Las dos instituciones con más trayectoria en la educación uruguaya, la Universidad de la República (Udelar) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), comparten la idea de que es necesario generar acciones para que más jóvenes se inclinen por carreras científico-tecnológicas. Según ha expresado varias veces el presidente del Consejo Directivo Central de la ANEP, Wilson Netto, a nivel terciario la mitad de los estudiantes elige carreras del ámbito de las humanidades y las ciencias sociales, un cuarto cursa opciones que tienen que ver con las tecnologías médicas y las ciencias de la medicina, y el restante 25% está abocado al desarrollo científico y tecnológico.

Esta semana se firmó un convenio que pretende atender este escenario y consiste en que aproximadamente 350 estudiantes de la educación media de ANEP participen en micropasantías en 80 equipos científicos del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba). David González, director del programa, explicó a la prensa en la firma del convenio que grupos de entre tres y cinco estudiantes podrán intercambiar con investigadores de todas las áreas que involucran al Pedeciba: matemática, física, química, informática, geociencias y biología. Según detalló, dentro de las áreas pueden optar por temáticas muy diversas como ecología, zoología, nanotecnología o biotecnología, entre otras.

Rodríguez contó que el año pasado se hizo una experiencia piloto por la que un grupo más reducido de estudiantes participó en experiencias de este tipo, y detalló que “hubo una tremenda demanda y un tremendo entusiasmo de los investigadores por participar”. “Las evaluaciones de los estudiantes dijeron que había sido una experiencia increíble, que habían visto la cantidad de cosas que se hacen en Uruguay y que pensaban que se hacían sólo en otros países”, valoró.

Álvaro Mombrú, vicerrector de la Udelar y decano de la Facultad de Química, señaló que el convenio firmado busca “lograr que las carreras científicas y tecnológicas sean vistas como una opción natural para los jóvenes, para que puedan decir: ‘Yo me quiero dedicar a esto el resto de mi vida y el país va a ser beneficiado por lo que yo haga, y voy a poder tener una vida razonable dedicándome a esto’”. Además, señaló que el valor de un convenio como el firmado esta semana radica en que los científicos les cuentan a los estudiantes desde su propia experiencia que dedicarse a la ciencia y la tecnología “es algo accesible y atrapante”. Mombrú entendió que “existen muchas vocaciones por descubrirse” y advirtió que algo que lo imposibilita es que las asignaturas referidas a estos campos disciplinares en la educación obligatoria son vistas como “las que ofrecen más dificultad”, lo que “puede llegar a desmotivar a que los jóvenes sigan” estudiándolas.

Además, el decano señaló que “hay algún sesgo de género” en la elección de estas carreras, ya que “cuanto más nos vamos hacia áreas más matemáticas, nos encontramos con una población masculina más grande”. Mientras tanto, “en áreas más biológicas, la población femenina es predominante”, contrastó, y entendió que “esto no debería ser así”. “Nosotros tratamos de derribar mitos y que exista igualdad de género en todas las áreas, porque no hay ninguna razón para que ocurra esto”, concluyó.

Por su parte, Netto entendió que un acuerdo de este tipo forma parte de una serie de metodologías que se aplican en la educación pública para mantener motivados a los estudiantes, entre las que también nombró al aprendizaje basado en proyectos. En ese sentido, señaló que las pasantías contribuyen a darle “sentido” al conocimiento y “entusiasmo” a los estudiantes “para avanzar y culminar ciclos de educación media e ingresar a los niveles terciarios de educación”.