Con una pancarta que pedía más presupuesto, más participación, becas, tutorías, infraestructura y salud mental, estudiantes de distintos liceos de Montevideo condensados en la Coordinadora de Gremios de Secundaria del Área Metropolitana (GSM) marcharon desde el viaducto del Paso Molino -con el fin de descentralizar la lucha- hasta las puertas del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Se trató de una de las medidas de la huelga estudiantil que rige desde el lunes de la semana pasada y que continuará al menos hasta el viernes, cuando tendrán una nueva asamblea.
“No vamos a dejar de hacer pancartas, charlas, obras, no vamos a dejar de intervenir nuestro centro, ni de manifestarnos y expresarnos”, leyó una de las estudiantes en la puerta del Codicen, luego de narrar los puntos reivindicativos que ya habían sido entregados a las autoridades en una reunión realizada en agosto. Esa fue la última instancia de diálogo, a pesar de las reiteradas cartas y solicitudes de otras reuniones, manifestaron a la diaria distintos estudiantes presentes en la manifestación.
En la convocatoria, el GSM instaba a marchar “en rechazo a la ‘transformación educativa’, la falta de diálogo y la persecución gremial, y en reclamo de más presupuesto”. “Muchas de las faltas o problemáticas en la educación se traducen como consecuencia del presupuesto destinado a la educación pública”, que “no alcanza” y baja a medida que pasan los años, esgrimieron al finalizar la recorrida.
La marcha pretendía partir a las 10.00 de la mañana, pero en asamblea se había decidido que se avanzaba si había un quórum de 100 personas. Sin embargo, eran alrededor de 70 y, luego de una nueva asamblea -esta vez sobre el viaducto-, se votó por mayoría marchar a pesar de no superar la cantidad de presentes deseada.
A las 11.15 partieron por Avenida Agraciada estudiantes del liceo 26, 63, Miranda, Zorrilla, Dámaso, José Batlle y Ordóñéz y del Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores de Artigas, que junto a los estudiantes mayores de edad de los liceos fueron quienes auspiciaron de autodefensa para cortar las calles.
“‘Estudiantes’, les queda enorme la palabra”, tiroteó entre labios un hombre que ojeó la marcha recostado sobre una pared. Sin embargo, en las calles prevalecieron las reacciones con bocinas al ritmo de los cánticos, los “vamo’ arriba los que luchan” y el agite de los brazos por fuera de las ventanas de los autos. “Señor, señora, no sea indiferente, la educación del pueblo no se vende, se defiende”, fue una de las entonaciones más reiteradas.
¿Qué dicen los estudiantes?
“Yo tengo 18, ni pincha ni corta lo que yo hago”, dijo a la diaria Mateo Cerminatti, estudiante del liceo 26 e integrante del GSM. No obstante, contó que días atrás, cuando con el gremio ocupó el liceo, desde la dirección del instituto llamaron a sus padres para preguntarles si sabían que estaba ocupando.
Al respecto, Thiago Morales, estudiante del liceo Zorrilla, indicó a la diaria que uno de los reclamos del estudiantado refiere a la “persecución gremial y todos los agravios que hemos estado sufriendo de la Inspección [de Secundaria] y de las autoridades”. En ese marco, explicó que en muchos liceos directores han pedido listas de quiénes son los estudiantes agremiados, que no han habilitado asambleas estudiantiles y que lo que pasó con Mateo también pasó con otros estudiantes.
A modo de resumen, Morales aseguró que la plataforma reivindicativa es la misma que a principio de año, porque “no hemos sido escuchados”: dijo que se reclama por una mejora de la infraestructura, por la necesidad de tener equipos multidisciplinarios, más los problemas particulares de cada liceo.
“Los gurises pasan muchas horas en el liceo, muchas veces incluso más tiempo que en la casa, y tener la contención de los equipos multidisciplinarios nos parece necesario. No está bueno que adscriptas estén conteniendo gurises que necesitan otro tipo de ayuda: de psicólogos, de un asistente social, una referente de sexualidad, una psicopedagoga”, especificó, por otro lado, Eva, estudiante del liceo 63.
Milagros, estudiante de la misma institución, hizo referencia a la escasez generalizada de las tutorías. Según explicó a la diaria, se dijo que los liceos debían solicitarlas, pero aunque las soliciten, no las tienen. “Entonces se formaron clases de apoyo, pero también se recortaron las horas de coordinación, porque habían profesores que usaban su hora de coordinación como las de apoyo. Y las tutorías son una herramienta para el estudiante”, apuntó.
Asimismo, hicieron referencia a la necesidad de tener elementos de higiene, como papel higiénico, jabón y adherentes. También enfatizaron en la “superpoblación” de las clases, sobre todo en bachillerato. “Quieren implementar talleres en liceos que están superpoblados, pero no dan los salones”, afirmó Morales, en relación a lo previsto en la reforma educativa de ANEP.
Otra de las reivindicaciones “es la participación real en una reforma que nos va a afectar a nosotros, que somos los actores principales”, dijo. La importancia y escasez de espacios de negociación y diálogo fue otro de los puntos principales de la convocatoria. Milagros explicó que desde agosto están aguardando por una segunda reunión, pero no han tenido respuesta por parte de las autoridades y que, por tanto, el vínculo con la ANEP queda en manos de las inspecciones liceales que “no escuchan”. “Si van es para sancionarnos, para llamar a nuestros padres, para citarnos al Consejo Asesor Pedagógico, para sacarnos fotos”, narró.
“No nos sirve tener diez reuniones con inspección si las diez reuniones van a ser lo mismo: nos dicen que lo van a elevar”, afirmó Morales. Contrariamente, según el estudiante, “lo que nos sirve es tener un equipo multidisciplinario ahora, una participación docente y estudiantil ahora, que los salones no se caigan, tener seguridad, tener ya las becas alimenticias, porque hay estudiantes que no pueden aprender porque tienen hambre”. “Nos sirve que nos escuchen y que nos den las soluciones que necesitamos y queremos”, concluyó.