¿Estimular o no estimular? ¡Esa es la cuestión! ¿Cambiaría el país si los uruguayos estuviéramos más estimulados? Cuando cursé el Instituto de Profesores Artigas tuve una docente genial; se llamaba María Vázquez de Petracca, alias Marita. Ella nos contó la siguiente anécdota: tenía dos alumnos muy parecidos, pero muy diferentes en cuanto al estudio. Uno era buenísimo, mientras que al otro no le gustaba estudiar y buscaba cualquier motivo para no ir a clase. Además, era muy bueno en atletismo, por lo que al integrar la selección del liceo tenía muchos motivos para faltar. Una vez Marita puso un escrito y el brillante hizo un trabajo muy bueno, de modo que cuando se cruzó con él en el patio del recreo le dijo: “¡No te imaginás lo contenta que estoy con el escrito que hiciste!”. La cuestión es que se había confundido, y el destinatario del elogio era el mal estudiante. Pero a raíz de ese error sucedió algo interesante. El mal alumno empezó a interesarse en el curso y llegó hasta a dejar de ir a atletismo debido al estímulo que significó para él el comentario de la profesora.

Creo que, al menos en Uruguay, no se ha profundizado mucho en la importancia del estímulo como elemento para mejorar el rendimiento de los estudiantes. Lo mismo ocurre para su contrario: el desestímulo que provocan comentarios negativos con respecto a la capacidad del estudiante. Muchas veces los docentes olvidamos lo importante que es el estímulo para ellos y no lo practicamos. Es como la fuerza motora de la voluntad. Aclaración: estimular no es manipular al alumno diciendo cosas que no son, el caso de Marita fue un error involuntario que reveló la importancia del estímulo, pero no es cuestión de andar por los corredores y salones de clase estimulando sin razón.

En mi experiencia he visto muchos alumnos con baja autoestima con respecto a su rendimiento en matemática que crecen mucho al trabajar con ellos individualmente y hacerles ver que tienen una buena capacidad en esa materia. ¿Quién puede decir que no precisa del estímulo para crecer? Siempre se habla de que los bebés están muy estimulados en sus hogares y que eso está vinculado con el buen rendimiento académico. Por eso creo que los docentes debiéramos estimular más. Y hago este planteo aun sabiendo que el sistema educativo uruguayo es de los más desestimulantes para los docentes que yo haya visto. En general, existe una profunda desconfianza acerca de nuestras prácticas. En nuestro sistema educativo la confianza mutua está totalmente descartada, salvo honrosas excepciones. Una vez leí un artículo que decía que el éxito de Finlandia en la educación se debía a que su modelo estaba profundamente basado en la confianza, no en la desconfianza. Quizá ese sea un indicio de la distancia que nos resta para mejorar los magros resultados que estamos teniendo.

¿Recuerdan la frase de Arquímedes: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”? Podrán darse cuenta de que ese punto de apoyo para cambiar el mundo (de la educación) es el estímulo.