Para los recién egresados de formación docente es un problema incorporar la tecnología en las clases, porque sus docentes no les enseñaron cómo hacerlo. Esa es la conclusión a la que llega Iris Caramés, profesora de Didáctica del Consejo de Formación en Educación y especialista en Educación y Nuevas Tecnologías, en su investigación sobre el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en secundaria.

Uruguay se destaca en la región por la amplia cobertura de internet en los centros educativos y por el acceso de los estudiantes a medios técnicos, en gran parte gracias a la implementación de Plan Ceibal. De todas formas, en la investigación de Caramés surge como un punto a considerar que muchos liceos no tienen aún la infraestructura necesaria para hacer algunas de las últimas innovaciones en didáctica. “La brecha de acceso a dispositivos conectados a internet se sigue constatando en algunas instituciones, especialmente en algunos planes, como los de bachillerato y de ciclo básico de adultos“, señala la investigadora en el artículo. En diálogo con la diaria, Caramés resaltó que a veces los docentes no cuentan con un enchufe o les resulta complicado moverse de salón: “Está la idea en el colectivo de que si el docente quiere hacer algo nuevo se tiene que hacer cargo de todo, hasta de llevar el alargue”, ironizó.

Más allá de lo material, el principal obstáculo para la incorporación de las TIC en la educación es la falta de formación en el tema con la que salen al campo profesional los docentes. “Se necesita un ámbito donde se desarrolle la formación en tecnología; hoy por hoy, está todo desdibujado”, comentó Caramés y agregó: “Se sigue mirando a las TIC como un aporte, como algo ajeno a la enseñanza, y es raro porque en otras áreas no pasa, en otras profesiones ya está integrado al campo, pero acá se ve como algo alejado de la disciplina en sí mismo”.

Otro de los puntos que destaca Caramés en su trabajo es que se constató “la ausencia de una formación didáctico-tecnológica-disciplinar sistemática durante los cuatro años de la formación inicial”, que se suman a “la ausencia de la formación en lectura y escritura digital, entendida esta como conocimiento per se y como instrumento para asir los contenidos disciplinares”. Sobre esto la docente aseguró: “Se debe trabajar desde la especificidad y no tanto desde la transversalidad, como ahora. En el aula de Literatura o Física se enseña contenido específico, y es necesario que esa formación particular esté acompañada por el uso de tecnología también específica”.

En relación con este punto agrega que durante su investigación verificó la “gran distancia entre lo que requieren los futuros profesores (estar informados, capacitados y formados para absorber los cambios que las tecnologías demandan, especialmente para los usos educativos) y lo que la formación docente les ofreció”. Durante las entrevistas que realizó constató que los estudiantes pedían saber más sobre cómo incorporar la tecnología a sus clases, pero desde la formación en los institutos y en las prácticas en los liceos había una gran ausencia de las TIC.

Una de las explicaciones posibles es la brecha generacional entre los profesores de formación docente y los estudiantes que recién ingresan al campo, pero según Caramés “es problemático limitarlo a eso”: “En educación, por más que no te lleves muy bien con la tecnología, la tecnología te lleva. Es complejo, no hay dudas, es algo difícil para los adultos en general, no sólo para los docentes, pero eso no puede ser un freno, porque es lo que la educación demanda”.

En este sentido se podría pensar que el esfuerzo de las autoridades debería estar en la formación permanente de los docentes que ya están dando clase, pero para Caramés el énfasis debería estar siempre en la formación inicial. Según dijo, en el pasado se hicieron muchos esfuerzos en el trabajo en la formación en servicio, pero “no movieron la aguja”; sin embargo, si se lograra instalar el uso de las TIC en cada didáctica específica los avances se verían con más rapidez.

Para que los docentes incorporen las TIC es necesario dar un paso previo: la alfabetización digital. “Hay que entender que no se trata sólo de leer y escribir, hay que saber usar internet en todo su potencial, con todas sus funciones, y para eso es necesario que tanto docentes como estudiantes cuenten con una alfabetización en su sentido más amplio”, aseveró la investigadora. Por eso en su investigación concluye que “tanto el uso didáctico de las tecnologías como la alfabetización digital demandan ser parte del cuerpo teórico de la didáctica disciplinar no sólo como instrumentos, sino como parte de la epistemología de cada asignatura”.

Para Caramés, las próximas autoridades deberían plantearse algunos objetivos a corto plazo, como “repensar las políticas educativas de inclusión de las TIC, resignificar el concepto de alfabetización y reformular los programas de los trayectos formativos que se imparten”.