“La primera infancia es una etapa crucial en la vida de las personas”. Esa es una de las ideas-fuerza que encabezan el Marco Curricular creado en 2014 para la atención y educación de los niños uruguayos, desde el nacimiento hasta los seis años. Por intermedio de múltiples organismos, Uruguay ha tratado de mejorar la calidad de este tramo de la educación y ha logrado “avances significativos”, pero “hay mucho para hacer”. Uno de los mayores desafíos es unificar la gestión, dijo a la diaria Elizabeth Ivaldi, presidenta en el país del Comité de la Organización Mundial de la Educación Preescolar (OMEP).
Actualmente, la educación de los niños de hasta seis años está a cargo de varias instituciones. Participan en el cuidado la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), por medio de los jardines de infantes públicos, que, gracias a la obligatoriedad de asistir para los niños de cuatro y cinco años, concentran a la mayor cantidad de niños en ese tramo, además de contar con varios grupos de nivel 3. La administración pública también ofrece centros de guardería que funcionan gracias a sindicatos.
Por otra parte, los Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF) tienen programas que contemplan la educación de los niños de este rango etario. Además, hasta abril de este año había 357 centros privados habilitados por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) para la primera infancia. A los ya múltiples órganos que trabajan con estas edades se suma el Ministerio de Desarrollo Social, por intermedio del Sistema Nacional de Cuidados.
La fragmentación preocupa a las autoridades. Para Ivaldi, que además de presidir OMEP Uruguay forma parte del Consejo Directivo Central de la ANEP en representación de los trabajadores, “la diversidad en la gestión ha dejado mucha riqueza, pero se debería tener una mirada unificada para mejorarla”. La consejera considera que es fundamental que “cualquier política de cuidado que se implemente para los pequeños se base en el supremo interés del niño, en equilibrio con los intereses adultos”. Le preocupa que esta situación sobrepase al Consejo Coordinador de la Primera Infancia -organismo creado por la Ley de Educación y que funciona en la órbita del MEC-, porque “no tiene capacidad de decisión ni presupuesto propio”.
Para el Centro de Estudiantes de Primera Infancia (CEPI), la prioridad debería ser “unificar las modalidades de trabajo y la concepción de primera infancia en todos los centros que atienden necesidades diferentes”, explicó a la diaria la referente Camila Amaro.
Primera Infancia Latinoamericana
La séptima Asamblea Latinoamericana de la OMEP se llevó a cabo en Montevideo hace un par de semanas, con la participación de 12 países miembros y una amplia concurrencia uruguaya a los panales. Como resultado de la asamblea, la OMEP redactó una declaración en la que se hace “un llamamiento urgente a considerar el cuidado y la educación como prácticas inseparables en las políticas públicas para la primera infancia”. A pesar de los avances que han hecho los estados y que reconoce la OMEP, “muchas políticas de protección de derechos humanos dirigidas a la primera infancia continúan siendo parciales y desarticuladas”, establece la declaración, a la que accedió la diaria.
A su vez, la OMEP considera que las políticas enfocadas entre el nacimiento y los tres años “sólo promueven el cuidado y la estimulación, sin contemplar debidamente una educación de calidad”. La presidenta nacional de la OMEP aclaró que en este aspecto Argentina y Uruguay, mediante el Sistema Nacional de Cuidados, tienen una mayor integración, pero “en general en los países que todavía no tienen cobertura sólo se generan modalidades comunitarias que deberían tener un sustento más profesional”. Uruguay “se destaca en el contexto latinoamericano y mundial por la obligatoriedad de los niveles de cuatro y cinco años y su amplia cobertura pública”, detalló Ivaldi. La docente agregó que son puntos a mejorar la cobertura para la etapa de hasta tres años y la calidad de la educación en los niveles de cuatro y cinco años.
Para la OMEP, “una gran mayoría” de niños se encuentran en situación de “vulnerabilidad social y económica”. A la organización le preocupa el “alto número” de niños que no acceden a una atención y educación de calidad, cuyas familias además no están incluidas en programas socioeducativos.
Asimismo, en la declaración de la OMEP se destaca que “el conocimiento y la formación profesional resultan indispensables para llevar a cabo una atención y educación en primera infancia de calidad”, por lo que se insta a mejorar la profesionalización de los educadores.
En formación
La carrera de formación docente en primera infancia comenzó a ofrecerse en 2013 como una tecnicatura de dos años que otorgaba el título de asistente técnico, hasta que en 2015 se aprobó la extensión de la carrera a cuatro años, con el título de maestro en primera infancia. En 2017 es la primera vez que los estudiantes pueden cursar tercer año, y no se está cursando “como corresponde”, porque aún faltan centros para realizar las prácticas correspondientes, explicó la referente del CEPI.
Amaro explicó que “la carrera cuenta con asignaturas que podrían cubrir los conocimientos necesarios, pero no funciona. Casi no hay docentes, y muchos de los que están no han trabajado directamente en primera infancia. Además, los programas siguen en formación, por lo que la carrera no se termina de solidificar”. Para el CEPI, los técnicos egresados “están haciendo un muy buen trabajo a nivel profesional”, pero “muchas veces esto se debe a que ya tenían experiencia trabajando con niños de esas edades”. Amaro destacó que es una prioridad del CEPI y de los docentes en general hacer entender “a toda la sociedad las necesidades de los niños de esa edad, su vulnerabilidad y la importancia de comprender sus estructuras cognitivas y psíquicas”.
Ivaldi comentó que esta carrera “ha tenido una demanda muy alta de inscripciones”, lo que constituye una buena señal. Agregó que “como todo lo que está en proceso de construcción, tiene aciertos y errores; sin duda, seleccionar los mejores formadores para una carrera que se inicia tiene sus dificultades, así como elegir los centros para hacer la práctica, que permitan a los docentes egresar con una flexibilidad que les permita trabajar en varias instituciones”.
Los programas de formación docente y los que luego se dictan específicamente para primera infancia “deberían estar en diálogo” con el marco curricular elaborado en 2014; sin embargo, “cómo se aplica es un tema de cada organismo”, explicó Ivaldi. La consejera de la ANEP aseguró que el marco curricular “es un gran acuerdo que tiene líneas y, sobre todo, sugerencias acerca de cómo ejercer la educación para primera infancia, pero no es un programa”. “El marco curricular interpela a los programas elaborados en 2008 y genera cuestionamientos, a pesar de que es uno de los muchos componentes de la práctica educativa”, agregó.