Al cerrar 2017, primaria alcanzó su mínimo histórico de repetición promedio, que alcanzó 4,48%, lo que implicó un descenso de 0,3% respecto de 2016, es decir, 600 niños menos. El Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) entiende que dicho logro es el resultado de una serie de políticas que se implementaron en los últimos años. Según dijo a la diaria el consejero del CEIP Héctor Florit, el dato del descenso de la repetición no tendría valor si se tratara de un hecho puntual de un año, ya que la baja podría deberse a alguna medida de tipo administrativa. Por el contrario, para Florit no caben dudas de que se trata de una “secuencia de largo plazo”, que se logra “cuando las tendencias implican una década o más”. En ese caso, señaló que “hay que pensar en políticas educativas consolidadas, que tienen como correlato mejoras de logros y aprendizajes, y, como consecuencia, el abatimiento de la repetición”. Como mojón para la comparación tomó el año 2002, y dijo que desde ese momento la repetición se redujo a la mitad, ya que hace 15 años las cifras mostraban que 10,3% de los escolares no pasaba de año, cifra que representó unos 30.000 niños.

Entre algunas de las políticas que se implementaron después de 2005, el jerarca nombró el Programa de Maestros Comunitarios, por el que hay 556 docentes bajo esa modalidad; el programa de Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas, más conocido por su sigla, APRENDER, que se implementa en escuelas con características socioculturales de los quintiles 1 y 2; también mencionó que el Instituto de Formación en Servicio del CEIP, que los sábados de 2017 capacitó a 5.500 maestros. Además, Florit destacó que actualmente hay un promedio de 23 estudiantes por grupo “en lugar de los casi 30 que había en 2002”, además del doble de escuelas de tiempo completo, que superan las 300. En suma, habló de la existencia de escuelas de tiempo extendido que contribuyen a la propuesta de extensión del tiempo pedagógico, de la existencia del Plan Ceibal y de la universalización de la educación física en las escuelas, que rige desde 2008. Según el consejero, este tipo de propuestas, al igual que los 500 profesores de arte que dan clases y talleres en primaria, “hacen que el espacio escolar tenga un nivel de integralidad que antes no existía”. Para Florit, gracias a estos y otros programas, “tenemos una escuela pública distinta, con énfasis en la participación, la inclusión, la calidad y en la integralidad de los aprendizajes”.

Según un documento avalado por el CEIP y aprobado por los inspectores de primaria, entre los factores que explican la tendencia a la baja de la repetición también se encuentran una serie de evaluaciones que dotaron de más herramientas a los docentes para conocer los logros y dificultades de los niños. Entre ellos, se menciona a la Evaluación Infantil Temprana, que se hace en la educación inicial y tiene un enfoque “preventivo”, para “no esperar a que el niño fracase para intervenir”. En primer año y con los datos que arroja esa evaluación, desde 2016 se implementa el protocolo de seguimiento a los niños que cursan dicho grado, en conjunto con los ministerios de Salud Pública y de Desarrollo Social, y de la Administración de los Servicios de Salud del Estado.

El documento también habla de la Evaluación de Lectura y Escritura, que se realiza en segundo año, y de la de Aristas, que implementa el Instituto Nacional de Evaluación Educativa en tercero y sexto año. Además, el texto refiere a la importancia de la delimitación de dos ciclos educativos que definió el CEIP, de primero a tercero y de cuarto a sexto. Los ciclos van acompañados de perfiles de logros que debe lograr el niño al cierre de cada uno de los dos momentos, y ello va de la mano con una evaluación en línea de tercero a sexto año en Matemática, Lengua y Ciencias Naturales, cuyos resultados son analizados por los docentes para lograr mejoras en los aprendizajes.

Algunas claves

Florit señaló que, dado que en primaria se pone énfasis en los niveles de logro en cada uno de los ciclos, se apuesta a “que las trayectorias dentro de esos ciclos se efectúen con la flexibilidad suficiente, personalizando la enseñanza y la evaluación”. A la hora de evaluar la repetición de un grado al otro, el consejero explicó que se parte de la concepción de que en el caso de dos niños que tienen exactamente los mismos logros de aprendizaje, quizá para uno de ellos sea bueno “ser promovido señalando lo que no alcanzó en el nivel anterior para que el maestro lo pueda atender, lo que le permitirá personalizar la enseñanza en el año siguiente”. En cambio, para otro niño “puede ser conveniente recursar, porque quizá haya un tema de edad o de madurez, y quizá la propia familia comparta que es bueno que el niño curse un año más”. “En ese caso también hay que personalizar la enseñanza, enfatizando que hay logros que el niño ya adquirió y que en esa área el maestro va a tener que hacer una propuesta individualizada”, agregó.

En esta misma línea, una resolución del CEIP de noviembre de 2017 señala que “es necesario evitar relacionar la repetición con la sanción”, y que “la promoción de un alumno dentro del ciclo escolar es una situación compleja que exige analizar cuál es su mejor destino en el próximo período, atendiendo sus posibilidades y su situación individual, más allá de las condiciones en las que haya finalizado el año”. Al mismo tiempo, se señala que “el CEIP no está a favor ni de la promoción automática ni de la repetición como simple aplicación de criterios normativos, sino que la decisión debe centrarse siempre sobre qué es lo mejor para la trayectoria educativa de cada niño”. Esto se basa principalmente en que la repetición en años tempranos es un elemento que incide en la desvinculación de muchos jóvenes de la educación media. Por lo tanto, el CEIP ratificó que la decisión acerca de la repetición es potestad del maestro de clase, que debe basarse no sólo en resultados académicos y de asistencia, sino también en el conjunto de información disponible por el conjunto de herramientas del CEIP.

También se establece un tipo de promoción ordinaria, por el que el niño debe construir los conocimientos necesarios para acceder al grado inmediato superior (lo que implica obtener como mínimo la nota de “bueno”) y una asistencia mayor a 80% de las clases dictadas durante el año. Pero también se define la promoción extraordinaria, en caso de que al final del año no se cumpla alguno de los requisitos para el pasaje ordinario, o en cualquier momento del año, “como consecuencia de procesos de aceleración de aprendizaje, altas capacidades u otros motivos”. En este caso, se debe llegar a una decisión acordada entre el maestro, el director, el inspector, “y otros actores institucionales y del entorno del niño”. Tanto para las promociones extraordinarias como para las repeticiones, la resolución del CEIP establece que se deberá elaborar un Plan de Trabajo Personal que permita que, acompañado por su maestro, el estudiante curse el año siguiente.

Lo primero

Los datos de repetición de 2017 muestran otras tendencias, que se confirman y que son menos alentadoras. Una de ellas es que si se tiene en cuenta el contexto sociocultural, las escuelas que concentran el 20% más vulnerable de la población alcanzaron porcentajes más altos de repetición, con 6,92% en promedio. Además, el promedio de repeticiones aumenta sensiblemente en los primeros años de la escuela. En el caso de primer año, la repetición promedio fue de 11,7%, cifra que contrasta con la de los siguientes grados: 5,54% en segundo, 3,98% en tercer, 2,5% en cuarto, 1,75% en quinto y 0,82% en sexto.

Consultado sobre esta última situación, Florit señaló que históricamente primer año “duplicó largamente la repetición promedio”. “Probablemente, primer año tenga un umbral de aprendizaje muy generalizado, que es el de decodificar”, señaló. En concreto, dijo que la exigencia de aprendizajes en ese nivel suele ser que el niño sepa leer, identificar los sonidos y las sílabas, y reconocer los grafemas y transformarlos en fonemas, o sea, “pasar por primero significa aprender el código de la lectoescritura”. Señaló que para revertirlo “primaria se esfuerza para que esta vieja tradición de exigencia de aprendizaje tenga énfasis y flexibilidades, sabiendo que no todos los niños maduran simultáneamente”. Además, consideró que “a veces uno, dos o tres meses de diferencia [en el nacimiento del niño] hacen a la adquisición o no del código lector”.

El documento aprobado por los inspectores del CEIP también se refiere al tema. Citando a la experta Rosa María Torres, plantea que la repetición concentrada en los primeros años del trayecto escolar, en especial en el primero, “está estrechamente vinculada a problemas en el manejo de la alfabetización infantil”. Al respecto, el texto agrega que la dificultad en la enseñanza de la lectura y la escritura que se presenta en ese tramo está “basada en comprensiones atrasadas del lenguaje y de los procesos de aprendizaje infantil, y atada a viejos métodos pedagógicos”. El documento señala que la experta concluye que “alfabetizarse debería considerarse una meta no de primer grado sino de al menos los cuatro primeros grados de la enseñanza primaria”.

En suma, el documento también establece que desde el punto de vista pedagógico la repetición se basa “en una serie de premisas equivocadas”. Entre ellas, menciona la idea de que si el estudiante no aprendió lo suficiente, “aprenderá si toma exactamente el mismo camino por segunda vez”, es decir, “el camino que lo hizo fracasar la primera vez”. También menciona que cuando se opta por la repetición se suele creer que el niño no aprendió nada a lo largo del proceso, que, por lo tanto, debe empezar de nuevo desde el inicio, además de que “el conocimiento y el aprendizaje operan en una dimensión lineal, siguen rutas fijas y son el resultado de la ejercitación repetitiva”.