En la Evaluación de Necesidades Post Desastres, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), junto a distintos organismos de la educación, cuantificó que la pérdida estimada desde que se decretó la emergencia sanitaria hasta marzo de este año, a nivel de educación inicial, primaria, media y terciaria, fue de casi 23 millones de dólares.
Además del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), del informe participaron el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), el Plan Ceibal, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), la Universidad de la República (Udelar) y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed). Gabriel Gómez, director del Área de Investigación y Estadística de la Dirección de Educación del MEC, dijo en una conferencia virtual este lunes que este “ejercicio” permitió brindar información para evaluar “diferentes impactos en distintas parte del sistema educativo, para poder valorar estrategias de intervención específicas, más allá de los apoyos económicos que se puedan realizar”.
“Se pudo valorar que el sistema de información en Uruguay había trabajado en la valoración de impactos sobre las consecuencias de la covid-19, más que nada dentro de la Udelar y ANEP. Estas cuestiones permiten de alguna manera fortalecer los sistemas de respuesta que puede tener el país frente a diferentes situaciones de impacto negativo sobre el sistema educativo”, estableció.
La Evaluación de Necesidades Post Desastres es una metodología para evaluar las necesidades que devienen tras una situación de emergencia o desastre y para elaborar una estrategia de recuperación viable y sostenible. La herramienta ya se usó en diversos países y este año fue adaptada por el Sistema Nacional de Emergencias y el PNUD para evaluar las necesidades devenidas de los impactos de la pandemia por covid-19 en dos sectores claves como la educación y el turismo.
En educación inicial, primaria y media pública se estimó una pérdida de 14,46 millones de dólares. En el desagregado en el que se “gastó más dinero” fue en alimentación en las vacaciones (8,93 millones de dólares). Asimismo, según explicó la consultora del PNUD, Cora Alonzo, hubo un ahorro en suministros de energía y agua de unos 4,73 millones de dólares, en tanto que el gasto en funcionamiento de instalaciones educativas se ubicó en 3,76 millones de dólares. A su vez, el gasto estimado por el PNUD para adecuación y mantenimiento de infraestructura edilicia fue de 600.000 dólares; en fortalecimiento del personal de gestión unos 2,58 millones de dólares; en recursos tecnológicos 1,83 millones de dólares; en ingresos no percibidos 510.000 dólares, y en programas de apoyo psicosocial 980.000 dólares.
Por otra parte, las necesidades de recuperación fueron valoradas como base en 28,94 millones de dólares. Para la educación inicial, primaria y media pública se determinó que lo “mejor” sería fortalecer una “estrategia de apertura segura” de las instituciones educativas, utilizar recursos tecnológicos para fortalecer procesos de adaptación tecnológica, apoyar a estudiantes en situación de vulnerabilidad y realizar una adaptación curricular y una reducción de la brecha educativa generada por la pandemia.
Con relación a cuánto impactó al niño o adolescente la pandemia, el PNUD consignó un aumento de la tasa de repetición en 1,2%, como también desigualdades de aprendizaje en contextos más vulnerables. Esto se debe a la menor cantidad de días de asistencia presencial al centro educativo o a estudiantes que no tuvieron ningún tipo de asistencia, agregó Alonzo.
Asimismo, tal como había dado a conocer el Ineed, hubo una pérdida de aprendizajes que genera brechas entre generaciones. Además, destacaron el impacto “socioemocional” que tuvo en los docentes y estudiantes. Por otro lado, el PNUD valoró el “bienestar sanitario” que tuvo la ANEP dada la respuesta de los servicios médicos y destacó el fortalecimiento del uso y desarrollo de las tecnologías de la información.
El integrante del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, Juan Gabito, consideró que más que pérdidas son “erogaciones no previstas”. “En lo cualitativo tenemos unos análisis que son bastante recientes pero su proyección la vamos a tener que evaluar en el mediano y largo plazo, hay que estar muy alertas”, dijo, y agregó que el “ejercicio prospectivo” sobre qué hacer para prevenir o mitigar “desastres” como lo fue la pandemia le parece “muy bueno”. También dijo que lo trabajado en 2020, apenas fue decretada la emergencia sanitaria, sirvió para este año, que se registró un pico de casos y como consecuencia se dio el cierre de centros educativos.
¿Cómo afectó a la Udelar?
A nivel de educación terciaria pública las pérdidas estimadas fueron de 7,46 millones y las necesidades de recuperación fueron valuadas en 74,11 millones. Donde gastó más la Udelar entre marzo del año pasado y este fue en el Hospital de Clínicas (3,56 millones de dólares). En concreto, se le sumó el trabajo hecho para la campaña de vacunación, test de diagnósticos de covid-19, el aumento de las camas de cuidados intensivos, los insumos sanitarios y médicos, y la contratación de docentes y personal no docente. Otros de los efectos en el contexto de la pandemia que tuvo la Udelar fue el aumento del ingreso a la casa de estudios y el apoyo psicosocial a comunidades educativas.
Las sugerencias para la Udelar fueron las mismas que para la ANEP. No obstante, se le suma un énfasis concreto en la investigación, una adecuación curricular de las distintas carreras y el fortalecimiento del hospital universitario. Sobre el impacto que tuvo la pandemia en la Udelar, el PNUD resaltó que la “disponibilidad y accesibilidad a la educación terciaria no se vio alterada”, pero remarcó que el intercambio entre docentes y estudiantes “fue menos fluido”.
Además, destacó los aportes para fortalecer la respuesta de la sociedad ante la pandemia y lamentó el “retraso” de las investigaciones que esa casa de estudios llevaba adelante, pero que por la pandemia se interrumpieron.
Juan Cristina, prorrector de Enseñanza de la Udelar, señaló que es “muy valioso” tener una estimación cuantitativa y cualitativa de las pérdidas. “La pandemia o los hechos graves muchas veces nos enseñan cómo proyectarnos hacia el futuro, sobre todo cuando tenemos datos claros”, consideró, y agregó que el “papel” que juega el sistema científico-tecnológico en cuanto a obtener información y evaluación “habla por sí solo de lo que fuimos capaces de hacer”. En ese sentido, afirmó que el país pasó la pandemia porque se encaró “a la uruguaya”.
Asimismo, valoró que la Udelar haya sido de las “pocas universidades” que fueron capaces de pasar de un sistema de enseñanza presencial a virtual en cuestión de días. “En el primer semestre de 2020 fuimos capaces de dar el 71% de las unidades curriculares, de las 130 carreras de la Udelar”, destacó. Por último, el prorrector de Enseñanza señaló que aun en pandemia, gracias a la coordinación con la ANEP, se registró la generación de estudiantes universitarios “más grande de la historia”.