1. Los docentes y la Universidad de la Educación

Sorprende en este último tiempo la producción de documentos que pretenden justificar por qué sí o por qué no una Universidad de la Educación (Uned) para Uruguay. Algunos opinan desde la vereda de enfrente, con fundamentos parciales de lo que conocen, mientras que otros –muchos– lo hacen basados en datos que desconocen o no quieren reconocer. En estos últimos diez años la formación de los educadores uruguayos ha desarrollado espacios de formación académica y espacios institucionales (1) de trabajo colectivo de los órdenes que crean un escenario esencialmente diferente al de otros tiempos, cuando se discutieron otros proyectos de ley de creación de una institución universitaria. (2)

Proponemos analizar el escenario en que nos encontramos, con el objetivo de evidenciar que el contexto institucional y político actual demuestra la madurez de la idea de un espacio universitario para la formación de educadores.

Quisiéramos apostar a que no volverá a naufragar el proyecto en el Parlamento, porque eso dejaría a la formación de los educadores uruguayos en un espacio institucional extremadamente vulnerable para atender las demandas educativas de la sociedad uruguaya.

En estos casi cinco años como consejero por el orden docente se dieron varias acciones en pos del desarrollo de un espacio universitario para la formación de educadores, de forma tal que la sanción parlamentaria no constituya un simple cambio de chapa. Quisiéramos destacar dos fases del proceso. La primera, en el marco del Plan 2008, que consistió en la creación de los departamentos académicos y en la realización de los primeros diplomas en Educación y Desarrollo, Gestión de Instituciones Educativas, Didáctica de la Enseñanza Media y Didáctica de Educación Primaria. Esto dio la opción de iniciar estudios de posgrado a un número importante de docentes, haciendo visible la idea de que una institución que forma educadores debe generar y sostener una oferta de formación de posgrado. Esto último no se logró, y una de las razones fue la imposibilidad de encontrar a nivel nacional aliados institucionales públicos que permitieran acompañar el desarrollo de oferta de titulaciones de posgrados que, en ese momento, eran muy incipientes en la oferta universitaria pública. Las razones no son únicas, pero seguramente el trasfondo de todo decanta en dos tradiciones diferentes de la concepción de la formación docente que coexisten en tensión: la normalista y la universitaria.

Durante mucho tiempo la formación de los educadores se pensó desde la dimensión del grado y fueron pocas las acciones permanentes que atendieron la formación posterior. En esta mirada estaba la concepción de, primero, ejercer durante un período de tiempo, sólo con la formación de grado (al menos ocho años) (3), para luego acceder a la formación complementaria que permitiera profundizar o especializar a un educador. Si bien la experiencia es un componente importante para el desarrollo profesional, la formación continua en el marco de una institución que produzca conocimiento acerca de la enseñanza, el aprendizaje y la educación en general es clave para lograr cambios cualitativos en la formación de los educadores.

En una segunda fase se avanzó en la creación y puesta en funcionamiento de estructuras de participación de los órdenes, a nivel local y nacional, tales como las comisiones nacionales de Carrera y la comisión de Enseñanza y Desarrollo Curricular. La elaboración de la organización académica para la estructura docente permitió definir los perfiles de los grados académicos, las funciones y elementos para su evaluación, proceso que contó con la participación de delegados de la Asamblea Técnico Docente, del gremio docente y de los estudiantes.

Además, se trabajó la formación de posgrados como línea prioritaria para avanzar en la conformación de cuadros académicos que puedan sostener la investigación en el corto y mediano plazo. Así, se están desarrollando actualmente dos maestrías en Educación, Sociedad y Política en convenio con FLACSO; se realizaron dos cohortes de la Maestría en Gramática con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Udelar); se desarrollaron tres cohortes del Diploma en Física con la Facultad de Ciencias de la Udelar; se desarrollaron tres cohortes de Especialización en Didáctica de la Geografía; se realizaron cohortes del Diploma en Matemática con la Udelar; se está desarrollando el Diploma en Dificultades de Aprendizaje con opción en Educación Especial o Diversidad; desde 2016 se realiza la Maestría y Especialización en Educación; y en 2017 se acordó con la Universidad Pedagógica de Argentina, en modalidad semipresencial con jornadas presenciales en Montevideo, la Maestría en Formación Docente.

Respecto del desarrollo de la investigación, el Consejo de Formación en Educación se ha incorporado al programa de Investigación en Educación con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, lo que ha significado la financiación de proyectos de investigación elaborados por grupos de docentes.

Además, en estos últimos años se han desarrollado llamados a educadores a integrar equipos de investigación con instituciones de la región en diferentes niveles de formación. (4)

En síntesis, desde el espacio de representación de los docentes y los estudiantes se han venido realizando esfuerzos sostenidos a los efectos de favorecer la construcción de un escenario institucional que permita el desarrollo de las funciones de enseñanza, investigación y extensión.

2. ¿Sobre qué objetos de investigación se construye una Uned?

La investigación que proponemos está enmarcada en la construcción de líneas y objetos de investigación que dan identidad a la institución; no se trata específicamente del desarrollo de conocimiento en relación con los diferentes campos disciplinares, sino en su relación con la enseñanza. Esto ha estado presente en la mayoría de las propuestas de formación cuaternaria que se vienen ofreciendo hasta el momento.

Sostenemos que existe un “conocimiento de borde” que tiene que ver con el saber a ser enseñado, como argumenta, entre otros, Ives Chevallar. A tales efectos, es necesario distinguir el desarrollo del conocimiento en función de la lógica disciplinar, del desarrollo del conocimiento en una lógica de ser enseñado y aprendido en un contexto educativo específico. De esta forma, la identidad profesional del educador se desarrolla no sólo en función del dominio específico de una disciplina, sino en la conjunción de disciplinas, dentro de las cuales las que refieren a la enseñanza, al aprendizaje y a la educación en general cobran un importante sentido. Todo esto en clave de una relación no dicotómica entre teoría y práctica, basado en la amplia producción pedagógica nacional y latinoamericana que nos caracteriza.

La institución que forme educadores debe proponer líneas de investigación que nutran la enseñanza y la extensión, para lo cual el modelo simultáneo de formación parece ser el más conveniente. Tal como lo plantea Esteves7 (2006), la razón que avala la sustitución de los enfoques consecutivos por enfoques simultáneos parte de la idea de que, cuando se estudia una disciplina científica con la mentalidad de enseñarla, se van elaborando estrategias didácticas al mismo tiempo que se asimilan los contenidos científicos, perfilando desde el inicio de la formación una identidad profesional como docente.

3. La formación de educadores ha tenido una cobertura nacional

La existencia de 33 centros en todo el territorio constituye la principal potencialidad de la formación de los educadores en sus cinco carreras, puesto que potencia el desarrollo de miradas sobre las perspectivas que el acto educativo tiene en cuanto a la formación en ciudadanía de los sujetos.

Además de las clásicas carreras de Magisterio y Profesorado, la expansión mesurada de las nuevas formaciones de maestros técnicos, educadores sociales y maestros en primera infancia permite tener una perspectiva más amplia, instalando en nuestra sociedad la formación en tecnicaturas y carreras de grado que satisfacen las demandas educativas para un desarrollo sustentable de la sociedad, en términos de derechos humanos.

Por eso es que la Uned es una prioridad, una necesidad que no puede ser cubierta por otra alternativa que no sea la de la creación de una institución donde se forme a los educadores en todas las sedes con las que cuenta el país. No se trata de discontinuar un proceso histórico de acceso a la educación terciaria en todo el país, sino que se debe seguir propiciando políticas educativas que permitan desarrollar la producción de conocimientos, que potencien la enseñanza y profundicen la extensión, para lo que la relectura de tradiciones pedagógicas nacionales es un lugar por donde comenzar.

4. A modo de cierre

La creación de la Uned cuenta con el apoyo manifiesto del CFE y del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de la Educación Pública,8 de los rectores de Universidades Pedagógicas Latinoamericanas (5) y del último Congreso de Educación.

La Uned está tan cercana como lejana; depende de cuán precisos seamos en hacer comprender que no es un antojo ni un capricho, sino una necesidad en términos de abordar un enfoque sistémico de la formación de los ciudadanos. La necesaria discusión y los matices que puedan surgir acerca de qué universidad queremos para la formación de educadores no debería invisibilizar la necesidad de su creación. Se trata de reconocer parte de lo que ya hemos hecho en la transformación hacia prácticas institucionales propias de los espacios universitarios, pero también de identificar cuánto nos falta, reconociendo que eso que aún nos falta desarrollar está atado a una legalidad universitaria.

En este contexto, nos encontramos discutiendo una estructura académica y un plan que se adecue a las características de un modelo universitario de formación. La clave está en que estos cambios se procesan en estructuras de participación de los órdenes, tales como las Comisiones de Carrera y la Comisión de Enseñanza y Desarrollo Curricular. Es de destacar el esfuerzo que han hecho los representantes docentes y estudiantiles que integran estos espacios, contribuyendo a crear una cultura de la participación más cercana al cogobierno de los ámbitos universitarios.

Docentes y estudiantes han trabajado con la fuerte convicción de que la institucionalidad la construimos haciendo, reflexionando y dando cuenta de nuestras acciones. Transitar hacia la Uned autónoma y cogobernada es una meta que no admite postergación.

Como siempre, los desafíos que nos interpelan son múltiples, y asumirlos como orden es un paso que hay que dar con firmeza pero sin prisa, para desarrollar un camino seguro para los educadores uruguayos en la construcción de ciudadanía y fortalecimiento de la democracia en clave latinoamericana.

A 100 años de la reforma de Córdoba, entendemos que la creación de la Uned revive y actualiza la misión de la Universidad Latinoamericana como un legítimo legado transformador de la sociedad, que interpele y responda a las circunstancias vitales de los pueblos.

Maestro Edison Torres, consejero electo por los docentes a nivel nacional del Consejo de Formación en Educación, y profesor Gustavo Bentancur, docente con horas de apoyo a la secretaría del Consejero Docente.

1. Acta 1, resolución 35 del 31 de enero de 2014, del CFE.

2. Proyecto de ley del Frente Amplio y del Partido Colorado, legislatura 2010-2015.

3. Llamados de la Administración Nacional de Educación Pública para cursos o formaciones desarrolladas en el Instituto Magisterial Superior o en el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores.

4. Llamados a integración de equipos de investigación regionales en la órbita del sector educativo Mercosur.

5. Esteve, José Manuel (2006). “La profesión docente en Europa: perfil, tendencias y problemática. La formación inicial”, Educación, Nº 340, mayo-agosto 2006. Universidad de Malága. Pág. 19-86, Ministerio de Educación y Ciencia.