Álvaro Mombrú es decano de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad de la República (Udelar) desde setiembre del año pasado. A nivel profesional, se define como un químico que trabaja “en la interfaz entre la química y la física de materiales”. También es integrante de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay y antes fue director del Instituto Polo Tecnológico de Pando (IPTP) y director académico del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba). Entrevistado por la diaria, habló de su inquietud por que más jóvenes elijan alguna de las carreras de la facultad y de sus planes para lograr que más estudiantes sostengan la cursada. Además, planteó la necesidad de que Uruguay aumente su inversión en ciencia y tecnología y de que fortalezca su institucionalidad en la materia.

Al ser electo decano hablaste del bajo ingreso y de una importante desvinculación estudiantil en la FQ. ¿Cómo ha evolucionado esta situación?

Este año la facultad tuvo un incremento de 28% en el número de estudiantes que ingresaron. Nos preocupa promover en los jóvenes el gusto por la química y que la visualicen como una opción de vida. También nos preocupa mucho la retención que quien entra tenga la posibilidad de seguir adelante en sus estudios. Eso pasa en buena medida por la adaptación de los primeros años de la FQ, de las asignaturas físico-matemáticas pero también las químicas que nosotros damos, con las bases que puedan traer los estudiantes previamente. Tratamos de evitar las deserciones y vamos a dar pasos para ofrecer nivelaciones de matemática que le den al estudiante una visión de qué es lo que se visualiza desde la facultad, como los conocimientos y aptitudes que deben tener. Esa idea está planteada, más allá de las actividades de nivelación que ya tenemos. A mediados de la primera década de este siglo, la FQ presentó las primeras experiencias de cursos de nivelación, y nuestra idea es profundizar. Esos cursos se dan en forma previa, a principio de año, son de cuatro semanas y nos gustaría rellenarlos con una experiencia que tuvimos hace años, que consiste en tres meses de enseñanza de la matemática de secundaria desde la perspectiva de lo que nosotros podemos ofrecer y que es de utilidad para avanzar en los estudios.

Esta situación, sumada a cambios en las generaciones de estudiantes más recientes, ¿ha llevado a la necesidad de una revisión de las prácticas de enseñanza?

Estamos por presentar una propuesta de plan piloto de enseñanza diferente dentro de la facultad. Va a ser piloto porque va a ir dirigido a un grupo reducido de estudiantes al que vamos a hacerle un seguimiento a lo largo de su trayectoria. Va a ser una enseñanza acorde a los tiempos en que hoy vivimos, más orientada hacia la búsqueda de soluciones, a que el propio estudiante tenga las herramientas para encontrar los caminos más idóneos para resolver problemas y que lo haga. Y que ese camino tenga otros efectos adicionales, que tienen que ver con habilidades blandas: trabajo en equipo, liderazgo, lo que es más cercano al posterior desarrollo de su actividad profesional. La responsabilidad indica que cuando se hace un cambio tan radical hay que hacerlo en un grupo piloto, pero si vemos que funciona bien, la idea es poder aplicarla luego en forma extendida.

¿Cómo es la realidad de la FQ en materia de investigación?

En las áreas científicas las reglas de juego están fijadas a nivel internacional desde hace décadas y tienen que ver con producción de conocimiento, con la publicación de artículos, con la búsqueda de que sean publicados en las mejores revistas posibles, que obtengan la mayor cantidad de citas posible: que tengan el mejor impacto. Sin embargo, eso está lejos de ser un quietismo, porque las temáticas de investigación están cambiando de forma dramática. La química no es ajena a eso. Existen reglas de juego con un dinamismo muy grande, y hay que tratar de mantenerse vigentes. Para eso hay que ser flexible, tener una capacidad de investigación básica muy importante, que es la que permite poder avanzar hacia temáticas aplicadas desafiantes, como las de hoy en día. En la FQ tratamos de contemplar un balance entre aspectos que parecen contradictorios: lo quieto y establecido con lo dinámico y lo cambiante; lo básico y fundamental con lo aplicado y demandado por la sociedad.

¿Este escenario requiere mayor articulación entre las ciencias naturales y las sociales?

La demanda de la comunidad productiva o de servicios es cada vez más interdisciplinaria. Cuando uno trata de resolver problemáticas hay muchos aspectos que cubrir y no alcanza con aquello a lo que los científicos podamos dar respuesta. También están aquellos que nos puedan orientar desde el área social, desde donde, a su vez, luego se interpreta lo que nosotros obtenemos como producto de nuestra investigación. Desde 2009 la Udelar tiene el Espacio Interdisciplinario; nosotros tuvimos un centro de investigación a nivel de nanotecnología con varios grupos de la Udelar, también apoyados por el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, en el que la convertíamos en un área interdisciplinaria de trabajo. Hay que integrar todas las posibles aristas de la resolución de un problema, o la respuesta a una pregunta.

¿Cómo analizás la institucionalidad uruguaya en materia de investigación?

Creo que hay que fortalecer y consolidar las estructuras que ya existen, desde el Pedeciba [Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas] hasta la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Sobre ellas se debe tratar de avanzar hacia una nueva institucionalidad, como más centros de investigación que en el país se requieren. Es la dinámica internacional, que consiste en fortalecer centros de investigación en áreas estratégicas específicas, en las que los países apuestan, desde el punto de vista de los recursos humanos y materiales, para poder resolver sus problemas y preguntas. También hay que aumentar la diversidad de instituciones. Para ello es necesario incrementar esa institucionalidad y, por qué no, en algún momento ir hacia la creación de un ministerio de ciencia y tecnología.

¿Cómo debería ir acompañado ese fortalecimiento desde el punto de vista presupuestal?

Si pensamos en términos de lo científico-tecnológico, el requerimiento presupuestal es importante. La región en la que nos movemos y el mundo invierten muchísimo en ciencia y tecnología. Está demostrado que el aumento del Producto Interno Bruto de los países tiene relación con la cantidad de investigadores científicos que trabajan en cada país. Es muy importante un refuerzo presupuestal, que puede provenirde recursos del Presupuesto Nacional o de partidas especiales que establezcan que un porcentaje de lo que se obtiene por determinada inversión importante en el país se destine a la ciencia y la tecnología. En cuanto a lo universitario, la Udelar cubre en todo el territorio nacional la enseñanza universitaria en todas las áreas de conocimiento para muchos jóvenes. La Udelar cuenta con más de 120.000 estudiantes y es estratégicamente importante definir un adecuado presupuesto, porque sin duda redundará en lo que va a ser el futuro del país.

Hoy la Udelar tiene un peso de cerca de 80% de la producción científica de todo el país. ¿Eso es un problema o una ventaja para el país?

Es excelente que la Udelar pueda responderle al país con 80% de la investigación científica, que es lo que miran los inversores internacionales a la hora de definir el avance científico y tecnológico de un país: las publicaciones, los desarrollos en propiedad intelectual y patentes. El problema está en ese otro 20% que todos debemos empujar para tratar de que sea mayor. Ese incremento se tiene que dar mediante los derrames que puede generar la Udelar por medio de redes internacionales y de más inversión en ciencia y tecnología. Si el país aumentara su inversión en esa área, no solamente se verían favorecidos los sectores que hoy hacemos investigación, que podríamos hacer esto de forma más avanzada, sino incluso los sectores en los que el estímulo por la investigación científica todavía es incipiente.

En cuanto al vínculo con el sector productivo, ¿el IPTP puede aspirar a convertirse en un modelo para otros centros de producción de conocimiento?

El IPTP tiene la responsabilidad de ser un modelo a replicar en otras áreas de conocimiento, a expandirse en las disciplinas en las que trabaja. Cuenta ya con unos 15 años de funcionamiento y ha demostrado funcionar muy bien a la hora de dar respuestas al sector productivo y de servicios, tanto público como privado, a tal punto que quienes trabajan con el IPTP vuelven a trabajar con el instituto. Es una muestra de que la Udelar es consciente del papel que tiene dentro de la sociedad y busca dar respuestas desde sus áreas más específicas. La producción de conocimiento en química y poder dar las respuestas que el país necesita es una de las marcas distintivas del IPTP. Estoy seguro de que en el futuro va a ser un ejemplo que se replicará en otras áreas de conocimiento.

¿De qué formas se da ese vínculo en el polo?

Ocurren diversas formas de relacionamiento con el sector productivo, que van desde asesoramientos puntuales hasta convenios de largo aliento. Las empresas y los particulares generalmente se acercan al Parque Científico y Tecnológico de Pando, que es el área que trabaja más en promoción de la actividad del polo. Luego, junto con los investigadores del IPTP, tratan de diseñar estrategias, de ver la forma de resolver los planteos. A veces estos coinciden con los que trae quien pide el asesoramiento; otras se encuentra una solución que quizá a la otra persona no se le había ocurrido y se emprende un camino de resolución de problemas a partir de las capacidades tecnológicas de los recursos humanos y del entorno colaborativo que existe en el polo. Esa es la dinámica de trabajo.

Varias instituciones trabajan para lograr una mayor cultura científica en la sociedad uruguaya. ¿Cuál es tu diagnóstico al respecto?

Algunas de esas instituciones son el Pedeciba, la Udelar. Nuestra facultad en particular tiene como cometido que los jóvenes identifiquen en la química una posible forma de trabajo a la que dedicarse a lo largo de la vida. Varios de nosotros estamos citados en torno a una reunión de trabajo, la agenda de ciencia, cultura y sociedad, que lleva adelante el Ministerio de Educación y Cultura. Allí se abordan actividades como la Semana de la Ciencia y la Tecnología, talleres, el desarrollo de ferias científicas. En nuestro caso, tenemos el programa Química d+, que lleva una larga trayectoria por un interés enorme por parte de las instituciones educativas que quieren recibir muestras y exposiciones; tenemos el moleculario que visitan instituciones de la educación media. No la tenemos fácil, porque las áreas científicas y tecnológicas no son de directa apreciación por parte del público en general. Pero cada vez es un poco más sencillo, porque todos estamos tomando conciencia de la importancia del medioambiente, de la salud, de lo clave que es el medicamento en la sociedad, de los alimentos, de la trazabilidad. A medida que la gente va incorporando estos temas, la ciencia y la tecnología no le son tan ajenas. En particular, la importancia de la química: cada vez más, nos llegan noticias sobre implantes, sobre la posibilidad de tener reposición en tejidos de nuestro organismo. En eso hay mucha química aplicada, y es algo en lo que también se trabaja en la FQ.

En síntesis, se trata de que cada vez más personas entiendan de qué forma la ciencia tiene vínculo con su vida cotidiana.

Sí, podemos dar una descripción general de la forma en que la ciencia y la química están en la vida de las personas, a través de aspectos farmacéuticos, alimentarios, de nuevos materiales, de nanotecnología, de biotecnología. Y también hay que entender que mucho de la prosperidad del país está en juego con aspectos relacionados a la ciencia: producción ganadera, agrícola y cuestiones ambientales tienen mucho que ver con el dominio que podamos tener de determinadas situaciones. Para ello, es importante contar con personal técnico o con recursos humanos altamente especializados y con equipamiento suficientemente sofisticado como para poder hacer los diagnósticos que se requieren.

¿Cómo analizás la falta de profesores que se dediquen a la enseñanza de algunas materias, como la física?

Hay áreas científicas en las que es más sencillo sensibilizar, porque uno puede dar ejemplos de la vida diaria que la gente incorpora con bastante facilidad, mientras que hay otros que son más abstractos. En términos generales, si bien nadie duda de su importancia y presencia en la vida cotidiana, en el caso de las áreas físico-matemáticas es más difícil que la población lo perciba. Hay que tratar de estimular a los jóvenes, de demostrarles que un futuro dedicado a la enseñanza de las matemáticas o de la física es válido y es algo realmente atrapante y apasionante, en la medida en que uno va descubriendo la veta de lo que le puede llegar a gustar más. Eso está en los que estamos un poco más veteranos.

¿Cómo entra el componente de género, cuando algunas carreras científicas están muy masculinizadas, pero también hay otras más feminizadas, como es el caso de las que imparte la FQ?

La FQ tiene en el entorno de 70% de matrícula y de docentes mujeres. Sin duda, hay un estigma de género que se promueve desde edades muy tempranas: los varones volcados a áreas más técnicas, la relación con lo mecánico desde niños, la idea de que lo ingenieril es más masculino. Son todas cosas con las que debemos romper. Nos estamos perdiendo científicas, tecnólogas e ingenieras, todas aquellas jóvenes que no optan por estudiar estas carreras, y estamos desperdiciando talento que, lógicamente, están aprovechando otras áreas. Es importante tratar de mostrar que esto se puede hacer para cualquier nivel social, género o edad.