Los creadores de Arduino definen a su producto como una “plataforma electrónica de código abierto basada en hardware y software fáciles de usar”. Plataformas hay muchas, pero ellos llegaron a liderar el mercado porque todos sus productos son libres, es decir, cualquier persona puede ir a la página y descargarlos, modificarlos y utilizarlos. El ingeniero en telecomunicaciones y docente universitario David Cuartielles, uno de los cofundadores de Arduino junto con otros cuatro profesionales, estuvo en Uruguay en jornadas de trabajo con Mark Robots –una iniciativa nacional basada en sus placas– y ofreció conferencias para docentes que miran atentamente los proyectos impulsados por la empresa a la hora de incorporar la tecnología en las aulas.
Las placas Arduino leen distintos estímulos de entrada –como puede ser la luz de un sensor– y los convierte en uno de salida –como la activación de un motor–. Además, pueden decirle a su tarjeta qué debe hacer utilizando el lenguaje de programación y el software de Arduino. Desde que se lanzó al mercado, en 2005, muchos proyectos a nivel mundial han utilizado la plataforma para crear la base de sus iniciativas. En los últimos años el crecimiento fue tal que actualmente el software se descarga una vez cada 2,6 segundos; esta cifra no es sólo indicador de la popularidad de Arduino, también señala que hay mucha gente que crea sus propias placas y le carga después el procesador.
El software de Arduino se caracteriza por ser intuitivo; lo utilizan desde aficionados a la programación, que lo aplican en un nivel doméstico, hasta grandes comunidades científicas, que lo utilizan para construir sus nuevos inventos. Según detallan los fundadores en su página web, los profesores y los estudiantes lo usan para construir instrumentos científicos de bajo costo, para probar principios de la química y la física, o para comenzar con la programación y la robótica. Diseñadores y arquitectos construyen prototipos interactivos, músicos y artistas crean instalaciones y experimentan con nuevos instrumentos musicales.
Actualmente también diseñan y producen placas y las venden a un bajo costo. Otra de sus fuentes de ingreso más importantes son los acuerdos que logran con distintos gobiernos. Según comentó Cuartielles, ya han avanzado en España y Ecuador y esperan concretar con Dubái: “Hacemos un análisis de cuál es el estado actual del sistema educativo y en qué partes podemos participar introduciendo nuestros conocimientos, que no son sólo de electrónica digital sino también de programación computacional y trabajo en grupo”.
Una de las claves en el desarrollo de la empresa es el campo educativo, ya que allí fue donde surgió. Arduino nació en el Instituto de Diseño de Interacción Ivrea, en Italia; el objetivo de los profesores era que sus alumnos de diseño y arte tuvieran “una ventaja comparativa con respecto a otras universidades, porque ya en ese momento estaba claro que este mercado iba a generar todo tipo de competitividades”, señaló Cuartielles en diálogo con la diaria. En sus palabras, la iniciativa creció por el talento de los estudiantes de diseño para mostrar de forma efectiva el resultado de su trabajo: con muy buenas fotografías y videos circulando en la web sobre los proyectos basados en Arduino, la popularidad fue creciendo sin necesidad de que ellos fueran a buscarla.
Mark Robots
En Uruguay, uno de los proyectos que utilizan las placas de Arduino es Mark Robots, una iniciativa que entrega a niños de edad escolar un kit de robótica con 150 piezas, la placa, y todo el software abierto para que se pueda seguir construyendo desde esa base. El kit le da una estructura para armar robots a la placa italiana, que viene sin elementos anexos. Las ventajas que resaltan los creadores es que el kit constituye un doble desafío: en relación al hardware, sobre cómo se arma el robot para que realmente pueda adquirir los datos del entorno y, por otra parte, cómo se lo programa, para ver qué hacer con esos datos.
Un aula con inteligencia artificial
Cuartielles tiene una mirada muy positiva de lo que el desarrollo tecnológico puede aportar a la formación de las próximas generaciones, pero no deja de ser crítico. Para él, la relación entre tecnología digital y educación es “muy complicada”: “La tecnología avanza muy rápido cada día y la educación es un sistema bastante difícil de mover: cuando se mueve desde arriba, hay mucha resistencia desde abajo; cuando se mueve desde abajo, se quedan en espacios de oportunidad para profesores que tienen interés, pero en el fondo no es democrático, porque no llega a todo el mundo”. Sobre la solución a esta contradicción, aclaró: “Hay que ver hasta dónde nos sentimos con la capacidad para empujar ese cambio; pensamos que es necesario, pero también tenemos que respetar que hay profesores que no estén preparados para ejecutar un cambio como ese. Lo que hacemos es involucrar a los docentes en los procesos de cambio para que no sean impuestos”.
Para el profesional, el rol de empresas como Arduino es intervenir en este proceso: “El docente no tiene tiempo de aprender todo, todo el tiempo, porque la tecnología avanza muy rápido y él como profesor no está enfocado en la actualización. Ahí es donde entramos nosotros, para suplir una carencia que hay a nivel social, que los gobiernos tampoco pueden suplir”. Para llenar el hueco no sólo se necesitan desarrolladores de hardware y software sino “un cambio de mentalidad: el profesorado se convierte más en un mentor que sabe cómo gestionar proyectos y recursos humanos, y ayuda al grupo a ser lo mejor posible”.
En este sentido, Cuartielles redefine el rol del docente de cara a los próximos tiempos. Se preguntó si el profesor está preparado para “dejar que sea la máquina la que enseñe al alumno y él quien enseñe a la máquina”, un escenario que ve posible en un futuro no tan lejano. “Por ejemplo, si eres profesor y tienes 50 alumnos, no puedes darle enseñanza personalizada a cada uno, pero puedes tener máquinas inteligentes que te reporten datos específicos de cada estudiante. La cuestión, en este caso, es si los profesores están preparados para soltar”, ilustró.
Para él, hay muchos aspectos de la vida cotidiana en los que las personas delegan decisiones en la tecnología, y que eso pase en el campo de la educación es cuestión de tiempo. “Ya estamos delegando mucho a la tecnología: delegamos la decisión de qué ponernos en la mañana, de nuestra consciencia de ponernos el cinturón, delegamos la memoria, porque ya ni recordamos los números telefónicos”. A los docentes que se oponen a esta idea alegando que se estaría sustituyendo su profesión con un robot, Cuartielles les dice: “Esa es una visión que no contempla cómo funciona el mundo real, donde a diario estamos fuertemente tecnificados: no querer verlo es estar ciego a la realidad”.