El Grupo de Reflexión en Educación (GRE) es, según la definición de Miguel Soler Roca, uno sus integrantes, “una agrupación social liviana”. Una decena de personas dedicadas a la educación, que se reúnen en sedes diversas –últimamente en la Fundación Mario Benedetti–, que cuentan con “un mínimo presupuesto para el que nunca se pidió subsidios, una agenda abierta a las contingencias del presente, a las convicciones heredadas del pasado y a los interrogantes que asoman de un futuro rico en inquietantes desafíos”. Desde 2009 y con diversas integraciones, el GRE ha debatido, ha escrito y se ha expresado sobre las principales discusiones educativas: el acuerdo interpartidario sobre educación de 2012, el Congreso Nacional de Educación, los proyectos de universidad de la educación y la construcción de un Plan Nacional de Educación, entre otras. Gran parte de los aportes que han realizado los educadores desde el GRE se condensan en el libro Punto y seguido. Diez años de debates, elaboraciones y propuestas, que fue editado por el grupo y presentado el martes en la sede del PIT-CNT (se puede descargar de su web).

En el epílogo, de Soler Roca, se fundamenta la oportunidad de la publicación que en un período electoral puede resultar “de útil evocación”. “La educación es ubicada entre las prioridades obvias que constan en los programas electorales, discursos y debates. Sin exponer mayores razones y basándose principalmente en algunas estadísticas, siempre expuestas a controversiales interpretaciones, un considerable número de partidos afirma que en su estado actual nuestra educación pública padece una indiscutible crisis y en su conjunto es percibida como un verdadero desastre. Afirmo que no es así, que los componentes del mal llamado desastre son casi siempre carencias cuyo origen está fuera de las escuelas, los liceos, los talleres de la UTU. La tan invocada crisis no es de la educación sino, cuando ella realmente existe, de la sociedad entera”.

El prólogo, en este caso del también miembro del GRE Limber Santos, esboza algunas de las preguntas fundamentales que retoma el libro. “En un proceso que ya es de larga duración, el lenguaje y el pensamiento pedagógico han ido cediendo terreno ante la creciente legitimación excluyente y restrictiva de miradas economicistas y cuantitativas”, lo que, señala, “ha provocado una sensibilidad tendiente a percibir las preguntas pedagógicas como preguntas del pasado. ¿Qué futuro queremos?, ¿qué escuela y qué educadores?, ¿qué personas contribuir a formar?, ¿para qué sociedad? Han sido preguntas clave en la historia de la pedagogía y sus respuestas han sido objeto de debate y definición de diversas corrientes de pensamiento”. Las páginas del libro, añade Santos, “buscan ubicar a la educación en su justo lugar. Un lugar de optimismo respecto de sus alcances pero sin caer en excesivas pretensiones”, y recuerda el Programa para Escuelas Rurales de 1949, que ya avisaba: “La escuela es capaz de influir en los procesos de evolución. Sin embargo, la creencia de que las reformas educacionales pueden transformar una sociedad es antinatural y antihistórica. Es común caer en optimismos exagerados cuando de educación se trata”. “Esa tendencia continúa en la actualidad, a tal punto de reforzar permanentemente el discurso hegemónico de la crisis de la educación. De ahí a la desacreditación de la educación pública sólo hay un paso”, concluye Santos.

Elsa Gatti, otra de las integrantes del grupo, afirmó durante la presentación que puntualmente dos propuestas elaboradas por el GRE, la que apuntaba a la elaboración de un Plan Nacional de Educación y el proyecto de creación de la Universidad Nacional de la Educación, fueron tomadas por el último Congreso Nacional de Educación de 2017, pero dichas recomendaciones no fueron aplicadas hasta el momento. “Sí están siendo recibidas y aceptadas otras propuestas que van en dirección totalmente contraria a la nuestra”, afirmó, haciendo referencia al Libro Abierto de Eduy21, y planteó que si bien hubieran querido publicar antes el libro del GRE, la edición busca “llegar a tiempo de poder incidir” en el debate electoral.

Ofensiva neoconservadora

Los docentes e investigadores en educación Pablo Martinis y Agustín Cano fueron los encargados de presentar el libro. Martinis destacó que el libro suma en el campo pedagógico aportes políticos y metodológicos, y se dedicó a describir el clima actual, que caracterizó como de “una gran ofensiva conservadora contra la educación y la sociedad”, que tiene una modalidad propositiva y una reactiva. La propositiva, mencionó, es la idea de la educación pública de gestión privada; “es su caballito de batalla”, aseguró, y señaló a algunos de los principales impulsores del caso prototípico: la fundación Impulso, Ernesto Talvi y Nicolás Herrera. “El núcleo más duro del pensamiento conservador ha decidido disputar sentidos educativos”, afirmó. La forma reactiva de manifestación de esta tendencia, dijo, es, por ejemplo, la de los grupos de padres que denuncian “una supuesta ideología de género en la educación”, que se hicieron presentes en el Congreso Nacional de Educación, o colectivos como Con mis Hijos no te Metas o Sí a la Ley de Padres, que “van instalando un sentido común que fomenta la visión conservadora”, opinó el investigador.

Puntualizó en algunas propuestas del “Compromiso por el país”, documento programático de la coalición opositora, en el que “cuaja toda la alianza conservadora y va a pegar a los puntos claves: la forma de gobierno en la ANEP como ente autónomo, jerarquizar el papel del Ministerio de Educación y Cultura, fortalecer los centros educativos, recuperando, sin que uno tenga que ser muy imaginativo, la lógica que se ha puesto a prueba, por ejemplo, con el liceo Impulso, y por el lado de la reforma curricular basada en el sistema de competencias”. Martinis aseguró que es necesario “un debate profundo con estas concepciones”, y en ese sentido destacó el aporte de Punto y seguido... en la reivindicación de la autonomía, la gratuidad y la laicidad. “La ofensiva conservadora habla de laicidad, y a veces no disputamos ese sentido”, mencionó, y aseguró que actualmente “se están sucediendo casos de persecución ideológica”.

Cano, que integró en sus inicios el GRE, destacó el trabajo del grupo por haber ido “a contracorriente” del pensamiento pedagógico neoconservador que se ha fortalecido en los últimos diez años y porque plantea “mediaciones entre la situación actual y el horizonte imaginado”, lo que consideró estratégico. Reconoció que son necesarias transformaciones en la educación, pero cuestionó la propuesta presentada por Eduy21, en particular por la falta de debate participativo: “El reformismo tecnocrático conservador, además de ser mesiánico, traduce una ansiedad, una angustia. Son portadores de una reforma que hay que hacer ya, ayer, que por supuesto no tiene tiempo de discutir participativamente nada”.

El investigador resaltó el aporte del libro respecto de cómo se discute sobre educación. “El diálogo está bloqueado entre múltiples partes”, y mencionó el primer Congreso Nacional de Educación, la discusión de la Ley General de Educación y el decreto de esencialidad como momentos que “dejaron heridas con el movimiento social”. En ese marco, “la posibilidad del diálogo constructivo es más difícil, lo que le da más valor al trabajo del GRE”. Sobre los dos documentos programáticos divulgados por la coalición opositora, consideró al primer borrador como “un programa de máxima” y al documento definitivo del “Compromiso con el país” como el de mínima, y opinó que el primero se podría llamar “el retorno del Conae”, en referencia al Consejo Nacional de Educación instalado por ley en 1973, que concentró a los consejos desconcentrados de Primaria, Secundaria y UTU. El borrador de la coalición “propone una restructuración fuertemente autoritaria”, aseguró, y explicó que, además de eliminar el voto de los representantes docentes, planteaba convertir en unipersonales los consejos desconcentrados hoy colegiados. En esta coyuntura, cuestionó que se haya construido “esta idea de que la educación es un desastre, de una forma muy irresponsable y desde distintos lugares”, y consideró que será necesario “construir un movimiento que defienda la educación pública y sus principios”.