“Educación en el siglo XXI: desafíos y oportunidades de la educación pública” es el título de las Jornadas de Educación en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (Udelar), que se desarrollan este primer lunes y martes del mes de octubre.

La iniciativa surge a partir de dos contextos, según especifican en la convocatoria: por un lado, se cumplieron 40 años de la semana del estudiante y la movilización reivindicativa organizada por estudiantes en 1983, que “jugó un papel especialmente relevante en las demandas de democratización durante la dictadura transicional” y, además, “fue central en la reestructura de un movimiento estudiantil democrático, en un contexto de dura represión”.

Por el otro lado, referenciaron a la actual coyuntura de reforma educativa: “Estamos asistiendo a propuestas de cambios educativos profundos que, por su trascendencia, requieren un análisis crítico riguroso, y dilucidar el marco teórico e ideológico que los sustentan, poniendo en discusión desde posibles aportes hasta caminos alternativos”, señalaron.

Es así que este lunes y martes diversas mesas de intercambio tienen lugar en el Salón Ibáñez de la FHCE: “Transformaciones curriculares en relación con los problemas de la sociedad actual”, “La enseñanza en la educación terciaria y universitaria”, “Educación para la ciudadanía contemporánea y la convivencia social” y la “Internacionalización de la educación”, entre aperturas y cierres con más participantes.

“Transformaciones curriculares en relación con los problemas de la sociedad actual” fue una de las mesas de este lunes, que contó con la moderación de la profesora de Historia Ema Zaffaroni y las exposiciones de Paola Dogliotti, coordinadora del Observatorio de Derecho a la Educación de la Udelar; Javier Lasida, presidente del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), y Eloísa Bordoli, investigadora del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades.

El contexto y los cambios curriculares

Bordoli habló de una “crisis global” y a la vez “civilizatoria” que tiene lugar en la actual coyuntura global y que se encarga de profundizar “las desigualdades y las injusticias”. En ese contexto, afirmó que “la empresa y la competencia se convierten en el modelo de subjetivación por excelencia y la lógica de actividad-responsabilidad-culpabilización del individuo ante el éxito o fracaso del sujeto”.

Justamente, evidenció que la pandemia dejó “al descubierto” esta crisis y a su vez “mostró los límites de la acumulación capitalista mundial basada en la superexplotación laboral y la depredación de la naturaleza”. En ese marco de “crisis civilizatoria”, Bordoli llamó a la Universidad en su conjunto, tanto a docentes como estudiantes e investigadores, a no ser “indiferentes” y ubicar “el compromiso académico y ético en la defensa de la vida, de un proyecto humanista que albergue a todos y, especialmente, a los olvidados de este mundo”.

Es que, de acuerdo a la investigadora, los cambios curriculares educativos que se piensen en la actualidad “perfilarán formas de ser, estar y hacer en el mundo en el futuro”, ya que consideró que “los procesos de cambio curricular no aluden a cuestiones técnicas o de nomenclatura”, sino que “asentados en un hilo histórico refieren al presente y, especialmente, al futuro”.

Para Bordoli, los diseños curriculares se encargan de articular principalmente “un proyecto político-cultural” basado en dos aristas: “qué sociedad y humanidad se buscan coconstruir” y “qué sujetos se aspira promover”.

El nuevo Marco Curricular

La exposición de Lasida rondó en la reivindicación de los currículos. En primera instancia, afirmó que en los últimos 40 años los currículos han sido “una de las áreas de política pública educativa en las que menos hemos cambiado”.

En ese marco, aseguró que los currículos son una “condición necesaria pero no suficiente de los cambios y mejoras en la educación”. Admitió que actualmente hay diversas visiones sobre la mesa al respecto del tema: “de que son papeles” o algunas que “reivindican la mejora de la práctica docente disociada del currículo”; sin embargo, para Lasida “es difícil mejorar la práctica docente sin un buen currículo de referencia”.

Según el presidente del Ineed, los cambios en los currículos del país se han producido “muy lentamente”, pero ha habido un cambio de sujeto: afirmó que en el 73 “el sujeto era el docente”, mientras que ahora es “el estudiante, para rediseñar de ahí el rol docente”. Para Lasida, esto se relaciona con “una transformación de la educación y de la sociedad”, en la que se reconoce a las “diferencias” dentro del sistema educativo.

En cuanto al Marco Curricular de referencia aprobado en 2017, Lasida puntualizó que trajo determinadas “mejoras al sistema educativo”, como “poder evaluar” e incorporar la prueba para acreditar la educación media básica.

Sobre el Marco Curricular Nacional aprobado el año pasado, Lasida consideró que brinda “una respuesta curricular articulada a un sistema educativo fragmentado, que retroalimenta fragmentaciones de la sociedad”. En ese sentido, vio con buenos ojos que se hayan establecido diez competencias generales, que haya progresiones de aprendizaje con indicadores, y también los ciclos y tramos, entre otras definiciones.

“Entiendo que el currículo ganó precisión y avanzó en garantizar determinados logros, que es una de las grandes exigencias de cualquier currículo: que garantice determinados logros y que se puedan evaluar”, dijo, y aseguró que con el nuevo Marco “estamos en condiciones de definir niveles mínimos de logro, que ayuda a romper inequidades que el sistema educativo uruguayo reproduce más que otros países”.

La posición de Dogliotti es opuesta a la de Lasida. Si bien su exposición se caracterizó por presentar fragmentos de la nueva currícula y realizar apreciaciones, también reflexionó sobre el Marco Curricular actual: “Puede ser que genere más facilidad para pruebas estandarizadas y que eso lleve en forma rápida a generar y subir algunos índices de logros y tener mejores índices de gráficas, pero estoy convencida de que eso lleva a empobrecer la transmisión cultural en las aulas y el trabajo docente”, esbozó.

Para Dogliotti, las modificaciones no “ayudan” a los docentes ni tampoco “cambian sustantivamente maneras y cambios de formato profundo, que es lo que realmente va a cambiar la manera de una transformación curricular que es necesaria”.

A su vez, manifestó que “los documentos son todo lo mismo: competencia, aprendizaje”, entre otros puntos reiterados, pero “no hay una dimensión política profunda, como era el programa de 2008 de Primaria, aun con todas sus dificultades”. En ese marco, aseguró que en los programas hay un “lavado” y se presenta “todo en términos instrumentales” en los que las competencias son “generales para toda la educación”. Si bien opinó que “eso logra estandarizar, no logra un cambio efectivo”.

“Necesitamos muchas más horas docentes donde no estén diez horas por día trabajando frente a alumnos sin un minuto para pensar”, aseguró Dogliotti, y concluyó: “Hasta que no logremos un cambio sustantivo hacia ese lugar, horas para que los docentes discutan, hagan cosas creativas, piensen proyectos… esos son los cambios que se necesitan, no un lavado de jeroglíficos de la manera de planificar, donde se pierde el sentido del acto educativo”.

Actividades del martes

Este martes a partir de las 17.00 el debate seguirá en mesas integradas por académicos, docentes, exautoridades e integrantes de los sindicatos de la educación. Por ejemplo, hasta las 21.00 estarán en distintas mesas el exrector de la Udelar Rodrigo Arocena, la investigadora Nilia Viscardi, la exdirectora nacional de Educación, Rosita Angelo, y el docente de la Udelar, e integrante del sindicato Agustín Cano. La mesa de cierre estará integrada por representantes del Centro de Estudiantes de la FHCE, la Asociación de Funcionarios de UTU, la Asociación de Docentes de la Udelar y la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria.