El armado de los horarios en la enseñanza secundaria es un rompecabezas al que se enfrentan las autoridades todos los años; llega junio y aún quedan grupos que, por distintos motivos, no han tenido ni una sola clase de determinada materia en el año. Para remediar esta situación, el Espacio de Educación y TIC del Consejo de Educación Secundaria (CES) iniciará la semana que viene una serie de cursos dictados por tutores mediante videoconferencia. Una experiencia que tuvo su plan piloto el año pasado en siete liceos y que este año se extiende a 21 en todo el país.
Hay dos razones principales para que queden estos vacíos en la malla curricular de los liceos a esta altura del año. Una es que el centro educativo esté ubicado en una zona geográfica en la que no hay profesores de todas las materias, como pasa, por ejemplo, en algunas pequeñas localidades del interior. Otra de las razones es, simplemente, que los horarios no encajan: quedan unas pocas horas y los profesores, con su grilla ya armada, no encuentran oportuno cubrir ese grupo particular.
La modalidad que propone el CES consiste en desarrollar cursos en la plataforma digital que se complementen con una hora semanal en videoconferencia, en la que tutores puedan generar una base de conocimiento a los estudiantes que les permita enfrentar el siguiente grado. El año pasado comenzaron en setiembre y se beneficiaron unos 400 estudiantes. Este año comienza a finales de julio, y lo ideal es llegar a 2018 con los tutores asignados en junio, aseguró a la diaria Elisa Calle, coordinadora del programa Aulas Alternativas del CES.
Además, se entiende que después de junio “todas las listas habilitadas para la selección de horas ya cubrieron sus cronogramas”, explicó Calle, y agregó que la prioridad es respetar los derechos docentes a tomar un grupo.
En la experiencia piloto, sólo un grupo sumó las videoconferencias al trabajo asincrónico por medio de plataformas. María de los Ángeles Morales fue la docente que trabajó en esta modalidad, desde Atlántida, con un grupo de sexto año de Cebollatí. Según la docente, “la experiencia fue muy buena y sirvió para mejorar este año; los estudiantes no estaban familiarizados con el trabajo exclusivo en plataforma y no participaban tanto; cuando creé un grupo de whatsapp comenzaron a intervenir más”. Morales considera que la clave para mejorar es hacer que los alumnos estén más motivados a participar en la plataforma.
La dificultad que debió enfrentar el Espacio de Educación y TIC para extender las videoconferencias radicaba en que los equipamientos técnicos especiales están ubicados en los liceos, por lo que los profesores debían trasladarse al liceo más cercano, en la hora acordada, y coordinar para que se habilitara la sala. Pensar en usar Skype u otros sistemas de comunicación similares no era una opción, porque la calidad de imagen y sonido no permite una interacción fluida.
“Lo que ofrecemos ahora al docente es la posibilidad de trabajar en videoconferencia desde su computadora con relativa mejor calidad; no va a ser igual a la del equipo, porque la cámara de la PC no es la misma, pero puede transmitir directamente desde donde esté. Eso se hizo con un programa de la misma empresa que trabaja con los equipos de videoconferencia”, detalló a la diaria Richard Delgado, coordinador general del Espacio de Educación y TIC.
Este programa alternativo permite “no detener el proceso de aprendizaje y promover la adquisición de las competencias mínimas para poder seguir”, enfatizó Delgado, y agregó que “hay otro gran objetivo que es introducir a los estudiantes en el uso de estas tecnologías para el aprendizaje, porque comienzan a adquirir ciertas competencias que les van a permitir desempeñarse adecuadamente en un entorno más académico”.
Los docentes que se desempeñarán como tutores fueron seleccionados luego de un riguroso proceso, explicó Delgado: “Tuvo tres grandes patas: primero, evaluar que el docente tenga una adecuada formación en la disciplina; segundo, una importante formación didáctica; y tercero, el uso de recursos digitales. Queríamos docentes que ya tuvieran contenidos digitales, en ese tribunal evaluamos la riqueza de los formatos que el profesor presentó. Nos quedamos con la sensación de que hubo poca gente, pero la que está es muy buena”.
A futuro, Delgado cree que esta modalidad se podría expandir a otras situaciones particulares, pero nunca sustituir la presencialidad. El coordinador estimó que podría aplicarse en algunas localidades aisladas del interior en las que trasladarse al centro educativo más cercano es una gran complicación. Otro caso en el que este programa podría ser una solución es el de estudiantes que deseen hacer una orientación en bachillerato pero no lleguen a formar un pequeño grupo; podrían tener las materias comunes con otra clase y las materias específicas mediante videoconferencia. También se podrían usar las aulas alternativas para adultos que necesiten terminar el liceo.
Otra forma de aprender y enseñar
“Hay ganas de trabajar y de meterse en estas cosas, que lleva mucho tiempo preparar pero vale la pena”, destacó Delgado, y señaló que la idea de que “el trabajo en línea lleva menos tiempo no es cierta”. Apuntó que los docentes no sólo deben crear el contenido digital, sino también “un clima de aula que habilite el aprendizaje y que consiste en adaptarse a un nuevo ambiente, porque es distinto a la presencialidad”, señaló. Por ejemplo, señaló que los profesores deben pensar detenidamente la respuesta que se le da a cada alumno, porque en el cara a cara el lenguaje corporal y los tonos de voz permiten matizar el mensaje, pero en la interacción digital hay que cuidar la forma de escribir para no provocar que el estudiante se cierre.
Como el trabajo docente tiene una carga extra –crear nuevos contenidos–, desde el Espacio de Educación y TIC se decidió que cuando un docente toma un grupo, aunque curricularmente le correspondan tres horas semanales, se le adjudicarán cinco, explicó Calle. Para el coordinador del espacio, “el sostén del trabajo en el aula virtual no lleva menos: aquellas materias que tengas más horas designadas las mantendrán”.
Estas aulas habilitan distintas modalidades de trabajo: actividades domiciliarias, compartir videos o imágenes, intervenir en el foro, subir escritos. Esto, a su vez, implica una mayor carga para el docente a la hora de evaluar los insumos y los escritos. “El trabajo en la plataforma permite evaluar de otra manera”, señaló Delgado.
Morales dijo que cambiará su forma de evaluar este año, cuando dicte clases de matemáticas a un grupo de Nuevo Berlín. La docente mantendrá las pruebas realizadas con la plataforma That Quiz, que permite evaluaciones de múltiple opción en línea, y cambiará la prueba escrita que aplicó en 2016 y que consistía en varias evaluaciones mediante la aplicación Kahoop, que se puede usar desde el celular. El uso de videos y recursos ya disponibles es fundamental, afirmó Morales; estos implican una amplia investigación y chequeo, pero cuando los encuentra le parecen “muy útiles”. Otro de los cambios que implementará Morales este año es el uso de una pizarra virtual, porque el pizarrón tradicional distraía y provocaba dificultades técnicas, como la interferencia de sonido.
La expectativa de Calle para este año es que “la comunicación entre estudiantes y tutores sea fluida, así como entre los tutores con el centro educativo”. “No se trata solamente de la relación entre estudiante y docente; también es preciso que los estudiantes entren en confianza para cuestionar –de la misma manera que ocurre en una clase– y que puedan notar que la cosa progresa en cuanto a conocimientos”, señaló.