Ayer comenzó el lento proceso de la vuelta a las clases presenciales en Argentina, con distintas actividades en varias provincias. “Es una escuela distinta a la prepandemia”, dijo a la prensa el ministro federal de Educación, Nicolás Trotta, que destacó que buena parte de la enseñanza seguirá siendo virtual. “Tenemos que alcanzar un equilibrio entre el derecho a la educación y lo presencial con cuidado de la salud”, agregó el jerarca, y aseguró que en caso de que vuelva a haber rebrotes de coronavirus se dará marcha atrás con la apertura.

A diferencia del caso uruguayo, en 2020 en Argentina los estudiantes no volvieron a la presencialidad en ningún momento, salvo contadas intervenciones con actividades particulares. Por eso los estudiantes de Santa Fe, Santiago del Estero, Jujuy y la ciudad de Buenos Aires son los primeros en volver a clases luego de un año de virtualidad. En particular en la capital del país vecino 370.493 estudiantes de 2.117 escuelas comenzaron las clases. Al igual que en Uruguay, la vuelta fue escalonada; las primeras jornadas están pensadas para cuatro niveles: inicial, primer ciclo de primaria (de primero a tercer año) y los dos primeros años de educación secundaria.

El lunes se incorporarán el resto de los estudiantes de primaria, el 1º de marzo comienzan todos los alumnos de enseñanza media, el 8 se sumarán jóvenes y adultos que terminan la educación media y el 22 retoman los estudiantes de nivel superior. De esta forma, 785.152 alumnos porteños volverán a la presencialidad.

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires definió un protocolo para la vuelta a clases: se define como burbuja a todos los estudiantes del grupo, pero sólo podrán estar en el mismo salón todos los alumnos si se logra mantener un metro y medio de distancia entre los bancos. Las burbujas también se aplican a la hora de definir los momentos de entrada, salida y recreo, y en Argentina se decidió que todos los estudiantes tienen que usar tapabocas, mientras que a los docentes se les recomienda el uso de máscaras faciales.

También se definió que en caso de que un estudiante o docente presente síntomas de coronavirus se aísle a esa burbuja por diez días y luego intervenga el Ministerio de Salud para definir los contactos estrechos para hisopar. En el caso de que el docente sea de secundaria, todos los grupos con los que tuvo contacto harán cuarentena por diez días.

Asimismo, al igual que en el caso uruguayo, en Argentina tanto los trabajadores como los estudiantes que pertenezcan a los grupos de riesgo o convivan con personas dentro de esos grupos están exceptuados de las tareas presenciales.

Objeciones de los sindicatos porteños

Gremios docentes de la ciudad le plantearon al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta varias objeciones antes de que comenzaran las clases. Luego de varias negociaciones, todos los sindicatos se acoplaron al inicio de clases salvo Ademys, un gremio de 1.500 afiliados que convocó a un paro de 72 horas desde el miércoles hasta el viernes, consignó Infobae.

Uno de los puntos que se lograron negociar es la realización de test de coronavirus a todos los docentes y por eso desde el lunes 8 de febrero el gobierno dispuso tres grandes centros de testeos habilitados únicamente para los trabajadores de la educación. Sin embargo, según medios argentinos, 16,4% de los trabajadores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fueron a realizarse el test de PCR.

Asimismo, hubo quejas sobre el estado de algunos edificios y la falta de insumos de limpieza, aunque desde el gobierno se asegura que se destinaron 2.000 millones de pesos argentinos en productos de limpieza, elementos de bioseguridad para los trabajadores y purificadores de aire para los salones que no tienen suficiente ventilación. Además, en ese monto se incluyen los reemplazos para los docentes que no pueden asistir por ser población de riesgo.