Con miras a “recuperar” los dos cargos de la representación docente en el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza (CSEU) optó por ir con tres listas bajo el lema “En defensa de la educación pública” a las elecciones del 30 de octubre. Una de ellas es la 1, liderada por el maestro y director del Departamento de Educación Rural de Primaria, Limber Santos. Si bien después de que la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) definiera su nombre Santos iba a ser cabeza de la única lista de los sindicatos de la educación, finalmente la Corte Electoral habilitó la acumulación de listas al lema y la CSEU presentará más de una opción. De todas formas, la campaña de los sindicatos cuenta con ejes comunes, como la defensa de la autonomía de la ANEP y también de la educación pública, que, según dijo Santos a la diaria, hoy se encuentra “amenazada”.
Dado el lema “En defensa de la educación pública”, ¿creen que la nueva administración privatiza la educación?
Eso que parece un eslogan está muy cargado de contenido en esta época, porque la educación pública está amenazada. Algunos elementos habilitados por la LUC [ley de urgente consideración] y otros por las decisiones políticas que se han tomado en el último tiempo dan señales de alerta sobre esa amenaza. Por ejemplo, el Ministerio de Educación y Cultura [MEC] está promoviendo una habilitación universitaria para carreras de formación docente que claramente abre una puerta muy importante a entidades privadas en ese campo. De hecho, los compañeros de formación docente que han participado en el seminario Nuevos rumbos lo han criticado por tener una lógica de pensamiento muy propia de las entidades privadas.
El sentido que la LUC le ha dado al nuevo organigrama del sistema educativo tiene una lógica privatizadora que se mete como cuña dentro del ámbito público, en cuanto a la forma de concebir la gestión y el gobierno de la educación. Cuando promovía las reformas que iban a incorporarse en la LUC, el titular del MEC [Pablo da Silveira] no hablaba de direcciones generales, sino de gerencias. Esa gerencia unipersonal que dirigiera la educación sin discusión y sin organismo colegiado en cada uno de los consejos desconcentrados de la ANEP es un término que, obviamente, tiene connotaciones de una lógica empresarial propia de la privatización. Más allá del término, la lógica tiene que ver con eliminar el debate colegiado. Ahí hay un retroceso de décadas, porque los organismos colegiados en la educación tienen prácticamente 100 años de existencia en Uruguay y responden a que hay distintas sensibilidades, puntos de vista, y se tienen que discutir en un ámbito en el que haya múltiples voces. En la Ley 18.437 se incorpora algo muy demandado por los docentes durante décadas: que uno de los tres consejeros de cada desconcentrado fuera elegido por ellos. Hay dos supuestos al transformar los consejos en direcciones unipersonales: que la discusión enlentece las decisiones, lo que conspira contra el funcionamiento del gobierno de la educación, y, por otro lado, que los docentes deben estar en el aula y no deben participar en la definición de políticas educativas o hacerlo minoritariamente. La educación pública tiene muchas señales de amenaza.
Las autoridades dicen que con los cambios en la gobernanza hay mayor coordinación entre los subsistemas. ¿Se nota ese cambio?
No se nota. El argumento de que los directores generales de los subsistemas participen en las sesiones del Codicen con voz y sin voto, como lo están haciendo, no es algo nuevo. Eso ya venía pasando, había sesiones ampliadas con su participación. Los mecanismos para lograr una mayor integración entre los subsistemas no vienen por ese lado, tienen que ver con las decisiones que se toman. El hecho de que los organismos que integran la ANEP estén articulados siempre va a ir en beneficio sobre todo de los estudiantes, que son los mismos y van atravesando distintos subsistemas; cuanto mayor concatenación pueda haber, mejor. Pero eso corre por un carril técnico y tiene que ver con la formación de los docentes, las estructuras curriculares, las formas de evaluación, entre otros aspectos. La integración entre los subsistemas no se juega en el organigrama del gobierno de la educación. Yo creo que este organigrama juega muy en contra, al contrario de lo que se dice. Hay que tener en cuenta la especificidad técnica y pedagógica de cada subsistema y las cuestiones que son muy concretas están en manos de una sola persona, lo que es muy riesgoso.
¿La ANEP está perdiendo autonomía?
Sí, y tiene que ver con la LUC y con injerencias flagrantes que el propio MEC ha ido desarrollando en el último tiempo. Hemos escuchado al ministro de Educación y Cultura hablar del respeto y la defensa de la autonomía, pero los propios actos, discursos y decisiones que el Poder Ejecutivo ha ido tomando violan la autonomía consagrada en la Constitución. Y la autonomía de la educación en Uruguay es un signo identitario de nuestro sistema educativo, que lo diferencia de los de la región y casi del mundo, y forma parte de la tradición de la educación pública.
Mediante la LUC se estableció que el MEC puede validar el otorgamiento de títulos universitarios a docentes mediante un consejo consultivo, dado que el proyecto de la Universidad de la Educación no tuvo acuerdo político. ¿Se debería haber apostado por crear una institución universitaria?
Los avatares que ha tenido la consideración parlamentaria no nos deben tapar la posibilidad de la existencia de una universidad que emule las características de la Universidad de la República, que es un ejemplo en el mundo por su carácter autónomo, cogobernado y gratuito. Una Universidad de la Educación no puede ser concebida sin esas tres características. Eso es lo que seguimos defendiendo desde los sindicatos. Esa apuesta no es sólo por la formalidad de conferir a los títulos un carácter universitario, algo que se podría hacer ya desde un punto de vista administrativo, sino por conformar una universidad. Eso no se hace sólo cambiándole el nombre o su estatuto jurídico, sino construyendo una institución que no solamente forme docentes desde la enseñanza, sino que también haga extensión e investigación. Una universidad sin producción de conocimiento no es una universidad, y para ello hay que acumular hacia la investigación académica, la producción de conocimiento autóctono y original de la educación. Hay fundamentos académicos muy fuertes, incluso con ejemplos internacionales, que justifican plenamente la existencia de una universidad.
Durante este tramo de campaña, ¿qué preocupaciones te hicieron llegar los docentes?
Hemos tratado de generar una suficiente capacidad de escucha, más que hablar nosotros, algo que en campaña es un poco difícil. Como un signo de la sensibilidad docente nos hemos encontrado una palabra: incertidumbre. Es expresada como angustia, preocupación, a veces en términos de propuesta. Hay varios tipos de incertidumbre, por ejemplo, relacionada con la propia fuente laboral. El hecho de no tener pautas concretas para la recuperación salarial a corto y mediano plazo o la no realización de concursos y llamados en tiempo y forma. También hay preocupación por las reformas curriculares; es un elemento que marca una incertidumbre muy fuerte, porque sólo se saben algunas cuestiones a modo de titular, que ya preocupan. La incertidumbre es un signo que describe mejor el momento de los docentes en cuanto a las subjetividades y las sensibilidades que recogemos en territorio.
¿También hay incertidumbres de orden político?
Hay una falta de garantías, más allá de estar de acuerdo o no con las decisiones políticas que se tomen. El tema es que no sean decisiones desconectadas de la realidad cotidiana que se vive en las instituciones educativas y en las aulas. Decisiones que desconozcan tradiciones, principios, formas de actuar, sensibilidades, y eso es lo que estamos sintiendo. Me refiero a cuestiones gruesas que tienen que ver con quienes han asumido esos cargos unipersonales de decisión. Por ejemplo, las declaraciones de la directora general de Secundaria [Jenifer Cherro] respecto de por qué hay mejores indicadores educativos en Colonia, un tipo de discurso que en el siglo XXI es impresentable, que no vale la pena ni comentar. Esa persona tiene una responsabilidad altísima, porque es la única persona que toma las decisiones en Secundaria desde el punto de vista político.
¿Y en cuanto a la reforma educativa que se avecina?
Parece que se va a plasmar una reforma curricular basada en competencias, pero no sabemos bien de qué manera. Lo que está en juego es cómo hacer un bachillerato único, sospechando que las humanidades y las artes tienen un lugar secundario para ciertos esquemas pedagógicos, lo que es peligroso. Cercenar la posibilidad de un estudiante que tiene vocación o preferencia por las humanidades, por las artes o por las ciencias a poder elegir una opción en la cual se sienta cómodo es muy grueso. Por lo menos deberíamos darnos un tiempo de discusión con los docentes, porque los efectos no van a ser inmediatos, sino a largo plazo.
¿Cómo ves la educación del futuro? Además de la tecnología, que este año se hizo notoria, ¿qué debe incorporar?
No se puede pensar la educación del futuro sin pensar cómo se articularán lo que hoy llaman modelos híbridos, la carga presencial y virtual, que van a convivir. Esto tiene sus riesgos, porque las tecnologías van a seguir ocupando un lugar importante en la educación y está bien que así sea. Al mismo tiempo, nosotros reivindicamos el carácter presencial del acto educativo, por los componentes pedagógicos y de vínculo social que tiene. La educación del futuro tiene que apostar a que las instancias presenciales protagonicen el acto educativo. Vamos a tener que aprender a articular y convivir con las nuevas y las viejas tecnologías. No se puede pensar que las nuevas tecnologías van a dominar el ambiente pedagógico y áulico y que van a sustituir in totum lo que venía de antes. De hecho, eso ya está pasando.
¿De qué manera?
Las tecnologías nuevas tienen que ver con aulas virtuales, con las plataformas educativas, portales de contenidos, todo lo que ya conocemos, no solamente de estos tiempos de pandemia, sino desde hace muchos años. Pero en Uruguay no funcionan solas, seguimos usando las viejas tecnologías, el pizarrón, el cuaderno, la libreta, tanto que a veces ni siquiera las vemos como tecnologías. Las salas virtuales se construyen emulando a las viejas tecnologías. En educación, la palabra “innovación” tiene un lugar muy importante, porque se tiende a pensar que siempre es buena, que siempre hay que cambiar, pero a veces la innovación no implica cambios para mejor. A veces la innovación es volver a pautas pedagógicas y didácticas legendarias que nos acompañaron durante décadas, pero se las vuelve a reflotar con otras denominaciones, con nuevas caras, pero en realidad es lo que ya teníamos con leves modificaciones. No siempre es deseable desprendernos de cosas que hemos tenido siempre en la educación y que hay que defender.
Distintas autoridades acusaron a los sindicatos de dejar sin comida a los niños en los días de paro. ¿Esto les merece alguna autocrítica?
Es un argumento falaz. Lo que esconde es una desacreditación de las medidas sindicales, porque ante el planteo de las autoridades la FUM planteó la propuesta de otorgar a las familias tickets alimentación los días de paro. No es la mejor manera de llegar con alimentos a los niños, pero sí es algo que se ha implementado en períodos de emergencia. En 2020 y este año la propia ANEP otorgó tickets de alimentación a los niños que lo necesitaban en la época de no presencialidad y cuando los comedores escolares no estaban abiertos. La administración ya dispone de instrumentos y es muy fácil articular que un día excepcional, como el día de paro, se instrumente una medida compensatoria de esa naturaleza.
El hecho de culpabilizar a las maestras de la falta de alimentación de esos niños por hacer paro no se justifica, porque se trata de una medida sindical y estamos hablando de los derechos y las libertades sindicales. En segundo lugar, ese efecto se puede contrarrestar con la propuesta de la FUM sobre los tickets, que las autoridades no aceptaron. La alimentación de los niños es un problema real, las propias autoridades lo han reconocido, y a veces se termina ilustrando en la imagen del plato de comida que ese niño recibe, que quizás sea el único en el día. El problema es de tal magnitud que no se puede reducir a los días de paro ni a que la escuela pueda resolverlo, porque el niño almuerza en la escuela de 180 a 185 días en el año; hay otros tantos días en los que el problema de la alimentación continúa: los fines de semana, los feriados y durante todos los períodos vacacionales.