estuvieron asociados a la respuesta fiscal frente a la crisis financiera y la pandemia, lo que aceleró esa dinámica y provocó un rápido aumento del endeudamiento, que entre 2008 y 2020 pasó de representar el 39% del PIB al 98,6%.
Cabe tener presente, no obstante, que detrás de este desbalance entre gastos e ingresos públicos también han venido operando otras causas asociadas a cambios estructurales, como el envejecimiento de la población y el incremento de la esperanza de vida (más allá de la trayectoria reciente), dos factores que, entre otros, presionan al alza el gasto en salud y seguridad social. Según proyecciones de la Administración de la Seguridad Social, para 2030 uno de cada cinco habitantes de Estados Unidos será mayor de 65 años.
Otro factor clave detrás de la dinámica de la deuda está dado por la evolución del costo del dinero, es decir, de la tasa de interés que fija la Reserva Federal (FED). En ese sentido, desde 2022 la autoridad monetaria estadounidense ha venido promoviendo una política monetaria contractiva a efectos de contener el avance de los precios. En consecuencia, el gasto del Estado por el pago de intereses pasó del 1,9% del PIB en 2022 al 3,1% en 2024, según los cálculos realizados por la CBO.
La consideración conjunta de todos estos factores, que combinan aspectos estructurales y coyunturales, es lo que explica la trayectoria alcista estimada para la deuda durante el próximo quinquenio y que posiciona al país en una situación de fragilidad fiscal, con el respectivo impacto en las tasas de interés de los títulos de deuda.
Las consecuencias
Días antes de la aprobación del presupuesto promovido por Trump en la cámara baja, la calificadora de riesgo Moody’s redujo la calificación de la deuda estadounidense, argumentando la ausencia de una estrategia para revertir la dinámica de deterioro fiscal. En efecto, esta decisión implica que el país perdió la calificación “triple A” que históricamente lo ha caracterizado (la tasa de Estados Unidos es la tasa libre de riesgo que opera como piso para el resto de las economías).
Estos factores, junto con el enfriamiento que viene exhibiendo la economía mundial en el marco de las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas, han contribuido al debilitamiento global del dólar y han erosionado las perspectivas económicas del país en el corto plazo.
¿Cómo afecta esto a la economía mundial?
A pesar de haber perdido peso como proporción del PIB mundial durante varias décadas, Estados Unidos sigue siendo una de las economías más grandes del mundo, representando aproximadamente el 16% del total (China representa actualmente el 20%). Además, según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional, sería responsable del 11% del crecimiento global proyectado para el próximo quinquenio (cifra que asciende al 23% en el caso de China).
Además, más allá de su declive relativo, continúa siendo el centro del sistema financiero global y el emisor de la moneda de reserva, por lo que la fragilidad de sus finanzas públicas, plasmada en la rebaja de su calificación crediticia, afecta negativamente los mercados internacionales.
En la medida en que comiencen a crecer las dudas sobre la capacidad de pago y el estatus de su deuda, los acreedores comenzarán a demandar tasas de interés crecientemente más altas, en línea con el incremento del riesgo esperado. El problema, a nivel global, y en particular para el mundo emergente, es que esa tasa sigue siendo la referencia para los países que buscan financiamiento en los mercados, por lo que supondrá un incremento generalizado del costo que comprimirá los márgenes de maniobra para la política fiscal en todos los países.
No obstante, hay una fuerza asociada a este fenómeno que opera en la dirección contraria, contribuyendo a mitigar los impactos negativos descritos. Se trata, concretamente, del debilitamiento del dólar, que, entre otras cosas, suele tener como contrapartida un incremento del precio de las materias primas.
En conclusión, el deterioro fiscal observado en Estados Unidos, que además tendería a profundizarse en los próximos años, tiene aparejadas importantes consecuencias para la economía global, en particular para una economía pequeña y abierta como la uruguaya (que ya comenzaron a sentirse).
Joaquín Pascal, Centro de Estudios Etcétera.
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La deuda pública y los porcentajes presentados refieren a la deuda en posesión del público, no en manos del gobierno. ↩