Finalizó el viernes la Conferencia Mundial de Educación Superior organizada por la Unesco en Barcelona, de la que participaron integrantes del Ministerio de Educación y Cultura, la Universidad de la República (Udelar) y la Universidad Tecnológica. Las ediciones anteriores habían sido en 1998, 2008 y si bien estaba programada para 2020, tuvo que ser reagendada a causa de la pandemia de covid-19. Precisamente, la situación generada en las instituciones educativas a causa de la situación sanitaria fue uno de los ejes temáticos que estuvieron presentes a lo largo de toda la conferencia, que comenzó el miércoles.

Desde Barcelona, el rector de la Udelar, Rodrigo Arim, dijo a la diaria que se compartieron “un conjunto de experiencias importantes de distintos sistemas educativos”, que permiten concluir que los problemas y las soluciones encontradas durante la pandemia tienen varios puntos de contacto “en muchas partes del mundo”. “Dentro de la educación superior, algunos países tendieron a reducir más la actividad durante la pandemia; nosotros estamos dentro de los que la mantuvimos casi en su totalidad a través del trabajo en plataformas digitales”, sostuvo Arim.

Consultado sobre cómo valora la respuesta de la universidad en este contexto internacional, el rector dijo que “con mesura y sin grandilocuencia, lo que hizo la Udelar sin duda está dentro del espacio de las mejores prácticas en términos del mantenimiento de la actividad de formación y de investigación”. Más allá de que no todas las actividades necesariamente se hicieron con los mismos estándares de calidad que en la presencialidad y de que hubo dificultades propias de una etapa “extraordinaria”, valoró el esfuerzo de la institución. Según explicó, durante la virtualidad se mantuvieron más de 90% de los cursos de grado y de posgrado, y “prácticamente no hay atraso curricular”, salvo en servicios puntuales, como la Facultad de Enfermería o en Medicina y Química, que ya se están poniendo al día.

“Emergemos de la pandemia con atrasos curriculares muy acotados sobre los cuales podemos actuar, con un cumplimiento de los calendarios académicos casi con normalidad. Con costos que tienen que ver con la ausencia de socialización, ya que hay dos generaciones que han tenido poco contacto con la vida presencial universitaria y también con costos que tienen que ver con algunos niveles de calidad, que no son los mismos que uno tiene cuando tenemos la posibilidad de la presencialidad. Pero en el contexto general y mirando las experiencias que se vieron en la conferencia, no tengo dudas de que Uruguay y la Udelar se ubican en el plano de los que lograron mantener un mayor funcionamiento de estas cuestiones”, sintetizó el rector.

Para adelante

En la conferencia también se intercambió sobre el escenario pospandemia y, al respecto, Arim señaló que “todavía no hay muchas respuestas”. Respecto de la continuidad del uso de las plataformas electrónicas, consideró que es un instrumento que trajo ventajas y que durante la pandemia se realizó un uso masivo de esos instrumentos, “pero, simultáneamente, se debe reconocer que hay un vector de desigualdades muy grande en este proceso”. En ese sentido, dijo que el grado de democratización al que aportan esas plataformas depende del contexto donde se accede a ellas en cada país, lo que, en buena medida, en el mundo está determinado por el nivel socioeconómico de la población.

“Con el uso masivo de la formación en línea hay una lógica de reproducción de las desigualdades con la que hay que ser cuidadoso; por un lado, las plataformas digitales permiten tener un mayor alcance, pero a la misma vez hay asimetrías muy importantes en el acceso, hasta por los espacios físicos para usar estas tecnologías en los hogares”, sostuvo. Por otro lado, con las plataformas electrónicas es más difícil lograr la construcción colectiva que implica una universidad, consideró.

Arim señaló que en la conferencia se dio el retorno de la discusión sobre el carácter de bien público de la educación superior, lo que implica un debate más amplio sobre su financiamiento. Por ejemplo, en la década de 1990 algunos organismos internacionales, como el Banco Mundial, habían planteado que como los principales beneficiarios de esa formación son sus estudiantes, eran estos quienes debían financiarla, recordó el rector. No obstante, consideró que entender la educación superior como un derecho y como un bien público implica que los Estados tengan que hacerse cargo de su financiamiento. Si bien relató que en la conferencia de la Unesco no hubo ningún pronunciamiento en un sentido o en el otro, Arim consideró que es un tema que estará fuertemente presente en la discusión educativa en los próximos años.

Al respecto, señaló que en la actualidad “el acceso a la educación superior es uno de los ejes centrales de las asimetrías de poder y también del bienestar en otras dimensiones”. En suma, planteó que la mayor parte de los países desarrollados están avanzando hacia la generalización de la educación superior entre sus habitantes e incluso algunos están transitando hacia su universalización. Con relación a Uruguay, Arim consideró que “estamos bastante lejos” de ese escenario, pero opinó que “tiene que ser una agenda programática para este siglo”.

El informe uruguayo

El gobierno uruguayo presentó un informe escrito a partir de algunas consignas planteadas por la Unesco, que buscó que cada país participante expusiera los principales desafíos nacionales a nivel de la educación superior. Según el informe, al que accedió la diaria, se plantean tres desafíos y uno de ellos tiene que ver con la agenda pospandemia.

Al respecto, se plantea la necesidad de desarrollar y compartir nuevas infraestructuras y tecnologías, además de formación docente adecuada “para dar respuesta a los nuevos marcos institucionales y los nuevos modelos pedagógicos”. También se plantea como desafío asegurar la calidad de la formación de los estudiantes, para lo que se propone “compatibilizar la misión y visión de instituciones con cometidos y responsabilidades distintos, dentro de criterios similares” y “evitar la endogamia”, entre otros aspectos.

Finalmente, el tercer desafío es lograr la consolidación de un sistema de educación superior en el país, para lo que se plantea “armonizar las normativas sobre instituciones que están asentadas desde hace décadas” con otras más recientes, sin que implique una distorsión para las instituciones. “La consolidación de un sistema nacional es importante, además, para facilitar la internacionalización de la educación, al tener instituciones y carreras similares en sus requisitos, y comprensibles de entender para quienes lo analizan desde el exterior”, se agrega.