Desde 2011 la Escuela de Artes y Artesanías Dr. Pedro Figari, del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU) tenía un anexo: además del local más conocido en la calle Durazno, un segundo local funcionaba sobre la Peatonal Sarandí, en Ciudad Vieja. El anexo surgió en 2011 y permitió desarrollar muchos cursos mientras se reformaba el local del barrio Palermo. En la escuela se desarrollan bachilleratos, cursos y capacitaciones en pintura artística, escultura, cerámica, joyería, engarzado en piedras preciosas, violería, serigrafía, restauración, telar, carpintería artesanal, muralismo, tapiz, entre otros.

Margarita Cousillas, funcionaria del anexo, contó a la diaria que el 6 de febrero, cuando se reintegraron, a varios trabajadores no les funcionaban las claves de las computadoras, y cuando pudieron ingresar al sistema de bedelías se dieron cuenta de que “el nombre de la escuela había cambiado de Escuela de Artes y Artesanías Dr. Pedro Figari a Escuela Técnica Sarandí”. A su vez, tampoco podían ingresar al sistema de la sede del barrio Palermo, ni viceversa.

Estudiantes, funcionarios y docentes se reunieron, alarmados por esta situación. Según un comunicado del colectivo, cambiar el nombre del centro a “escuela técnica” “significa sustraerla del ámbito de la enseñanza Artístico Artesanal, ya que en ella se ofrece parte sustancial de la currícula de la Escuela Figari”. Cousillas, que integra el Secretariado de la Asociación de Funcionarios de UTU, expresó que “para un artista no es lo mismo presentar un currículum que diga que estudiaste en una escuela de arte a decir que estudiaste en una técnica, y lo mismo les pasa a los docentes”.

El jueves 22 de febrero hubo una reunión bipartita en la que se trató este tema. El integrante del CETP Freddy Amaro, consejero en representación de los docentes, explicó a la diaria que en general, cuando un anexo ya funciona desde hace varios años y los cursos se mantienen, “vamos resolviendo pasarlo a escuela”. El objetivo, explicó, es “mejorar la gestión; al no tener un equipo de gestión específicamente ahí, aumentaron la cantidad de cursos, las orientaciones”, y hubo “complejidades en la gestión”. Señaló que el pasaje a ser una escuela va a implicar un fortalecimiento de la gestión, por ejemplo, con partidas que se destinan por escuelas, no por anexos.

Por su parte, Cousillas expresó que el cambio a escuela técnica podría implicar el cambio de los cursos. “Te pueden poner un curso de panadería, porque entra en una escuela técnica”, sostuvo. Ante esto, Amaro afirmó que también pueden agregarse cursos en la Escuela Figari, y que los cursos son iguales, sin importar en qué centro educativo curse el estudiante. Puso como ejemplo que hasta hace unos años había un curso de cerámica en la Escuela Técnica de Castillos, “y no era de segundo nivel, era el mismo curso” que el que se da en la Figari. “Fortalecemos la idea de que el estudiante, independientemente del lugar al que ingresa, pueda tener el mismo egreso, el mismo equipamiento y los mismos requisitos para los docentes”. Amaro comentó que no están pensando en abrir cursos en la Escuela Sarandí, pero mencionó que eso sucede en otros centros. Puso el ejemplo de cursos de administración que se abren en escuelas agrarias o que cursos que se dan en el Instituto Tecnológico Superior se abrieron en la Escuela Técnica Arroyo Seco: “El egreso es el mismo; lo que se certifica es el curso, independientemente del lugar donde se curse”.

El consejero puntualizó que reconoce “la identidad de la Escuela Figari, pero esa identidad es de la escuela de la calle Durazno, no la de Sarandí”, y reivindicó que en la Figari se mantienen cursos, pese a que en algunos hay pocos estudiantes. Se manifestó abierto a quitar del nombre de la Escuela Sarandí la referencia a “escuela técnica”, pero aseguró que la decisión de crear un nuevo centro “está tomada”.

El colectivo de la Escuela Figari no quedó conforme con las explicaciones. En un nuevo comunicado reafirmaron su “categórico rechazo” a la decisión, que consideran “arbitraria”, y aseguran que seguirán movilizándose en defensa “de la educación artístico-artesanal”.