El área de Comunicación Educativa y Comunitaria de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar) tiene como uno de sus ejes de trabajo investigar cómo los jóvenes, en tanto ciudadanos, pueden formar alternativas en la construcción de lo público. En este marco, hicieron un acuerdo con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) para desarrollar un proyecto sobre la participación de los adolescentes y jóvenes de enseñanza media. El lunes presentaron los resultados preliminares del trabajo de campo, realizado en los liceos 30, 71 y 12 de Montevideo y en las escuelas de UTU del barrio Lavalleja de Montevideo, y de Barros Blancos y Sauce, en Canelones. Pudieron determinar que hay varios mecanismos de participación marcados por el contexto institucional y del barrio, y que dos grandes llamadores son la convivencia y la propia currícula académica.

La metodología fue participativa, y se realizaron microprocesos de esa corriente de investigación, según comentó a la diaria uno de los docentes de la FIC que integra el proyecto, Martín Martínez. Se dividieron en grupos de cuatro estudiantes de la FIC por institución y trabajaron en territorio en cuatro instancias. La pregunta que englobaba a los seis grupos era si “la participación de los estudiantes transforma la organización”. En base a esa interrogante, cada grupo planteó una propia, de acuerdo a las diferencias de cada contexto. Con esa pregunta específica como guía, construyeron diferentes mecanismos de intervención que tenían en cuenta la realidad de cada institución.

Algunas propuestas tuvieron en común el hecho de que trabajaron sobre “los lugares que los adolescentes y jóvenes transitan más allá del aula. Se hicieron mapas de los lugares y veían qué cosas se hacían desde ahí; por ejemplo, un grupo trabajó en los pasillos de un liceo”, comentó Martínez. En cada institución trabajaron con adolescentes agrupados de diferente manera; a veces eran conjuntos de delegados, otras instancias se dieron con clases enteras y en algunas oportunidades eran participantes de un proyecto que ya existía en la institución.

Cada equipo tuvo un desarrollo diferente, pero se pueden encontrar ciertas similitudes entre los grupos que trabajaron en liceos y aquellos que lo hicieron en escuelas de UTU. Por un lado, mientras que los liceos tenían una sola lógica institucional, las escuelas técnicas tenían diferentes posibilidades, como la Formación Profesional Básica, el Ciclo Básico y las diferentes partes técnicas, lo que deriva en distintas formas de participación y niveles de interés por parte de los estudiantes. Según Martínez, el contexto de la institución influye en el grado de participación de los jóvenes: “Parece ser que en la UTU hay una relación más fuerte con el contexto, porque en esos casos marcó mucho más la dinámica”, explicó.

“Es interesante observar la diversidad de lógicas de participación. Por un lado se trabajó en aulas, y en ese caso en la UTU se vio el interés de los chicos por poder generar las condiciones acordes para poder transitar y egresar, con el fin de luego poder trabajar. En otros lugares se vieron espacios donde son los propios docentes quienes los construyeron [los dispositivos de participación] y los jóvenes los recrean. También se distinguieron, principalmente en los liceos, espacios creados por los propios estudiantes donde se trabaja más la parte de convivencia que lo curricular”, desarrolló Martínez.

Con respecto a la pregunta inicial, el docente de la FIC concluyó en que “a partir de subculturas puestas en juego en la institución, los jóvenes construyen un ‘nosotros’ que transforma la institución, aunque muchas veces no logran relatarlo de forma clara; se dan cuenta que a partir de ciertas acciones construyen transformaciones pero no llegan a analizarlas”.