Luego de dos años atípicos a causa de la pandemia de covid-19, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) pisa el acelerador en un proceso de transformación educativa que tiene como uno de sus ejes un cambio curricular. La integrante del Consejo Directivo Central (Codicen) del organismo propuesta por Cabildo Abierto y designada por el gobierno, Dora Graziano, considera que es necesario agiornarse a lo que requiere el mundo para que el país no quede “rezagado”. Entrevistada por la diaria, enfatizó que quienes intervienen en el debate educativo deberían despojarse de prejuicios para evitar una práctica que, según entiende, se da con frecuencia: apoyar o rechazar ideas en función de quién las plantea.

Graziano es profesora de Geografía, estaba jubilada cuando la convocaron para integrar el organismo y defiende que la educación debe hacerse “con el corazón”. Además, no le gusta improvisar y por eso tiene a mano carpetas en las que ordena documentos y resoluciones cuando habla de la actualidad de la gestión. La consejera preparó especialmente un esquema para ilustrar cómo debe ser enfocada la educación. En el centro de la hoja están los estudiantes y de ahí salen dos flechas que se dirigen a las palabras “convivencia” y “respeto”, porque son las que fomentan la paz, afirma. Para Graziano, los estudiantes se sostienen a partir de cuatro patas: los docentes, el centro educativo como lugar de gestión, las familias y las comunidades educativas, y la sociedad en general. Además, señala que los estudiantes están insertos en un contexto nacional y también mundial, ya que “hoy vivimos en la aldea global”.

Lo que con forma de sol “ilumina” el esquema son el ideario artiguista, principalmente para que “los más infelices sean los más privilegiados”, y el pensamiento de José Enrique Rodó, “porque fue un impulsor tremendo de la juventud: decía que había que imprimirle esperanza y entusiasmo”. Por último, nombró a José Pedro Varela, por la gratuidad, obligatoriedad y la laicidad de la educación que propuso a finales del siglo XIX.

Para Graziano, la educación tiene que tener un enfoque de competencias, porque en el mundo de hoy no se puede saber todo y cada vez se sabrá menos. “Si queremos saber algo vamos al celular, buscamos en Google”, afirma, y señala que hay que dar herramientas a los estudiantes para que “aprendan a aprender”. Al respecto, considera que “no quiere decir que no se les dé contenido”, pero sí que deban abordarse con más énfasis algunos en especial, como el razonamiento lógico matemático, el lenguaje ‒concretamente, la lectura y la escritura‒, la ciudadanía digital y las habilidades emocionales.

¿Cómo se piensa encarar el año que viene, que presentará mucha disparidad entre los estudiantes que han seguido los cursos y los que no?

Nuestra idea es apuntar a las poblaciones más vulnerables, no sólo desde el punto de vista socioeconómico y cultural sino también de la discapacidad. Es bueno atender a esas poblaciones minoritarias, pero también es bueno atender a todo el conjunto. Nuestra transformación educativa apunta a esas dos cosas: atender la generalidad y las particularidades. En la generalidad está el proyecto de transformación curricular y dentro de las particularidades tenemos las políticas focalizadas, como los centros María Espínola. Tratamos de abarcar todo en la medida de lo posible y de lo que es viable. No pretendemos tener la solución a todo, pero sí iniciar un proceso, sembrar para que otros puedan recoger. Nuestra pretensión no es que se diga que fuimos los que hicimos la transformación, quienes nos importan son los estudiantes. Esta transformación es imprescindible, el mundo la está pidiendo y no podemos quedar rezagados. Hace muchos años teníamos el privilegio de decir que nuestra educación era una de las mejores del mundo, después fuimos decayendo. No voy a buscar culpables, pero tenemos que tratar de iniciar ese proceso de ascenso otra vez. Nuestra idea es iniciar un proceso en el que les demos participación a todos y en eso estamos, realizando mesas redondas, hemos hecho encuestas a estudiantes, a familias, a todos los docentes, vamos a hacer encuentros con las Asambleas Técnico Docentes.

Por supuesto que no vamos a estar de acuerdo en todo, pero para hacer una transformación tenemos que partir de las cosas en las que estemos de acuerdo. Hay que hacer cambios, es inevitable. Estamos apurados porque el mundo nos apura. Eso no quiere decir que no escuchemos, estamos con los oídos sumamente abiertos a todas las posturas, pero nosotros tenemos la responsabilidad de ejecutar.

El objetivo es revisar y adecuar el diseño y la implementación del programa de educación sexual en el marco de la transformación curricular del sistema educativo.

En el discurso la mayoría de la gente está de acuerdo con que el centro esté en el estudiante, sin embargo, a veces resulta difícil bajarlo a la práctica. ¿Por qué ocurre eso?

Hay una resistencia al cambio y eso es inevitable. Me atrevería a decir que hay una predisposición a ponernos en guardia cuando algo viene de la administración, sin entender ni escuchar demasiado lo que estamos transmitiendo. Todos tenemos que tener una apertura de espíritu para lograr transformar la educación y mejorarla, creo que en eso estamos todos de acuerdo. No tenemos la bola de cristal, pero queremos iniciar un proceso. En estas mesas redondas he encontrado muchos elementos en común, y de parte de los docentes también. Partamos de los elementos en común, pero iniciemos la transformación, por favor. Que no nos la detengan, que no nos pongan muros, porque el beneficio va a ser para todos. Muchos dicen que quieren más diálogo, por supuesto que los intercambios son buenos, hicimos toda una planificación para escuchar a todos, pero tenemos que actuar. Si no pasa lo de siempre, nos dicen que nos pasamos de diagnóstico en diagnóstico. El diagnóstico lo sabemos, en cada resultado que nos traen se confirman determinadas situaciones, vayamos a los hechos: ¿cuánto más vamos a esperar?

Nosotros no hemos venido a esta administración con mente refundacional. Incluso mantenemos como asesores en cargos muy importantes a profesionales que estaban en la administración anterior. Nos interesa lo que pueden aportar para el sistema educativo. Cada uno en forma personal es libre de tener la postura que desee, pero acá lo que queremos es aunar los esfuerzos en beneficio de una mejor educación. Valoramos tremendamente el aporte del Plan Ceibal, que se fue asentando. Antes el Plan Ceibal trabajaba en un ámbito y la parte educativa iba por otra. No había el enlace correspondiente y hoy lo hay. Además, trabajamos en comisiones interinstitucionales; en lo personal me encanta trabajar en derechos humanos, en forma muy vinculada con la Dirección de Derechos Humanos del Codicen, que está haciendo una labor espectacular en cuanto al trabajo en territorio.

En un ámbito feminizado como la educación, usted es la única integrante mujer del Codicen, ¿qué orientación deberían tener las políticas de género de la ANEP?

Hasta ahora la educación sexual se enfocaba de manera un poquito dispersa, según el subsistema. Queremos hacer una revisión para lograr un enfoque integral del tema, revisar todo eso para adecuarlo e implementarlo, dentro de nuestro plan educativo. Naturalmente, nosotros consideramos que está dentro de los derechos humanos y que todas las personas son respetables. Por lo tanto, la inclusión es fundamental y nosotros no concebimos discriminación de ningún tipo, pero consideramos que en la parte de educación sexual es muy importante la postura de la familias. Y tener en cuenta todo, porque son temas muy sensibles, pero para nada la ANEP tiene una política discriminatoria en ninguno de los ámbitos. Todos tienen derecho a la educación y a ser respetados más allá de sus situaciones personales.

El objetivo es revisar y adecuar el diseño y la implementación del programa de educación sexual en el marco de la transformación curricular del sistema educativo.

¿Considera que en los centros educativos se deben abordar los aspectos biológicos y también los sociales y culturales de la educación sexual?

Creo que esa respuesta la tienen que dar los técnicos y los profesionales. Es un ámbito que está a estudio y se apunta a una educación integral con involucramiento de las familias. Uno de los objetivos del Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024 de ANEP es fortalecer una educación en derechos humanos. Este es un tema del ámbito de la Dirección de Derechos Humanos de Codicen, que en pro de la equidad de género establece como sus ejes principales el derecho a una vida libre de violencia y discriminación; el derecho a la salud sexual y reproductiva; la promoción para la formación para la autonomía económica; el fortalecimiento interinstitucional de género de la ANEP; el fortalecimiento de los sistemas de información, el monitoreo y evaluación. Dentro de eso destacamos el mapa de ruta ante situaciones de violencia de niños, niñas y adolescentes en educación inicial y primaria y la elaboración de un Plan Nacional de Convivencia Escolar. El 17 de noviembre ANEP aprobó un acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas para realizar un diagnóstico del estado de situación del programa de educación sexual de la ANEP. El objetivo es revisar y adecuar el diseño y la implementación del programa de educación sexual en el marco de la transformación curricular del sistema educativo. Estamos en proceso y lo van a elaborar los técnicos y los profesionales del tema. Pero el paraguas de todo esto es que ANEP no discrimina en absoluto, tiene las puertas abiertas en los centros educativos a todos los jóvenes y estudiantes, con relación a las minorías de las cuales puedan provenir.

¿Qué políticas o líneas deberían abordarse desde la ANEP para tratar la desigualdad de género?

Uno de los aspectos que intentamos incentivar es que las niñas también tengan acceso a la formación en STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, según la sigla en inglés], profesiones que generalmente eran para los varones. Se está enfocando en este tema, para que las mujeres también tengan acceso a todo el ámbito de las oportunidades educativas e incentivarlas en ese sentido.

¿Cómo analiza el vínculo de las autoridades de la ANEP y los sindicatos de la educación?

Los sindicatos tienen su derecho de ser y nosotros hemos demostrado apertura al diálogo, todas las veces que nos han solicitado un intercambio lo hemos tenido. Nuestra postura es escuchar, nunca nos tapamos los oídos. Nosotros tenemos la responsabilidad de la gobernanza, que está respaldada por el voto popular, nuestros cargos son políticos, pero no nos ponemos en la postura de cerrarnos al que piensa diferente. A mí me gustaría que el gremio también considerara las cosas positivas que estamos haciendo y no siempre todo lo negativo. Daría más equilibrio en cuanto a las valoraciones. Yo no tengo redes sociales, pero a veces en ese espacio se toman como verdades cosas que no lo son. Hay que escuchar todas las campanas, pero siempre en un ámbito de respeto. No me gusta la descalificación ni los epítetos. No tengo por qué agredir al que piensa diferente, tengo que respetarlo. Uno no puede decir que lo que piensa es la verdad, es su verdad, puede haber otras.

En Secundaria el vínculo entre la directora y los sindicatos parece ser más difícil. ¿Considera que en la dirección general falta un poco de apertura para recibir algunos planteos o reclamos de los sindicatos?

Secundaria, como subsistema educativo, tiene autonomía para proceder y cuando toma resoluciones, a veces de índole jurídica, lo hace en función de la sugerencia que la dependencia jurídica le formula. Es un tema de Secundaria, nosotros somos muy respetuosos de la autonomía de cada subsistema, si bien trabajamos en coordinación y en la sesión [del Codicen] estamos todos y los escuchamos. Cuando los temas llegan a Codicen para ser resueltos ahí lo analizamos como colegiado, pero hasta tanto no lleguen a Codicen están en la órbita de Secundaria.

¿Cómo analiza el vínculo entre la laicidad y la libertad sindical?

Tengo un librito de laicidad que edité en 1995 y es un tema que me interesa muchísimo. Nuestra normativa es muy clara, el artículo 58 de la Constitución dice: “Los funcionarios están al servicio de la nación y no de una fracción política”, entre otras cosas. El artículo 17 de la Ley 18.437 dice que el principio de laicidad “asegurará el tratamiento integral y crítico de todos los temas en el ámbito de la educación”. Entre los deberes, el artículo 3 del estatuto del funcionario de ANEP dice en el literal e: “Abstenerse de hacer proselitismo de cualquier especie en el ejercicio de sus funciones o en ocasión de las mismas, ni permitir que los bienes en nombre del ente sean usados con tales fines; la violación de este inciso será preceptiva causal de destitución”. Yo diría que la laicidad no se opone a la libertad de expresión. Son dos conceptos constitucionales que se complementan. No se puede confundir la libertad de expresión con imponer determinados pensamientos. La laicidad es la mayor de las libertades que tenemos, porque no atenta contra ningún derecho sino que garantiza el derecho de todos. Todos somos libres de tener nuestra postura, pero en el ámbito educativo los docentes tenemos que tener cuidado y respeto a todas las creencias. En mi librito de laicidad y educación dije: “Es difícil que el ser humano pueda desprenderse de su subjetividad”. Es muy difícil, pero el docente tiene el compromiso moral de evitar formar seres obsecuentes. [Jean] Piaget decía que educar es formar individuos capaces de tener autonomía intelectual y el docente no puede permitirse que su centro se convierta en un vehículo de propaganda para quien quiera que sea, con finalidades electorales. El respeto de todos es el mayor respeto y eso es lo que la laicidad sostiene: el derecho a la opinión de todos. Por eso tenemos que respetar a los alumnos, debemos ayudarlos a formarse como seres autónomos, darles las herramientas para que puedan analizar, reflexionar, pero no podemos inducirlos a ninguna postura, cualquiera que sea. No podemos cercenar el derecho de nadie, cada cual tiene derecho a expresar sus ideas, y los alumnos y los jóvenes son todavía seres muy maleables, entonces, hay que respetar eso. Hay que darles todas las posturas, todas las líneas de pensamiento, sin exclusión, para que el alumno después decida en función de sí mismo, en análisis de todo lo que se le presenta y no que se le presente una sola postura.

Dejando de lado a los estudiantes, ¿dónde está el límite cuando hablamos del vínculo entre docentes? Por ejemplo, el Codicen habilitó que se pueda hacer campaña dentro de los centros educativos para la elección de los representantes docentes al organismo.

Lo político partidario debe estar fuera de los centros. Ahí está la diferencia. Hay que respetar la autonomía de cada alumno y de la familia de cada alumno. Dentro de los centros docentes hay alumnos que todavía no votan, pero tienen familiares que sí votan, y son de diferente ideología y partidos políticos. Si no, contribuimos indirectamente a una confrontación entre los que piensan diferente y tenemos que evitarla. Tenemos que enseñarles a los alumnos que cada uno puede tener su postura y debe ser respetado en ella, y que nadie es poseedor de la verdad en forma total. Nada es blanco o negro. Esa no es la realidad de la vida, no va por ahí.

Hay una predisposición a ponernos en guardia cuando algo viene de la administración, sin entender ni escuchar demasiado lo que estamos transmitiendo.

Por ejemplo, muchas familias deben enojarse cuando un docente habla a favor de la vacunación contra la covid-19, ¿las posturas antivacunas también deberían tratarse en pie de igualdad a otras posturas?

Se aborda todo, fundamentado en el ámbito académico: por qué unos opinan de determinada manera y por qué otros opinan de otra forma. La laicidad es poner sobre la mesa todas las posturas y no solamente una. Además, que la persona que está transmitiendo no incida para que se reciba que una de ellas es la mejor; tratar de mostrarlas todas en forma objetiva.

¿Qué pasa con las posturas antidemocráticas o contrarias a los derechos humanos? Para un docente debe ser difícil hablar del fascismo o del nazismo de una forma objetiva.

El docente tiene la obligación moral de transmitir de la manera más objetiva posible todas las posturas, de desprenderse de su subjetividad. Es muy difícil, pero tiene que tratar de hacerlo y mostrarlas todas.

La educación y la pandemia

Consultada sobre cómo ANEP afrontó la pandemia, Graziano planteó que fue una instancia de aprendizaje para todos los actores del sistema, incluyendo a las autoridades. Planteó que en un principio costó adaptarse al trabajo únicamente virtual, pero gracias al apoyo del Plan Ceibal se pudo mantener la comunicación entre docentes y estudiantes. De todas formas, la consejera entiende que además de comunicación se necesita una “conexión” entre ambos, que se basa en lo afectivo. En particular, destacó el apoyo de los cuerpos docentes, especialmente en “el interior profundo”, donde muchas veces la comunicación a través de internet era difícil. También mencionó el apoyo de las familias a los estudiantes, que tuvieron que interiorizarse en el uso de tecnologías para sostener los cursos a distancia. De todas formas, considera que la tecnología “es una herramienta”, que “nunca jamás va a ser sustitutiva del docente”, que es quien “imprime la motivación, el entusiasmo y la esperanza” a los estudiantes. En suma, la consejera destacó el papel socializador del sistema educativo y que durante la virtualidad los estudiantes reclamaban volver al contacto directo con sus compañeros.

Para comentar las acciones que realizó la ANEP apeló a un libro de casi 500 páginas titulado La educación en tiempos de pandemia. “Por supuesto que no se pudo lograr todo lo que deseábamos, era imposible, fueron momentos muy difíciles, pero hicimos lo indecible para que el aprendizaje y el relacionamiento humano se vieran afectados lo menos posible”, resumió.

.