Un robot autónomo que pueda seguir una línea negra mientras supera obstáculos en una pista de mosaicos con distintos patrones, en diferentes niveles, con y sin curvas, conectados con rampas. Eso es lo que tienen que construir los estudiantes del liceo de Los Cerrillos, en Canelones, que clasificaron a la competencia de robótica internacional Robocup 2020, que este año se celebra en junio en Francia.

Nicolás Garrido cursa sexto de ingeniería, Florencia Dini está en quinto de científico, al igual que Joel Cabrera, y Alex Moreira cursa tercer año. Los cuatro integran el equipo que logró la clasificación el año pasado, cuando ganaron la competencia Sumo.uy que impulsa la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República. Trabajaron todo el verano en mejorar su robot, y ahora les resta conseguir los fondos para poder viajar y representar a Uruguay.

El proyecto comenzó en el taller de robótica que funciona a contraturno de la propuesta curricular. La profesora que está a cargo, Isabel Espinosa, explicó a la diaria que el año pasado fue de gran trabajo para los chicos. Algunos se acercaban por primera vez a la robótica y otros ya tenían alguna experiencia, pero para todos fue un desafío. “Yo les doy las pautas generales, pero la idea es que trabajen entre ellos, con sus intercambios. Lo primero fue entender cómo funciona un robot y los sensores, y familiarizarse con los programas. Arrancaron tratando de que siguiera una línea, y eso nomás ya es complicado porque si cambia la luz, cambian las características del robot y hay que volver a calibrarlo. Cuando la Fing publicó la reglas de Sumo.uy comenzaron a trabajar para el concurso y le dedicaron muchísimo tiempo más que el taller”.

Nº 106.833 es la cuenta en Abitab para colaborar con los liceales de Los Cerrillos.

Espinosa hizo énfasis en el entusiasmo que tienen los chiquilines: “Durante enero, cuando el liceo cerró, se juntaban en mi casa a trabajar en el robot todas las mañanas, para aprovechar el tiempo antes del comienzo de clases”. Además de vivir la experiencia de viajar para representar al país, los liceales se propusieron desde ahora replicar lo que han aprendido con todos los jóvenes a los que les interese el tema, y por eso ya han dado charlas en su propio liceo y en otros de la zona a los que han sido invitados.

De Lego a Arduino en la Robocup 2020

Llegaron a la competencia de la Fing gracias al kit de robótica de Lego de Plan Ceibal, pero para ir al Mundial los chicos decidieron dar un paso más y comenzar a programar con la tecnología de Arduino. Arrancaron con un pequeño kit, fueron comprando algunos otros elementos y otros se los han regalado, pero aún necesitan invertir en equipos para llegar bien preparados a la competencia. “Por ejemplo, no tenemos sensores de color, y en este caso es requisito fundamental, porque además de hacer todo lo que se pide en la Fing, el robot tiene que seguir cambiando el algoritmo según el color que encuentra en la pista. Desde Plan Ceibal me dijeron que no tenían para darnos; cada sensor sale más de 1.000 pesos y ni siquiera hay a la venta en el mercado de Uruguay”, dijo Espinosa.

Cuando ganaron la competencia de Sumo.uy, Ceibal les dio un premio de 5.000 dólares, pero, según los cálculos que hicieron, para pagar equipos, acreditaciones, pasajes y viáticos van a tener que juntar otros 10.000. Para esto abrieron una cuenta en Abitab (N°106.833) y esperan recibir la colaboración de la gente, mientras siguen en conversaciones con algunos actores institucionales.

La decisión de abandonar el equipamiento de Lego y pasarse a Arduino no es arbitraria, sino que se debe a la experiencia que tuvieron los chicos de la UTU de informática de Canelones el año pasado, cuando participaron en la edición 2019 de la Robocup. Según les contaron, algunos equipos llegan al concurso con Lego pero en realidad no tienen posibilidades de competir con los que usan otros lenguajes de programación. Para la docente es un logro que los estudiantes hayan avanzado hacia otra forma de programar: “Arduino exige otro nivel de programación y de trabajo, pero es muy bueno, los chiquilines trabajan con circuitos, testean, han aprendido muchísimo y han empezado a funcionar como un verdadero equipo”.