Técnicos y especialistas de varias organizaciones e instituciones, entre estas la Administración de Educación Pública (ANEP), diseñaron una metodología para proyectar qué pasará con la población en edad escolar en los próximos años en Uruguay. Tania Biramontes, del Departamento de Evaluación y Estadística de ANEP, fue la encargada de exponer al respecto en una presentación pública de los datos llevada a cabo por el organismo este martes.
Allí explicó que la evolución de matrícula de ANEP depende de distintos factores. Por un lado, habló de factores demográficos, como el tamaño de la población, para cubrir determinados niveles educativos, en lo que se centró el estudio. Por otro, la matrícula también depende de “factores educativos” como la proporción de las personas en edad escolar que efectivamente asisten a la educación, la distribución entre la matrícula pública y privada, y la progresión por los niveles y grados escolares.
La técnica dijo que la tasa de fecundidad actualmente está ubicada en 1,4 hijos por mujer y el estudio les permitió proyectar que va a llegar a 1,52 en 2030. Para ello se tuvo en cuenta que entre 1980 y 2021 la cantidad de nacimientos se redujo en 37,6%, lo que equivale a 20.400 nacimientos menos. De todas formas, la caída no fue constante, ya que se registró una primera “fase de incremento” de 1980 a 1996, una caída de 15,8% entre 1996 y 2006, un período de “estabilización” de la cantidad de nacimientos entre 2006 y 2016 y, a partir de 2016, “una nueva fase de caída de los nacimientos” de 25,4%, más pronunciada que la anterior y en menos cantidad de años. Por otro lado, Biramontes planteó que las defunciones y la tasa de mortalidad infantil cayeron “muchísimo” en los últimos 40 años. Por ejemplo, esta última descendió de 36,4% en 1980 a 6,2% en 2020.
Lo que se espera
El estudio marca que las últimas caídas en los nacimientos tuvieron y tendrán una directa incidencia en la matrícula de la educación, que se aprecia con más rapidez en los grados más bajos. Los datos para la población en edad de educación inicial muestran que entre 2000 y 2013 hubo una caída asociada a la baja de los nacimientos de entre 1996 y 2006, luego hubo una estabilización y en los últimos años se empieza a apreciar un nuevo descenso. Según las proyecciones de los técnicos, el descenso de la cantidad de niños de entre tres y cinco años se mantendrá y será mayor al anteriormente registrado. A partir de las estimaciones, se concluyó que habrá una caída de 26,7% en esa población y hacia 2030 “se espera una moderada o leve recuperación”, producto de un leve aumento en la tasa de fecundidad, detalló Biramontes.
En el caso de la cantidad de niños en edad de cursar primaria, hubo una caída entre 2006 y 2016 asociada a la disminución de los nacimientos entre 1996 y 2006, luego una estabilización y ahora se espera una caída “a partir de 2022 o 2023, por la que habrá 64.527 niños menos en 2030”, según la técnica de ANEP. Entre quienes tienen edad de estar cursando la educación media básica la caída fue hasta 2021; a partir de ahora se proyecta una estabilización en esa población, pero luego se estima una nueva caída hasta el final de la década, a raíz de la disminución de los nacimientos a partir de 2016. Por su parte, para el número de adolescentes en edad de educación media superior, desde 2013 se registra una fase de descenso de 18,3%, que se extenderá hasta 2025, según las estimaciones. Luego de ese año, para ese tramo se avizora “una pequeña estabilización y un pequeño incremento”, pero el impacto de la caída de los nacimientos se sentirá más adelante, hacia 2033 o 2034, sostuvo Biramontes.
En síntesis, la especialista señaló que la caída de los nacimientos registrados a partir de 2016 “tendrá un impacto muy significativo” entre 2022 y 2030, ya que reducirá la cantidad de personas en las edades correspondientes a educación inicial y primaria. Según ilustró, entre 2000 y 2030 la población en edad de asistir a la educación inicial caerá 24%, que equivale a 33.844 niños menos, es decir, la matrícula correspondiente a unos 50 jardines de infantes. Mientras tanto, en ocho años se prevé que la población en edad de primaria también caiga 24%, que en este caso equivale a 67.776 niños.
A nivel de matrícula, el equipo técnico que realizó el estudio sostiene que el impacto será muy claro en inicial y primaria, ya que la cobertura en esos subsistemas es universal -excepto para niños de tres años- y existe poca repetición y rezago. En cambio, la reducción de la población en edad de concurrir a educación media será de 5,5%, pero como los niveles de repetición, rezago y desvinculación son mayores en ese nivel, no está tan claro de qué forma repercutirá en la matrícula.
Desafíos y oportunidades
Andrés Peri, director de la División de Investigación, Evaluación y Estadística de ANEP, incorporó al análisis el posible impacto de las tendencias migratorias, que no pudo incluirse en el estudio por falta de precisión en los datos, según explicaron los técnicos. Peri sostuvo que la llegada de migrantes al país en los últimos años sirvió para mitigar en parte la caída de los nacimientos en Uruguay, pero el flujo de migrantes bajó a partir de la pandemia de covid-19.
Según el director de ANEP, la reducción de la matrícula no necesariamente debe implicar menos centros educativos o que dejen de existir grupos superpoblados, ya que es probable que la población se concentre en algunas zonas por sobre otras y no es fácil hacer que las familias se trasladen. Para Peri, este escenario abre la posibilidad de “invertir en la personalización de la enseñanza” y, por ejemplo, “cubrir al que se rezaga en las escuelas”. Además, dijo que debe dimensionarse que en ocho años “la matrícula va a bajar un cuarto”, lo que hará que probablemente la “reducción del mercado laboral docente” sea “acuciante” y esté mucho más presente en el debate público
Tanto Peri como Fernando Filgueira, representante en Uruguay del Fondo de Población de Naciones Unidas, estuvieron de acuerdo en que la baja de la natalidad es producto de una buena “noticia”, ya que en buena medida está influida por la baja de embarazos adolescentes.
Filgueira señaló que en los próximos ocho años habrá 100.000 personas menos en la franja de entre 0 y 17 años en Uruguay, lo que implica entrar en una etapa en la que las cohortes de población económicamente activas serán cada vez más pequeñas, pero los adultos mayores serán “cada vez más”. Para el sociólogo, ello trae “una tensión”, y para enfrentarla se puede apelar a diferentes soluciones: “Uno puede disminuir el consumo agregado de la sociedad, incrementar el tiempo remunerado de las personas o incrementar el uso de los factores productivos y la productividad de las personas en edad activa presente y futura”. Según consideró, esta última es la opción a la que debe apelar Uruguay para quienes ya están empleados, y también incorporar al mercado laboral a quienes están en edad activa pero no trabajan, que son “sobre todo mujeres”.
Además, Filgueira planteó que se debe acudir a “una fuerte inversión en los niños y adolescentes” y “construir sistemas de transferencias intergeneracionales para adultos mayores que sean equitativos y sustentables”. En ese sentido, dijo que no se debe cometer el “error” de pensar que “como vamos a ser menos, podemos gastar lo mismo”. Al respecto, agregó que para no seguir “perdiendo” a la mitad de cada cohorte educativa porque no podrá culminar la educación media, es clave invertir más y “aprovechar que vamos a tener menos chiquilines”.
El sociólogo dijo que el país enfrenta “un problema de subinversión relativa en infancia y adolescencia” y para fundamentarlo expuso datos sobre de dónde provienen los recursos para financiar el consumo de los niños y jóvenes de entre 0 y 24 años. Según dijo, en Finlandia 50% es financiado por el Estado “mediante asignaciones, becas o inversión educativa y en salud”, pero en América Latina el porcentaje de financiación estatal baja a 18%, mientras que 60% del consumo de niños y jóvenes depende de las capacidades de las propias familias.
Los recursos de ANEP
Quien intervino en el cierre de la presentación de los datos en nombre del Consejo Directivo Central de la ANEP fue Adriana Aristimuño, directora ejecutiva de Políticas Educativas del organismo, que respondió a algunas preguntas que llegaron sobre la inversión educativa para los próximos años. Según la jerarca, en el organismo están “muy preocupados por los recursos en la educación” y como ejemplo dijo que de cara a la próxima Rendición de Cuentas se “pasan pensando cómo presentar lo hecho, lo que se quiere hacer y los recursos que son necesarios”.
Aristimuño planteó que las autoridades del organismo se tienen que “hacer cargo de muchos problemas de aprendizaje y de enormes inequidades de la sociedad, pero sobre todo del sistema educativo, que es el germen de esa inequidad”. En relación a las tendencias demográficas, sostuvo que en la educación “posiblemente haya posibilidades de reconvertir, adaptar y mejorar algunos perfiles”.
Si bien dijo que no necesariamente habrá menos grupos, estimó que esa es una posibilidad, a la que se suma que puede haber menos estudiantes por clase. Por lo tanto, expuso que quizás sea necesario pensar en procurar profesionales dedicados “a roles que hoy necesitamos y no tenemos”. Además, dijo que es posible “pensar en ampliar la cobertura en tres años” y también buscar mecanismos “creativos” para ampliar el tiempo pedagógico, que si bien “es algo muy caro”, la ANEP está considerando.
“El planteo a las autoridades económicas es: necesitamos todos los recursos que tenemos y más para mejorar los problemas impostergables que tenemos parcialmente resueltos en la educación”, concluyó.
El método
Además de Biramontes, en el estudio participaron Ignacio Pardo, del Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Daniel Macadar, del Fondo de Población de las Naciones Unidas, y Andrés Peri, de la División de Investigación, Evaluación y Estadística de ANEP. Según se explicó en la presentación, se espera actualizar los datos año a año y para proyectar los nacimientos y defunciones se apela a un método probabilístico a partir de la experiencia de Uruguay y de otros países que pasaron por procesos similares.