El viernes 13 Uruguay confirmó sus primeros cuatro casos de Covid-19 y el sábado el gobierno resolvió suspender las clases por dos semanas, el tiempo de incubación de la enfermedad. Además de aclarar que “ninguna de estas medidas son a prueba de fuego”, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, destaca que Uruguay fue el país del mundo “que más tempranamente cerró las escuelas, cuando sólo había seis casos confirmados”, y asegura que los países que no lo hicieron ante los primeros casos confirmados “están arrepentidos” y “lo terminaron haciendo igual”. “Estamos en territorio desconocido; cada uno va aprendiendo de los otros y tomando medidas”, apuntó.

En diálogo con la diaria, Da Silveira recordó que los centros de enseñanza son “una fuente de propagación de enfermedades” y que justamente para cortar con las enfermedades contagiosas típicas del invierno surgieron las vacaciones de julio, y justificó el cierre temprano de los centros educativos porque lo que muestra la experiencia internacional en relación al nuevo coronavirus es que “cuanto antes se ponga barreras a la difusión del virus, mejores van a ser los resultados a mediano plazo”. “Los países que no cerraron las escuelas en las primeras semanas de propagación del virus terminaron haciéndolo más tarde”, añadió.

El ministro mencionó algunas estrategias que han seguido los países que fueron afectados por el coronavirus: “En un extremo está Inglaterra, que ha decidido dejar que el virus evolucione normalmente y atender a la gente que está enferma. Después hay una serie de países que inicialmente tomaron medidas suaves, y no les funcionó, y ahora están con medidas extremadamente fuertes de confinamiento obligatorio de toda la población, como Italia, Francia, España. Cuando uno analiza la información de esos países descubre que están arrepentidos, hacen la autocrítica de no haber tomado medidas firmes a tiempo. Nosotros optamos por el camino de tomar rápidamente alguna de esas medidas que los otros demoraron en tomar, típicamente el cierre de escuelas y de espectáculos públicos, con la esperanza de que eso aplane la curva”.

Explicó que la medida de cerrar los centros educativos “no la tomamos porque nos preocupe especialmente que los niños y adolescentes se contagien, porque toda la evidencia del mundo muestra que son los que pasan mejor por la enfermedad; el problema es que si se contagian son vectores de contagio, y además, como los niños y adolescentes son el grupo donde hay una mayor proporción de enfermos asintomáticos, son casos especialmente graves, porque están enfermos pero no desarrollan síntomas, y desparraman el virus por todos lados. Evitar que los niños y adolescentes se contagien es un objetivo que nos hemos propuesto en beneficio no sólo de los niños y jóvenes sino del resto de la sociedad”.

Sobre el efecto que tiene el cierre de las escuelas en que los niños pasen más tiempo con personas mayores, por ejemplo sus abuelos, Da Silveira aseguró que ese es un aspecto “muy difícil de controlar desde el Estado”. Recordó la recomendación de minimizar el contacto con la población de riesgo, pero estimó que si los niños y adolescentes “reducen los contactos con el resto de la población, si aprovechan los recursos tecnológicos para seguir estudiando o entreteniéndose dentro de sus hogares, no es un problema particularmente grave que estén en contacto con sus abuelos, porque ellos no van a estar actuando como vectores de contagio. Peor es que vayan a la escuela, ahí se desparrame el virus entre todos y después vuelvan a sus casas y contagien a los abuelos. Esa es la lógica de la medida”.

¿Cuánto tiempo?

Sobre cuál es la perspectiva que maneja el gobierno en cuanto a los efectos de esta medida y su prolongación, el ministro descartó plantear escenarios: “Hay que ir viéndolo día a día y semana a semana. El ideal para nosotros sería poder dominar el asunto sin tener que llegar a medidas de confinamiento tan duras como las que hoy están imperantes en buena parte de Europa”, afirmó.

En ese sentido, Da Silveira explicó que el gobierno se reservó la decisión respecto de extender el cierre de centros educativos una semana más y así empalmar el receso con la Semana de Turismo y completar un mes sin clases. “Decidimos no hacerlo de entrada, porque es una medida super radical decir que no va a haber clases por un mes sin saber lo que estaba pasando, pero sobre fines de esta semana y principios de la que viene vamos a estar evaluando eso”, informó el jerarca.

Si cumplidas las dos semanas o el mes sin clases, y eventualmente el número de casos nuevos de Covid-19 alcanza una meseta, tampoco está claro que la perspectiva sea flexibilizar las medidas. “Si pasa eso, y ojalá que pase, nos sentaremos a discutir con nuestros expertos en el tema y tomaremos las decisiones correspondientes. Una cosa es cuando no estás en una situación crítica, que planificás y vas cumpliendo etapas sin que el contexto te desafíe; cuando estás en una situación crítica el contexto te está desafiando todo el tiempo, entonces la buena respuesta no es una planificación sin tener en cuenta lo que me está diciendo el contexto, sino tomar decisiones en función de lo que dice el contexto”, aseguró.