“No somos tomados como sujetos de derecho porque eso es lo que nos hacen creer. Sólo somos algunos, ahora, capaces de despertar y darse cuenta de que realmente tienen derecho a formar parte de la sociedad”. Así de enfática es la declaración elaborada por niños y adolescentes de Uruguay, Argentina, Chile, Guatemala, El Salvador y Nicaragua que participaron en un encuentro regional organizado por Redlamyc, una red de organizaciones que aboga por los derechos de niños y jóvenes. El objetivo fue reunir a los adolescentes que en sus países estaban trabajando en temas de inversión económica y participación para generar una visión latinoamericana. Durante tres jornadas compartieron sus experiencias. Concluyeron que era necesario exigir “presupuestos reales, transparentes y participativos”, tal como plantea la Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU).
En la declaración final del encuentro, los niños y adolescentes afirmaron: “Queremos defender nuestras opiniones, buscamos ser escuchados y cambiar el criterio de los que creen que las cosas están bien como son, para tener una verdadera justicia social y política”. Se refirieron en particular al gasto público y comentaron al respecto: “Si el problema fuese el dinero, nosotros opinamos que realmente sí hay, lo que no está bien es la distribución de este. El Estado siempre trata de distraernos con proyectos que no son necesarios o son sobrevalorados”.
Una observación que el Comité de los Derechos del Niño de la ONU hizo en 2016 sobre el gasto público y los derechos del niño establecidos en el cuarto artículo de la Convención de los Derechos del Niño buscó darle más precisión a su redacción, para favorecer su cumplimiento por parte de los estados. Sin embargo, Marcelo Ventos, uno de los coordinadores del evento, dijo que “los marcos normativos son necesarios pero no suficientes para que algunos derechos avancen” y, en ese entendido, agregó que “se visualiza la importancia de garantizar los procesos de participación de los niños y adolescentes en los ciclos presupuestales, pero todos sabemos que esas prácticas políticas están lejos de las realidades de nuestros países”.
En diálogo con la diaria, Ventos barajó tres posibles caminos para generar una participación real de los jóvenes, que influya en la toma de decisiones. Por un lado, planteó que “se podría pensar en generar presupuestos participativos con montos determinados, con los que los niños o adolescentes puedan decidir qué hacer”. En segundo lugar, mencionó que “hay recursos asignados a determinados proyectos específicos que incentiven la participación de jóvenes”; finalmente, consideró que sería bueno “visibilizar la inversión pública, generar un espacio de diálogo en el que se den la reflexión y el posicionamiento de postura en relación con lo que puedan decidir los niños y adolescentes”.
La educación
Más allá de estos tres posibles caminos a seguir para aumentar la participación juvenil, Ventos aclaró que “son posibilidades a construir” y que, por ese motivo, es importante avanzar en prácticas educativas que desarrollen algunas capacidades tanto en los adultos que trabajan con niños como en ellos mismos, para que así puedan empezar a promover y garantizar sus propios derechos.
Cada grupo de estudiantes llegó a Uruguay con un proyecto que desde alguna arista profundizaba en el tema de la inversión estatal destinada a la juventud. Los países del sur (Argentina, Chile y Uruguay) se enfocaron en la creación y estudio de prácticas educativas que empoderen a los jóvenes de herramientas para la toma de posturas. Por su parte, los representantes centroamericanos (Guatemala, El Salvador y Nicaragua) venían trabajando sobre la incidencia del presupuesto del gobierno en el cumplimiento de los derechos de niños y adolescentes.
“Ellos venían pesquisando en sus distintos países sobre estos temas. El punto en común fue que no había tantas prácticas en las que los adolescentes puedan ir a informarse sobre qué recursos se están invirtiendo”, comentó Ventos. También destacó que una conclusión general a todos los países fue que sólo “hay excepciones de participación, y se marcó lo lejos que están los gobiernos de considerar a los jóvenes”. En todos los casos, niños y adolescentes subrayaron que las áreas en las que hay que seguir trabajando en mayor medida son la educación y la salud. El encuentro contó con la participación de varios adultos, entre ellos el sociólogo Gustavo de Armas, de UNICEF; Dulce Castillo y Luis Albernaz, consultores del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes, y de Luis Pedernera, abogado y representante del Comité de los Derechos del Niño. Para Ventos, el intercambio con referentes “es parte de los aprendizajes; se generan condiciones para que los técnicos, que trabajan hace mucho tiempo en estos temas, los puedan transformar en un lenguaje que el adolescente comprenda y le permita posicionarse”.