La creación de una Universidad Nacional de Educación (Uned) emerge de una Asamblea Técnico Docente (ATD) realizada en Salto en 2006, órgano representativo del cuerpo docente de Formación en Educación. Desde esa fecha hasta el presente venimos promoviendo el debate en diferentes ámbitos sociales, políticos y culturales. Es así que nuestra organización tiene profusa producción sobre los porqués, los para qué y los cómo de esta propuesta. En tiempos de devaluación del trabajo de los educadores, queremos destacar que la idea de su creación significó una potente iniciativa de dichos actores, quienes no han dejado de trabajar por ese imprescindible proyecto.

En el debate del Primer Congreso Nacional de Educación “Julio Castro”, los docentes de formación docente argumentamos a favor de la creación de una Universidad Nacional Autónoma de Educación, una voz que sorprendió en esa oportunidad, haciendo que fuera uno de los temas más discutidos. Sin duda, estos debates permitieron poner a la Uned en la agenda pública. Tal es así, que la Ley General de Educación (18.437), aprobada en 2008, establece la creación del Instituto Universitario de Educación (IUDE), que no es lo que los docentes queremos pero da una idea de la magnitud que tuvo dicha iniciativa.

En el Segundo Congreso de Educación “Reina Reyes”, realizado en 2013, se aprobó que la formación de los profesionales de la educación se realice en una estructura universitaria, autónoma y cogobernada. Se reivindicó el cogobierno desde los centros y a nivel nacional, así como las asambleas por orden, tanto a nivel de centro como nacional. Hoy también se alza la voz de los estudiantes de Formación en Educación, que reivindican la creación de la Uned.

Este recorrido da cuenta de que en los últimos diez años, de forma persistente, el tema ha permanecido en la agenda pública. Nuestra formación de educadores se encuentra diseminada a lo largo de todo el territorio nacional, por lo que la cuestión del acceso no es un problema en ciernes. Es decir, esta universidad ya nacerá descentralizada.

Crear una Uned supone profundizar la concepción democrática, promoviendo la participación de los actores involucrados mediante el cogobierno. El gobierno de los órdenes constituye la mejor forma pedagógica de educar en la participación, la responsabilidad y el compromiso como profesionales y como ciudadanos, a la vez que se recuperaría gran parte del prestigio que han ido perdiendo los profesionales de la educación.

Queremos reivindicar la democratización universitaria mediante la creación de una Uned que recoja lo mejor de nuestra identidad uruguaya y latinoamericana, al tiempo que bregue por los cambios acorde a los momentos históricos en los que se sitúe. Una educación que reivindique el conocimiento como bien público y como hacer cultural de los pueblos. Nos negamos a que nuestro proyecto se convierta en una universidad que acompañe los saltos cambiantes de las demandas mercantiles, ya que como orden docente hemos rechazado históricamente la mercantilización de la educación.

Frente a la creciente complejidad que ha ido adquiriendo la sociedad actual, la formación de educadores está expuesta al constante análisis de deconstrucción y reconstrucción de sus identidades, para ubicarse en los nuevos escenarios sociales, económicos, culturales, tecnológicos y educativos.

Creemos que hoy, más que nunca, el origen etimológico de la palabra universidad, que deriva del latín universitas, en referencia al conocimiento de lo universal, haciendo alusión a una estructura universitaria, tiene como finalidad la búsqueda de los mayores niveles académicos y científicos, al igual que la revisión constante de la cultura, la enseñanza y la investigación. Esto significa que, unida a la función de extensión, la formación de carácter universitario debe buscar aprendizajes de alto nivel para que los futuros profesionales de la educación logren desempeñarse autónomamente ante las situaciones más diversas e inesperadas.

El año próximo cumplirá 100 años la reforma universitaria de Córdoba, jalón que revolucionó las universidades latinoamericanas. Por eso proponemos reflexionar sobre su vigencia en la actualidad. En aquel momento, parte del movimiento reformista cuestionaba el papel de las universidades en tanto meras “fábricas de títulos” que se encontraban desvinculadas de las problemáticas sociales. Es así que, para nosotros, la autonomía universitaria que queremos alcanzar guarda estrecha relación con la democratización social. La complejidad creciente de las sociedades genera que el conocimiento sobre el campo educativo se vuelva también cada vez más complejo. Atender y entender a los estudiantes que hoy acceden a nuestras instituciones y sostener sus trayectorias académicas exige poner la lupa en las cuestiones pedagógicas y didácticas, en los modos de realizar la transmisión del conocimiento. La democratización universitaria significa ampliar el diálogo con la sociedad. Sus problemáticas tienen directa repercusión en el campo educativo. Ello hace que se necesite, más temprano que tarde, profundizar y sistematizar la función de extensión. Es en el diálogo fraterno y fluido con la comunidad donde habrán de emerger los problemas que requieren ser investigados para aportar a la creación y transmisión del conocimiento autónomo y no importado –y muchas veces descontextualizado– de nuestras realidades culturales y sociales. Reivindicamos la extensión como fuente para trabajar con los problemas más acuciantes y aportar a la construcción del oficio de investigador en el campo educativo y cultural.

En suma, debemos vivir en un lugar donde no sólo se transmita, sino donde también se produzca conocimiento. Conocer e investigar son tareas ineludibles para los protagonistas de la Uned, y ello no debe ser algo que se realice de a ratos, cuando se quiera y se pueda. Es decir, la tarea no puede quedar librada exclusivamente a la voluntad individual. Asimismo, la nueva institución deberá definir qué hacer con el conocimiento generado, venciendo cuestiones meramente jerárquicas que forman parte de la tradición en la formación docente a superar.

Los subsistemas en los que se insertan los egresados de la formación en educación poseen un vasto patrimonio de experiencias pedagógicas, producto del trabajo con las comunidades educativas y la sociedad en su conjunto.

En una nueva estructura universitaria, la función de extensión tiene un importante punto de partida que no se puede desconocer. No obstante, es necesario reconocer que no es abundante la sistematización de esa función y que escasamente ha estado vinculada a ser proveedora de temas de investigación en el campo educativo.

Será la Uned, como estructura de educación superior, la que podrá crear un andamiaje institucional que contemple las funciones de enseñanza, extensión e investigación, para transformar y organizar ese trabajo, muchas veces anónimo, olvidado y desconocido, en estudios de carácter académico.

De esta forma, los profesionales de la educación podrán ser formados en base a una concepción de las instituciones educativas que amplíen sus límites. Esto significará que estas se abran a sí mismas y hacia afuera. La comunidad, la sociedad y las condicionantes históricas podrán incorporarse a las instituciones educativas, concibiendo las relaciones educador-educando inscriptas en las interacciones con el ambiente y la sociedad en el marco de la dinámica de los procesos históricos.

La coyuntura regional actual muestra que la formación de los profesionales de la educación avanza en estructuras universitarias, tanto en la creación de nuevas carreras como en la formación de grado y de posgrado, lo que permea la realidad nacional.

Estamos convencidos de que una universidad que nace y crece desde el pie, con un importante anclaje social, puede garantizar la construcción de ciudadanía responsable. Ello será posible con la creación de una nueva estructura universitaria para la educación en clave de derechos humanos, autónoma, cogobernada, pública, gratuita y librepensadora.

Mesa Permanente de la ATD del Consejo de Formación en Educación y Comisión Permanente Uned

  • La frase pertenece a una pintada en la fachada del Instituto de Formación en Educación Social, realizada por la Asociación de Estudiantes de Educación Social.