El Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) tiene como prioridad reabrir las escuelas especiales después del 18 de mayo, cuando vuelvan a abrir las puertas las escuelas Aprender y de tiempo completo, además de las escuelas rurales con más de 50 niños y los grupos de 3 años. El lunes se diagramó en la Dirección General de Educación Inicial y Primaria un posible cronograma para la vuelta a clases de estos centros educativos.

Por su parte, la Inspección Técnica y la Inspección de Educación Especial también elaboraron un informe sobre la situación, según informaron a la diaria. Además, hicieron otro sobre el avance paulatino de los diferentes niveles. Este miércoles, en sesión del Codicen, el tema estuvo sobre la mesa pero no se llegó a una resolución porque primero tienen que tener el visto bueno del Ministerio de Salud Pública (MSP).

El consejero Juan Gabito confirmó a la diaria que “lo que hay es la ratificación de criterios que serían de gradualidad y escalonamiento”. “Si el MSP lo habilitara, lo primero que volvería serían las escuelas especiales, que, a su vez, no son todas, al barrer, sino de distintos tipos, pero todo con la habilitación de Salud Pública. Nosotros no podemos fijar ningún cronograma si no hay habilitación de la autoridad sanitaria”, aclaró.

Los docentes de las escuelas especiales se encuentran sumamente preocupados por el “mutismo” de las autoridades educativas porque hace un mes y medio que los chiquilines con diferentes capacidades no retornan a las clases, y ni siquiera hay novedades, pese a la insistencia.

Patrizia Spagnulo, directora del colegio Centro Pedagógico Terapéutico (CPT), señaló que “en ningún momento, en todo este período, nadie se ha expresado sobre la educación especial, área de la educación formal que requiere un abordaje específico dadas sus características”. Dijo que ante la “incertidumbre” que la “ausencia específica de información genera”, se consultó a las autoridades y les respondieron que debían “esperar” y que “a la brevedad” se les iba a informar. Sin embargo, hace más de 20 días que están a la espera de alguna información.

En diálogo con la diaria, la directora expresó que “de acuerdo a Robert Silva [presidente del Codicen] ‘deberíamos regirnos por la educación general’”, algo que “no es lógico”. “Si bien se habla de inclusión educativa, la educación especial y las necesidades especiales de nuestros alumnos y alumnas no están incluidos en los temas educativos”, aclaró.

Asimismo, sostuvo que “nadie cuestiona la necesidad de las medidas sanitarias y se debería tener en cuenta, además, cuánto afectan a cada una y cada uno de los grupos educativos para poder balancear de algún modo el costo-beneficio. Cuándo es el momento oportuno de retorno sólo las autoridades de la salud pueden indicarlo, dando la potestad a las familias de decidir la presencialidad de su hija o hijo de acuerdo a las circunstancias individuales, por ejemplo, comorbilidades, exposición o el compartir vivienda con integrantes de riesgo”.

Desde el área educativa, opinó Spagnulo, “ha sido notoriamente perjudicial” el cierre de las clases dadas las características, en particular, de esa población. “Más del 60% del alumnado con edades entre los 5 y los 24 años en grupos de acuerdo a la edad y dificultad en grupos de 5 a 8 alumnas y alumnos, tiene un diagnóstico de TEA [trastornos del espectro autista], presentando el resto de la población trastornos o patologías que se evidencian en dificultades de aprendizaje con un desfasaje cognitivo de significación”, por ende, las posibilidades de seguir las clases virtuales “son limitadas”.

“Con una constante organización del equipo, se busca acercarnos virtualmente a cada hogar realizando propuestas que sean atractivas, motivantes y posibles de realizar con un compromiso loable de las familias. Sin embargo, se constatará un deterioro importantísimo del proceso educativo, del proceso terapéutico de estos chicos dado por el aislamiento. La institución educativa, sea cual sea, es su lugar, su espacio, donde se fomentan los vínculos, las posibilidades de comunicación, el desarrollo tanto de habilidades sociales como personales, educativas, instrumentales”, señaló.

Spagnulo aseguró que la situación de los chiquilines “empeoró”. “Lo constatamos el año pasado y ahora lo volvemos a observar. Constantemente desde el equipo del área terapéutica del colegio nos estamos comunicando con las familias para apoyarlas y darles herramientas para organizarse y superar algunas posibles crisis”, informó.

“Obviamente no es lo mismo que estar con el niño, la niña o el joven, pero al menos poder de alguna manera replicar las estrategias institucionales para organizar y contener. Además, las ‘clases’ o propuestas son filmadas para que nos vean, nos escuchen y puedan observar en el horario del día más conveniente; además de encontrarse por Zoom cada clase una vez a la semana, con sus padres, docentes, técnicos y pares, hemos hecho especialmente videollamadas para dialogar con ellas y ellos ante determinadas situaciones”, añadió.

La interacción con “el otro” les exige diariamente un “desafío constructivo” de la mano de sus pares, docentes y técnicos con posibilidades de “contener y motivar”, dijo. “Esto se ha perdido al generar nuevas frustraciones, retrocesos, aparición nuevamente de conductas disruptivas, llegando en algunos casos a conductas depresivas”, observó.

En tanto, Spagnulo dijo que las familias se encuentran “desbordadas”. Si a la dificultad en el proceso de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes, se suma la frustración que genera constatar día a día “cuánto le cuesta seguir la tarea o enfocarla”, labor que abordan diariamente los equipos educativos, “imagina cuán estresante puede llegar a ser”, expresó. “Debemos también considerar que se han reforzado conductas que estaban tratadas, obsesiones, conductas de negación o aislamiento, centrándose en sus propios intereses, dado que no reciben los mismos estímulos”, concluyó.