Las cifras de egreso de la educación media han sido en los últimos años de las más discutidas en el debate político, pero también a la interna de los ámbitos educativos, porque el bajo nivel de finalización de ese tramo educativo, que en 2019 fue de 42,7%, no coincide con el nivel que ha desarrollado el país en otros indicadores sociales ni en particular los de enseñanza (cobertura del sistema educativo, ingresos de la población o presupuesto destinado a la educación, por ejemplo). En este punto, a Uruguay le va mal en la comparación con otros países y también en comparación con las metas que la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) se fijó en el quinquenio anterior. Un informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) propone analizar el dato en su evolución en los últimos 40 años.

El informe, elaborado por el sociólogo Hugo de los Campos, indica que el egreso de educación media superior se ubicó en 2019 en 42,7% para los jóvenes de entre 21 y 23 años, según los datos de la Encuesta Continua de Hogares, y menciona que entre 2006 y 2019 el dato aumentó 10,5 puntos porcentuales.

Si se compara con las metas de la ANEP, el egreso en educación media superior es bajo, ya que en 2019 se esperaba alcanzar 68%. La ANEP preveía lograr un incremento promedio anual del egreso de 13,6% para el período 2016-2020, pero en los hechos el incremento fue más lento, de 2,37%.

En comparación con el resto de América Latina, Uruguay también muestra un egreso bajo: en 2018 el promedio de egreso de educación media en la región, para la población de entre 20 y 24 años de edad, fue de 62,3%, mientras que para Uruguay, ese año y en ese tramo etario, fue de 41,1%.

En el período 2007-2018 el indicador tuvo en la región un aumento promedio anual de 1,96%, mientras que en Uruguay el egreso aumentó en promedio anual 3,58%. No obstante, “resultaba tan importante la brecha al inicio del período que en 2018 (aun con una tasa de crecimiento mayor) Uruguay se encontraba 21,2 puntos porcentuales por debajo del promedio de América Latina respecto del egreso de educación media”, indica el estudio.

Comparación histórica

El autor explica en el informe que buscar los datos de egreso de tiempos anteriores no es tarea sencilla, debido a cambios en el diseño de la muestra de la Encuesta Continua de Hogares (del Instituto Nacional de Estadística). A partir de 2006 la muestra pasó a ser mayor, lo que permite hacer desagregaciones por tramos etarios, y releva todo el territorio nacional (hasta entonces no se encuestaba en las localidades urbanas con menos de 5.000 habitantes).

Para suplir estas dificultades, el informe plantea la comparación histórica con dos modalidades. En primer lugar elabora una serie desde 1999 hasta 2019 y para los datos a partir de 2006 no toma en cuenta las muestras de áreas rurales ni localidades con menos de 5.000 habitantes, para poder comparar con los datos previos. Esto determina que el egreso era de 31,9% en 1999, de 36,9% en 2006, y de 41,5% en 2011. Baja a 39% en 2012, sube a 46,6% en 2018, y se ubica en 43,9% en 2019. “No se observan cambios drásticos de tendencia en el período. Los niveles de egreso oscilan en la franja del 30% al 40%, superando apenas este último valor en los últimos años de la serie”, señala el informe.

Una segunda modalidad para elaborar la comparación es hacer una estimación retrospectiva: en función de los datos desagregados por edad que da la encuesta desde 2006, calcula cuántos jóvenes de 21 a 23 años habían egresado entre los años 1980 y 2005.

Según esta medición, en 1980 había 22,6% de los jóvenes de entre 21 y 23 que habían egresado de educación media superior y 28,3% en el año 2000. “Tampoco al utilizar este procedimiento se observan cambios drásticos en el ritmo de evolución del egreso. Se aprecia una disminución del egreso luego de los primeros años de la década de 1990, un aumento relativamente importante en la década del 2000, hasta el año 2008, y un período final con años puntuales de aumento seguidos de otros de estancamiento”, señala el autor.

Así, De los Campos concluye: “No puede decirse, por tanto, que la evolución en las últimas cuatro décadas haya sido alta o baja. En su lugar, debe concluirse que en este período el egreso ha seguido una pauta relativamente estable, con períodos de leve crecimiento seguidos de otros de estancamiento”.

En sus reflexiones finales, el autor retoma otros informes del Ineed que plantearon la distancia que existe entre el egreso en educación media y la universalización de ese tramo expuesta en la Ley General de Educación de 2008: “La conclusión de aquellos abordajes fue, por tanto, que, si bien se observaban avances respecto del aumento del egreso, el ritmo de ese avance no hacía plausible el cumplimiento de la meta de universalización en el corto plazo. De mantenerse ese ritmo de crecimiento, tampoco lo será en el mediano plazo”.

A partir de su trabajo, De los Campos concluye que “en los últimos 40 años el egreso de educación media en el país ha tenido una pauta relativamente estable, con años de estancamiento y otros que presentan leves incrementos”. “En estas circunstancias ‒que por su permanencia en el tiempo pueden considerarse estructurales‒ parecen existir dos alternativas: o bien promover un cambio radical en aquella pauta de crecimiento, o bien abandonar la meta de universalización de la educación obligatoria en el corto y mediano plazo”, concluye el autor, que resume también lo que ambas alternativas suponen: “Lo primero requerirá modificaciones igualmente radicales en la oferta educativa y los mecanismos de protección de las trayectorias. Lo segundo supondría un retroceso en la promoción del ejercicio de derechos”.