En el final de 2018 ya se comenzó a sentir que se acercan las elecciones. En las campañas hay temas que se colocan en el centro de la escena mediática y todo hace indicar que el año que viene la educación será uno de ellos. Sin embargo, ello no quiere decir que el tema sea debatido con el enfoque y la profundidad necesarios, ya que ello no siempre es compatible con las estrategias comunicacionales de los diferentes candidatos. la diaria consultó a tres especialistas en educación respecto de cuáles deberían ser los temas sobre los que habría que poner el foco y cómo correspondería encarar el debate educativo en el año electoral.

María Ester Mancebo, docente investigadora del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), aclara especialmente que la agenda electoral y la de gobierno no siempre coinciden cuando un presidente resulta electo. Según explicó, el resultado de la elección es importante para saber cuáles de las promesas de campaña se podrán concretar con más facilidad, ya que a partir de ahí se puede saber cómo será la distribución de fuerzas entre los partidos y qué alianzas serán necesarias. Entre otras cosas, ello determina en buena medida qué personas ocuparán los distintos cargos encargados de diseñar y ejecutar las políticas públicas. Justamente, Mancebo señaló que es en la implementación “donde realmente se juega el partido”.

En relación a la forma en que están encarados los debates en Uruguay, para la politóloga se necesita “ganar en calidad de democracia”, y para ello es deseable que los partidos y candidatos presenten alternativas concretas de políticas. Según agregó, una muestra de ello surge de un análisis de los capítulos sobre educación de los programas de los partidos políticos para las elecciones de 2014, en los que “había que buscar las diferencias con lupa”. Para conocerlas, un mejor método que analizar lo escrito en los programas era saber quiénes asesoraban en el tema a los candidatos, explicó. Por lo tanto, llamó a la “responsabilidad de la clase política y de los asesores”, quienes deben tomar posición sobre los diferentes temas y no sólo limitarse a “escuchar a la ciudadanía”.

Para Antonio Romano, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Udelar y director de Planificación Educativa de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), el debate educativo debe “superar dicotomías”. Entre ellas, nombró las de “técnicos versus docentes, sindicatos contra reformistas, y personas bien intencionadas que quieren modificar las cosas ante quienes quieren mantener su trabajo y que no los molesten”. Según Romano, “lo peor es convertir a la educación en un ámbito de caza, aunque también es interesante que se discuta, pero que se discuta de verdad”, reclamó.

Foco en media

Tanto Romano como Mancebo coincidieron en que uno de los debates más importantes debería girar en torno a cuáles son los instrumentos para generar las transformaciones necesarias en la educación media. En ese tramo, el diagnóstico ya es conocido y para Mancebo los indicadores son “alarmantes” al menos desde hace un cuarto de siglo. Como ejemplo, mencionó que solamente entre 30% y 40% de los jóvenes egresa de ese tramo en tiempo y forma, sumado a que la chance de terminar sexto de liceo es de 15% en los sectores más pobres. Sin embargo, esos números no se explican solamente por motivos socioeconómicos, ya que entre los jóvenes de sectores con mayores ingresos solamente 71% culmina la educación media superior. Para la investigadora hay acuerdo en el diagnóstico y en la necesidad de universalizar la educación media, pero “no llegamos a discutir cuáles pueden ser caminos a recorrer para transformarla”.

Según Romano, este es “el momento de generar condiciones para un acuerdo sobre algunos temas fundamentales”, algo que no deben hacer solamente los partidos políticos y los sindicatos, sino también el Sistema Nacional de Educación Pública a su interna. Dentro de esos temas, el más importante debería ser “cómo logramos que la educación media forme parte de la educación obligatoria” para todos los jóvenes uruguayos. En ese sentido, planteó tres temas a discutir para lograr una transformación de ese tramo que le permita deshacerse de su tradición de selectividad para el ingreso a la formación terciaria. En primer lugar, señaló que “no podemos seguir teniendo los actuales índices de repetición en educación media básica”, y para ello propuso “radicalizar” medidas como la circular que aprobó a principios de año el Consejo de Educación Secundaria que establece que los liceales que repiten el año no deben volver a cursar las materias que hayan aprobado. Como tema de fondo, Romano entendió que es necesario discutir “en qué medida la repetición garantiza que los estudiantes tengan mejores aprendizajes”.

En relación a los bachilleratos, consideró que la centralidad de los exámenes “no tiene ningún sentido hoy”, ya que ello fue pensado con la idea de preparar a los jóvenes para ese tipo de pruebas en la universidad, donde dejaron de ser obligatorias. “En bachillerato hoy los estudiantes no aprueban la asignatura, exoneran el examen. ¿Cómo es posible que cuando hablamos de educación obligatoria esa sea la modalidad natural de aprobación de unas materias?”, reflexionó. Finalmente, Romano cuestionó el carácter preuniversitario de los bachilleratos con orientaciones hacia “un conjunto minoritario” de carreras universitarias que en su mayoría ya no piden una orientación previa específica para el ingreso.

A tierra

Para Mancebo es clave que en campaña electoral se diga qué instrumentos de política se podrían manejar para transformar la educación media, y como algunas posibilidades planteó la extensión del tiempo pedagógico en una porción significativa de centros, cambios en los planes de estudios o dotar de más poder a los liceos y escuelas técnicas. En suma, indicó que otro tema que debería discutirse en 2019 es la transformación de las condiciones de trabajo de los docentes y en particular las asignaciones horarias. “En educación los cambios profundos van a tener costos; las medidas menos conflictivas, como aumentar los salarios, ya se han hecho y obviamente generan bienestar y satisfacción, pero las transformaciones profundas no se hacen sin costo”, evaluó.

En relación a las políticas del actual período de gobierno, la politóloga mencionó que la territorialización de las políticas “es casi la única” que “tiene una gran potencialidad” y “creatividad”. En suma, reclamó una mayor discusión sobre las alternativas de tercerización de la educación a organizaciones de la sociedad civil o instituciones privadas, como la que se desarrolla en los centros CAIF, donde no es el Estado el que brinda el servicio directamente.

Según Nilia Viscardi, docente e investigadora del Instituto de Educación de la FHCE, en el debate público debe “romperse la asociación de sentido común” que reduce la educación solamente al ámbito formal y excluye muchas experiencias y prácticas que no se conocen tanto. Para la académica deben retomarse los planteamientos del Congreso Nacional de Educación, “que es la herramienta que existe en Uruguay para abrir el debate y las propuestas”. Si bien valoró avances de los últimos años, como la expansión de la educación inicial o la apertura de nuevos centros educativos, dijo que es necesario pensar transformaciones “a través del conocimiento y la comprensión de lo que es educar en el siglo XXI”.

Riquezas y dificultades

Para Viscardi, a partir de lo planteado en el último congreso deberían surgir “propuestas osadas” en torno a tres áreas temáticas: familia, masculinidades y género; medios, cultura y políticas lingüísticas; y la transformación de la vida cotidiana de los centros educativos. En relación al primero, señaló que hay un debate instalado en la sociedad acerca de si la heterosexualidad es el único modelo a seguir o si es uno más. Además, entendió que “es muy importante que los derechos sexuales y reproductivos de niños, adolescentes y jóvenes sean garantizados” porque “tienen derecho a conocer todas las opciones sociales y a ser respetados en sus opciones”, y alertó del “riesgo de retroceder” en materia de educación sexual y reproductiva. “Una de las formas de disminuir la violencia social es que los niños y adolescentes desde jóvenes puedan rever los aspectos más violentos del patrón heterosexual tradicional, que para muchos tiene bondades, pero también tiene algunas dificultades. Hay que capitalizar lo antiguo y escuchar a la sociedad, porque si no hay riesgo de fragmentación”, consideró.

Acerca del vínculo entre medios, cultura y políticas lingüísticas, Viscardi llamó a “seguir fortaleciendo la renovación pedagógica al interior de la enseñanza pública” profundizando la alianza entre diversos profesionales como “historiadores, cientistas sociales y artistas”. En suma, planteó que también debe haber vínculo con “nuestro capital a nivel tecnológico”, por ejemplo con el Plan Ceibal o Antel, lo que “puede dar lugar a una gran renovación para seguir fortaleciendo una cultura de calidad, que sea un arma de combate al mal uso del Whatsapp o del Facebook”. La académica entiende que ello debe hacerse “a través de la defensa de la lectura y de la escritura tradicional, pero renovando los libros y la forma de enseñar”.

Para Viscardi, una mayor democratización de la educación no podrá lograrse sin que se cambie la “vida cotidiana de los centros”. En concreto, habló de la necesidad de respetar los derechos adquiridos por los docentes pero también de rever la forma de contratación de los educadores, que en primaria es con cargos de 20 horas semanales y en educación media con asignaciones de horas. Además, evaluó que actualmente “hay una muy mala relación, sobre todo en enseñanza media, entre la cantidad de horas aula, la cantidad de horas de recreo y lo que se hace en ese tiempo libre, las horas de coordinación docentes y las horas de participación para los estudiantes”. Para paliar esto, señaló que es clave una “revisión de las relaciones de convivencia” y de la noción del cuerpo en la educación. “Venimos de una cultura en la que se dice que para aprender hay que estar quieto, vemos al deporte y a la educación física como una asignatura más y como algo secundario, pero los niños y adolescentes necesitan mover su cuerpo en una relación balanceada entre el disfrute, el goce, la energía y el aprendizaje”, definió.

Según valoró, en Uruguay “lo más difícil está en su mayor riqueza”, ya que “tenemos una tradición escolar en primaria y secundaria que es muy fuerte”, a partir de “los fundamentos de la educación vareliana, la creencia en la igualdad o la defensa de lo público, y con una ley de educación que instaura nuevos derechos”. Ese aspecto positivo “también significa que cuando se quiere transformar la educación nos encontramos con dificultades que tienen que ver con tradiciones, con reglamentaciones, con normas”, dijo. “Quienes fundan tienen otra dificultad, la de instalar nuevos sentidos, pero a la ANEP le toca transformar una institución muy antigua”, en la que se da “la batalla entre los antiguos y los nuevos sentidos”, agregó. Por lo tanto, consideró necesario concretar la elaboración de un plan nacional de educación.