El patito feo fue un clásico de literatura infantil de varias generaciones. En aquella historia, el patito sufría porque era discriminado por su apariencia, incluso por su familia. Se fue de su hogar a causa de esa discriminación, vagó por distintos lugares conociendo otros animales, otras historias, y cuando fue creciendo se dio cuenta de que en realidad no era feo sino diferente, porque no era un pato sino un cisne.

Nadie se disculpó con él y su madre no reprendió a sus hermanos, en una época en la que los castigos o simples regaños estaban muy normalizados. El patito tuvo “suerte” y resultó ser un cisne, que cuando creció fue más bello que todos los demás. Esa es la conclusión del cuento, al menos de sus versiones más popularizadas. Según algunas opiniones, la moraleja del cuento parece ser que no importa la belleza física, ya que todos podemos tener un hermoso cisne escondido en nuestro interior, perspectiva que no comparto ni me convence.

Muchos adultos que en su infancia disfrutaron de estos clásicos ya no toleran este tipo de cuentos para sus niños. Entienden que no todo lo pasado fue mejor, sino que las costumbres se van trasformando con el paso del tiempo y algunos valores, hechos o actitudes que llevaban arraigados y eran naturales pasaron a ser cuestionados y puestos en tela de juicio.

Podemos estimular de forma distinta a los niños, brindándoles otro tipo de lectura, más reflexiva, más empática, constructora de valores y rompedora de tabúes.

Un ejemplo de este tipo de literatura emergente es el de Susana Aliano, autora de álbumes ilustrados infantiles, o “libros-álbum”, que no hablan de princesas y castillos; tampoco enseñan los nombres de animales y los colores de las flores. Si bien estos últimos son importantes apoyos educativos, no dejan de ser temas clásicos, reiterativos.

Sus historias abordan temáticas como la discriminación, el bulliyng, la identidad de género, la pérdida de un ser querido, temas que que no son fáciles de encontrar dentro de la literatura infantil y que actualmente tienden a ser discutidos más abiertamente en Uruguay, ya sea en el ámbito familiar o académico. Cada vez es mayor el público que se interesa en que sus hijos, sobrinos, alumnos, cultiven actitudes reflexivas y empáticas, para los que este tipo de lectura se presenta como esencial.

Los protagonistas de los cuentos de Aliano generalmente son niños y niñas, pero pueden interesarle a personas de cualquier edad. Consultada al respecto, la autora plantea que no son historias pensadas para determinada etapa de la vida sino para cierta sensibilidad, ya que la edad es solamente un dato y lo sustancial es lo que se genera con la lectura, la emoción que provoca en la persona. Lo importante es que podamos compartirlo con otros, discutirlo o complementarlo, en definitiva, enriquecernos. “La sensibilidad nos habla mucho más de cada uno. Mediante ella vibramos, nos emocionamos, empatizamos”, señaló la autora.

Nacida en Tacuarembó, Aliano es editora del sello Mas Pimienta!, correctora de estilo y escritora. Sus libros han sido publicados en Uruguay, España, Costa Rica, México, Chile, Eslovenia y Turquía, y ha ganado premios tanto a nivel nacional como internacional.

Su trabajo más reciente es en una colección de libros para Unicef, dedicada a promover la alimentación saludable.

El impulso por escribir nace de sus propias búsquedas, que –aclara– no son distintas a las de otras personas; la diferencia, tal vez, está en que ella decide plasmar sus experiencias y sus procesos en papel. “Cuando lo socializo, entonces hace eco en algún lugar y ahí es cuando pasan cosas maravillosas con los niños, porque ellos no tienen los prejuicios del mundo adulto, ellos se entregan a lo que viven, y eso hace que, cuando se identifican con una historia, sean auténticos, hablen de sí mismos”, cuenta.

La reflexión y el ponerse en el lugar del otro pueden hacerse perfectamente en soledad por parte del lector, pero también es ideal para aquellos padres, familiares o docentes a quienes les interese llevar a la discusión constructiva ciertos temas controversiales. Un claro ejemplo de su literatura fresca y audaz es su libro-álbum Leru leru.

Cuando lo leí, sencillamente me pareció genial. Y digo “sencillamente” porque es un cuento conciso, al que no le sobra ni le falta nada para transmitir la historia que se cuenta: un niño que parece niña, y su hermana que parece varón, en un entorno donde todos los demás niños parecen ser lo que su sexo indicó al nacer. “En los recreos hacemos fila para burlarnos de él”, narra la protagonista.

Parece evidenciar y propiciar la reflexión sobre que permanecer juntos o verse a diario no significa entender al otro; puede ser todo lo contrario si no se tratan los temas, si no hay quienes guíen a esos niños a conectarse con los demás desde su interior y su sensibilidad. Esa guía puede provenir de un adulto, una película, o bien puede ser un libro.

Al conectar con el libro, el niño es capaz de percibir sus propias emociones en consonancia con los personajes y, al ponerlo en común con otros, puede desarrollar la empatía. Estas experiencias en la infancia son claves para formar adultos con esas características: personas sensibles, respetuosas, que tomen la reflexión como hábito y puedan comprender sin juzgar desde una actitud de reconocimiento y respeto.

Recomiendo considerar las lecturas propuestas por Susana Aliano como forma de facilitar a nuestros niños el camino tan sinuoso por el que todos transitamos, en el que a diario encontramos puertas fácilmente abiertas a las verdades absolutas, la incomprensión, la burla.

No es una invitación a pensar, sino a sentir.