Hacer volar un dron, construir un robot con placas programables, cocinar o aprender ajedrez son algunas de las propuestas que impulsa el programa Verano Ceibal, que este año tiene su primera edición en los liceos 49 y 77 de Punta de Rieles. Desde la Red Global de Aprendizajes se intentó generar propuestas de verano, como se hace en las escuelas pero en el liceo, con adolescentes, comentó a la diaria el coordinador del programa, Carlos Libisch.

La propuesta comenzó el martes y “viene siendo muy positiva”, evaluó Libisch, y explicó que con este programa buscan generar “una estrategia de intervención que se ajuste a un nuevo ambiente de aprendizaje y que al mismo tiempo sea una política de equidad, porque nos parecía buena idea darles una oferta educativa a los chiquilines en el verano, atendiendo ciertas particularidades de los centros con una oferta cultural que a veces los chicos no tienen en otros lugares”.

De martes a viernes, de 9.00 a 13.00 y durante tres semanas, unos 120 adolescentes de los liceos de ciclo básico participarán en talleres de robótica, drones, inglés, uso de internet y placas micro:bit, de la mano de Plan Ceibal, y en otras propuestas más lúdicas, como cacerías, realización de murales, ajedrez, producción musical y audiovisual, percusión, cocina y juegos con agua por medio de varios convenios que hicieron posible las actividades.

Libisch puntualizó que trabajan junto a la Universidad Tecnológica, el Ministerio de Educación y Cultura y la Intendencia de Montevideo, que además de presentar propuestas brindó boleteras para que pudieran trasladarse al liceo sin costo. “Estas alianzas son algo que valoramos mucho, porque son entre diferentes organismos que trabajan poniendo en el centro al estudiante y tratando de hacer una propuesta atractiva”.

El ambiente en los talleres

“Estamos trabajando con prácticas pedagógicas activas, buscamos que todos los talleres trabajen el placer y el desarrollo de las competencias y eso hace que sea un semillero de experiencias activas, sin examen, sin pruebas; es el gusto de aprender, trabajamos desde la motivación”, resumió el coordinador.

Según aseguró Libisch, los talleres tienen un doble objetivo: trabajar con algunas tecnologías y motivar a los estudiantes al mostrarles cosas que no conocen. Al mismo tiempo se estimula el trabajo en equipo y que logren terminar los talleres haciendo algo nuevo, para “obtener la satisfacción del trabajo logrado”.

El coordinador destacó que la experiencia se haga en los liceos y no en lugares ajenos a los adolescentes: “La participación, el compromiso, el apropiarse del centro educativo son cosas muy importantes; los chiquilines ocupan el espacio de otra manera y se abren nuevas relaciones con la dirección y el equipo, no es una colonia de verano, es el propio liceo al que seguirán yendo todo el año”. “Hay que ir a buscar a los chiquilines, por eso es importante ir a los liceos, para que participen chicos que capaz no se inscribirían en otros lugares; esto también es cuidar las trayectorias educativas”, agregó.

Además, en el caso del liceo 49, un grupo de estudiantes había formado un grupo de animación y recreación barrial y desde Verano Ceibal decidieron sumarlos al equipo de trabajo para que acompañen a los estudiantes más jóvenes en las actividades; “se tomó la potencialidad que ya tenía el centro con sus jóvenes”, enfatizó Libisch.

Educadores sociales

En la iniciativa participan ocho estudiantes del Instituto de Formación en Educación Social que lideran algunas actividades. Lo interesante es el convenio realizado entre Ceibal y el Consejo de Formación en Educación, que permitió que este programa se enmarcara en las actividades de extensión que el Instituto de Formación en Educación Social ofrece a sus alumnos, y a cambio de sus prácticas preprofesionales los estudiantes generan seis créditos académicos.