Con la misma energía con la que se dedica a correr carreras en varias partes del mundo, Jorge Xavier empezó un camino que dura cuatro años: el 27 de setiembre fue electo por unanimidad como decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (FCEA) de la Universidad de la República (Udelar) por el período 2018-2022. Entrevistado por la diaria, el profesor grado 5 del Departamento de Administración de la facultad se definió como un “continuador natural” de la gestión de Rodrigo Arim, a quien sucede en el cargo. En ese sentido, Xavier se dedicará principalmente a “consolidar” las transformaciones que la FCEA aprobó recientemente, como el cambio de planes de estudio y de estructura académica. Oriundo de Artigas, una de sus prioridades será continuar con el proceso de descentralización universitario comenzado años atrás, al igual que la democratización de la educación en ese nivel.

¿Con qué FCEA te encontraste al momento de asumir el decanato?

Venimos de un proceso de cambios bastante profundos durante los últimos años. El proceso de cambio de planes de estudios llevó demasiado tiempo y durante el decanato de Arim nacieron los planes de estudio 2012, que fueron complementados por una modificación de los planes de las tecnicaturas de administración. En el ámbito docente y de gestión, fui director de la Escuela de Administración y coordinador del Departamento de Administración, por lo que me tocó ser parte del proceso de discusión del cambio de plan. A ese cambio se suma el proceso de departamentalización de la estructura académica, la discusión de un reglamento de remuneraciones docentes y la definición de pautas para la asignación de horas para las diferentes actividades. Esos cambios nos generan la enorme dificultad de ponerlos en práctica. Todos tenemos tendencia a seguir comportándonos de la forma en que lo hacíamos antes, y esto nos genera cierto grado de tensión. En mi caso, al conocer todo el proceso por dentro no me generó ningún conflicto. Soy una especie de continuador natural de muchas de las cosas que había hecho Rodrigo.

¿Dónde están los principales desafíos para lograrlo?

En cualquier organización, pero en particular en el ámbito académico, los procesos de cambio tan profundos requieren de internalización y maduración, que es lo que nos hace falta. Necesitamos un proceso de consolidación de los cambios. Yo soy docente de Estrategia en posgrado y siempre digo que definir nuevas estrategias es mucho más sencillo que ponerlas en práctica. En este caso, el gran desafío es poner en práctica muchos de los desafíos que supone esta nueva forma de organización de la facultad, que además requieren consolidación. Nos exige cambiar comportamientos, que es un tema complejo, bajo la premisa de que el cambio en las reglas de juego tiene que seguir manteniendo como norte la democratización en el acceso a la enseñanza universitaria.

¿De qué forma se da esa democratización en la FCEA?

Uno debería considerarse relativamente satisfecho, porque hoy nuestra facultad es la que más estudiantes registra en toda la Udelar; debemos tener más de 20.000 estudiantes activos y recibimos a unos 4.000 estudiantes por año en las diferentes carreras. Eso es una muy buena noticia, pero el acceso a la enseñanza universitaria es algo que tenemos que seguir promoviendo. Comparativamente a nivel internacional, Uruguay sigue teniendo un porcentaje bastante reducido de población que accede a la enseñanza universitaria. De la mano de la democratización, el otro aspecto que tenemos que trabajar muchísimo es la presencia de los servicios universitarios en el interior del país. La descentralización de las ofertas para mí es un mandato. Eso también hace a la democratización. Nosotros siempre pensamos en estas ofertas desde la lógica central de Montevideo, pero hoy por hoy tenemos presencia en el interior, fundamentalmente en la región este, con centro en Maldonado, pero también en Rocha, Minas, en Treinta y Tres, y en Tacuarembó y Salto, con sus zonas de influencia. Todas estas ofertas son a partir de los ciclos iniciales optativos del área social de la Udelar, que fue una iniciativa de hace unos ocho años que supone una primera aproximación a los servicios universitarios radicados en el interior. Sin embargo, tienen dificultades, como el grado de reconocimiento de esos estudios cuando los estudiantes quieren seguir alguna de las carreras más tradicionales. En estos tres lugares también desarrollamos nuestro Tecnólogo en Administración, tuvimos ofertas en Colonia y en Maldonado que funcionaron bien, pero –principalmente por razones de financiamiento– la de Colonia se dejó de ofrecer y sólo se mantiene la de Maldonado. Son cinco semestres de cursos pensados para que esos créditos sean reconocidos en caso de que los estudiantes opten por continuar alguna de las carreras profesionales de grado. Desde hace un par de años empezamos en Maldonado la oferta de carrera de Contador Público, que tiene algunos problemas de financiamiento.

¿Cómo se proyecta la presencia en el interior?

En mi definición programática dije que para mí era un mandato mantener la presencia de nuestras carreras de grado en el interior y, en la medida de lo posible, lograr incrementarla. Es cierto que nos esperan al menos un par de años de restricciones presupuestales, pero mi compromiso es el de buscar formas de financiar esa presencia de un modo eficiente, lo que es un deber cuando se administran recursos públicos. Por ejemplo, montamos estructuras docentes para atender a 4.000 estudiantes que ingresan año a año, pero de ellos, 30% –unos 1.200– no aprueban ninguna unidad curricular durante el primer año. Nos estamos cuestionando qué está pasando con eso, pero ahí tenemos posibilidades de destinar recursos a atender carreras en el interior.

¿La facultad tiene margen para hacer redistribuciones que permitan el desarrollo en el interior sin recibir nuevos recursos?

Mi desafío para 2019 es mantener la oferta de la carrera de Contador Público en Maldonado. A medida que pasa el tiempo [comenzó a dictarse en 2016] se incorpora un año más de oferta, y ahí tenemos un costo que se incrementa y nos exige ver de qué forma la mantenemos. Estuvo presente la posibilidad de que no siguiéramos en Maldonado y yo traté de descartarla. La limitación de recursos es un problema, pero tenemos que hacer un uso eficiente. Nos genera mucho mejor resultado la oferta de cursos en el interior, directamente en el lugar de radicación de los estudiantes, que cuando los estudiantes del interior vienen a estudiar a Montevideo. Salir del contexto en el cual uno se mueve ya genera una primera causa de deserción y una dificultad en el proceso de aprendizaje. Tenemos que ir a donde están nuestros potenciales estudiantes; en este caso, el interior. En general tenemos tendencia a pensar que los cuerpos docentes están radicados en Montevideo y eso es un error: hay gente en todo Uruguay con mucho potencial. El desafío es generar llamados específicos para docentes radicados en el interior, de forma tal de que nos evitemos los costos de traslado, por ejemplo, y generar esa masa crítica a nivel docente en cada uno de los lugares en los que está presente nuestra oferta. También está proyectado con buenas posibilidades de éxito que generemos ofertas de posgrado fuera de la capital. El grueso de nuestros posgrados son pagos, entonces tenemos la posibilidad de financiarlo a través del cobro de derechos, ya que tienen una demanda muy interesante en el interior.

¿La descentralización será uno de los principales ejes de la gestión?

Los ejes principales de la gestión serán la democratización y descentralización de los servicios universitarios, y un tercero será el rigor académico en lo que hacemos. Fruto de la masificación, estamos teniendo algunos problemas de actualización en los contenidos que ofrecemos, lo que está siendo objeto de análisis en los departamentos académicos. Una de las características del plan 2012 es que incorpora flexibilidad en las trayectorias de los estudiantes, que eligen qué trayectoria siguen. En general, lo que sucede es que toman decisiones racionales y eligen aquellas trayectorias que más rápidamente los lleven al título, y no necesariamente las que les aportan más en términos de su formación. A través de las direcciones de carrera estamos tratando de hacer una especie de asesoramiento de tutoría de los estudiantes, ayudándolos a tomar las decisiones en relación con su futuro profesional, tratando de preservar ese rigor académico. Por ejemplo, hay algunas dudas con el contenido de la formación de los contadores y de los licenciados en Administración en Temas de Sistemas de Información. El desarrollo acelerado y exponencial de las tecnologías de información y comunicación [TIC] llevan a que el contenido de la oferta que tenemos haya quedado fuera de época. En este sentido, tenemos un grupo que está trabajando específicamente en el área de las TIC buscando reforzar la oferta, tanto en términos de las carreras de grado como de posgrado y de educación permanente, porque en esta área está en tela de juicio la propia naturaleza de las profesiones que nosotros formamos. Se desdibujan las fronteras de la profesión, se generan nuevos desafíos, los sectores de actividad cambian y tenemos la obligación de ponernos al día rápidamente. Lo podemos hacer en el marco de los actuales planes de estudio porque incorporan flexibilidad en el diseño y por lo tanto se pueden incorporar unidades curriculares de tipo optativo.

¿Está previsto algún mecanismo de evaluación de los recientes cambios de planes de estudios?

En este semestre los directores de carrera y un grupo de investigadores hicieron un trabajo de evaluación del funcionamiento del nuevo plan y se han detectado algunas áreas que hay que corregir. Era algo esperable, tiene que ver con las razones por las que se da la deserción, las características de los contenidos de las ofertas que hacemos, cómo y por qué los estudiantes eligen las asignaturas opcionales. De ese estudio surge un elemento que tiene que ver con la calidad didáctico-pedagógica del desempeño docente. Los estudiantes señalan que los docentes tienen tendencia a creerse que se las saben todas, a no incorporar nuevas modalidades de enseñanza. Siempre nos quejamos de que los estudiantes no leen, pero las nuevas generaciones cambiaron radicalmente, no leen de la forma en que leíamos nosotros; se vinculan con la tecnología de un modo mucho más amigable. Nuestros estudiantes no toman apuntes, graban las clases o les sacan fotos con el celular a las pantallas, o, dado que no tienen control de asistencia en la gran mayoría de las unidades curriculares, no asisten a clase y cuando tienen tiempo las siguen a través de algún medio virtual, a través del Entorno Virtual de Aprendizaje [EVA], donde colgamos clases que filmamos. Al mismo tiempo, el proceso de masificación o numerosidad en nuestras clases lleva a que los formatos de enseñanza y evaluación tengan que adaptarse. Es habitual que las unidades curriculares terminen con modalidades del tipo múltiple opción, que es una forma de evaluar conocimientos que tiene que ser consistente con la modalidad didáctica y pedagógica seguida durante el curso. Muchos de nuestros cursos siguen formatos tradicionales e incorporan una prueba múltiple opción porque tienen un número muy importante de estudiantes que evaluar; hay enormes inconsistencias. Tenemos una Unidad de Apoyo a la Enseñanza con recursos dirigidos a formar y mantener una actualización didáctica y pedagógica. Hemos hablado con la responsable de la unidad sobre la necesidad de generar propuestas de formación y actualización a nivel docente, y le he transmitido a los departamentos académicos la necesidad de que los docentes, como parte de su compromiso, al menos una vez durante los cinco años que dura la renovación de su cargo tengan que pasar por un proceso de actualización en materia de uso de estas tecnologías, de nuevas modalidades de enseñanza. Si no generamos esas propuestas, invitamos a los docentes, y dado que es una invitación la mayoría de los que tienen cargas horarias relativamente reducidas optan por no venir. Además, vamos a considerar la participación en estas instancias al momento de evaluar la renovación de un cargo.

¿Cómo te planteás atender la masividad estudiantil que se da sobre todo al principio de las carreras?

Tenemos un proyecto que se denomina Rescatate, que apunta a tratar de evitar la deserción durante los dos primeros semestres. Hacemos muchas actividades apuntando a recibir a la generación de ingreso: tenemos actividades propedéuticas, tratando de nivelar conocimientos de los estudiantes que recibimos; tenemos tutorías entre pares, en las que participan estudiantes un poco más avanzados; hacemos una actividad de bienvenida en la que el decano participa. El primer día los acompañamos, hacemos una prueba diagnóstica para evaluar en qué condiciones los recibimos, y a través de las direcciones de carrera generamos un proceso de acompañamiento pensando específicamente en los estudiantes que recibimos, como forma de darles contención. Buscamos que el proceso de inserción a la facultad les resulte amigable. Además, la gran mayoría de las unidades curriculares no tiene control de asistencia, por lo tanto, los estudiantes pueden elegir en qué horario vienen a clase. Estamos grabando en video algunas de las clases; lo que hay que hacer es un proceso de preparación relativamente breve de los docentes, porque no es lo mismo dar una clase cuando hay una cámara que te enfoca. Hace una semana aprobamos una prueba piloto que se va a hacer el año que viene: una estructura de inscripciones por bloques. Generamos tres bloques de horarios de todas las unidades curriculares del primer semestre, una seguida de la otra, de forma tal que los estudiantes elijan uno de los bloques cuando se inscriben a cursos. Además, hay clases que se dan en el Faro de la Facultad de Ingeniería [y otras en la sede central o el aulario]. Si un estudiante se tiene que trasladar de un edificio a otro para ir a una clase que tiene a continuación, ya no llega. Pensamos que tenemos que trasladar a los docentes, de forma tal que los estudiantes elijan un bloque de horario y dentro de ese bloque sepa que siempre va a ir a clase en ese horario. Esto se tiene que difundir a la interna con los docentes y para afuera con nuestra unidad de comunicación, pero creo que nos va a garantizar una mayor retención de los estudiantes.

En la FCEA muchos de los posgrados son pagos, algo que es cuestionado en la Udelar, al igual que su costo. ¿Cómo funciona el sistema de posgrados en la facultad?

A través de acuerdos con empresas, más el funcionamiento de nuestra comisión de becas, generamos un sistema de becas sólido, que funciona bien. Difícilmente alguien pueda decir que queda fuera de nuestra oferta de posgrados por una razón económica. Nuestras ofertas de posgrado y maestría tienen que ser muy rigurosas, de elevado nivel académico, y por lo tanto nos comparamos en términos de costos. No podemos ser caros, pero tampoco podemos menospreciar lo que ofrecemos a través del precio; estamos bien posicionados. Por ejemplo, para el año próximo optamos por no ajustar precios, lo que en términos reales supone una reducción, porque con ese tipo de ofertas estamos financiando otros servicios que nos interesa sostener de cualquier manera, por ejemplo, la oferta de cursos de grado en el interior. El hecho de tener cursos de posgrado pagos nos permite promover la democratización en el acceso a los servicios universitarios; lo usamos como un mecanismo de redistribución. Los cursos de posgrado pagos son los que tienen naturaleza profesional, pero no son pagos los de naturaleza académica, como la Maestría en Economía. En la generación de una maestría de naturaleza académica en administración y contabilidad tenemos un debe que estamos tratando de cubrir rápidamente. Ese es otro de los compromisos; para los próximos dos años nos planteamos el objetivo de generar esta maestría con nuestros propios recursos. Estamos empezando a trabajar en esa línea y, dado que es de naturaleza académica, va a ser gratuita.

Hace algunas semanas el consejo de la FCEA aprobó un protocolo para abordar situaciones de acoso. ¿Se plantea seguir con esa línea?

Lamentablemente, cuando uno tiene que trabajar en un protocolo para evitar el acoso es porque se dan algunas situaciones de ese tipo. Pero un motivo de satisfacción es que somos de los pocos servicios universitarios con un protocolo aprobado en esa materia, tenemos un grupo trabajando específicamente, y una de las definiciones que tomé es contar con una asistente académica que se ocupe expresamente de la prevención de las situaciones de acoso en nuestra facultad; es un tema que me interesa sobremanera promover como política de la FCEA.