“Artes, ciencias y humanidades en la educación. Reflexión y alternativas hacia una educación integral y transformadora” fue el título de la última instancia del conversatorio “Emergencia cultural y transformación educativa”, organizado por el consejero docente del Consejo Directivo Central (Codicen), Julián Mazzoni.

El ciclo se transmitió por la página de Facebook del consejero y tuvo lugar en la Asociación de Funcionarios Judiciales. En esta ocasión, expusieron dos oradores: Fernanda Alanís, docente e integrante del equipo de Mazzoni, y el escritor y publicista Claudio Invernizzi.

Mazzoni realizó una breve introducción para presentar a los expositores y explicó que el ciclo contó “más con el análisis de la emergencia cultural que de la propia transformación educativa” y que, posteriormente, junto a su equipo, publicarán una compilación de las exposiciones. Asimismo, explicó que quiso preparar algo más extenso para narrar, pero describió que llegó directo de una escuela en la que sucedieron hechos de violencia. “La emergencia cultural a veces se expresa en violencia hacia los centros educativos”, apuntó.

Alanís continuó con la palabra y contó que, en un primer momento, desde el equipo de Mazzoni planificaron que el cierre del ciclo “sintetizara las ideas vertidas por los ponentes”. Sin embargo, “debido a la calidad, diversidad y complejidad de los discursos”, lo sintético resultó ser “ambicioso”. Por tanto, eligió detenerse a reflexionar sobre algunos puntos de las intervenciones.

Tanto Alanís como Invernizzi, refirieron a lo amplio del término “cultura” y su larga trayectoria histórica de variadas conceptualizaciones. Alanís habló de “la interseccionalidad” de la cultura en lo educativo y se detuvo en el rol docente: dijo que a partir del proceso educativo se construye “una realidad mejor” y que puede lograrse una “transformación de la sociedad”.

En alusión a los cambios curriculares en curso, Alanís manifestó que también “existe el riesgo de transformarse progresivamente en docentes ‘vogones’” cuando se sigue “lo que alguien más señala”, por ejemplo, en cursos, talleres, posgrados y doctorados. En cuanto a los que están a cargo o impulsa la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), valoró que están arraigados a “ideas vacías” en cuanto a la construcción cultural.

Por otro lado, la docente hizo referencia al posestructuralismo, y dijo que uno de los aportes es que “las redes de poder son progresivamente mucho más efectivas cuanto menos visibles son”, porque, de lo contrario, “exponen su debilidad”. En vinculación con el “neoliberalismo”, señaló que las transformaciones en ese marco “no contemplan ni los tiempos, ni los contenidos para las dinámicas culturales”. Así, aseguró que en lo curricular se quitan los espacios culturales y en el centro se colocan a las “lógicas de competencias” y los “vínculos socioafectivos y emocionales”.

Se trata de un “engaño neoliberalista que encandila muchas veces a docentes”, aunque no a todos. “Debería ser suficiente la opinión del colectivo docente para convencer al menos en forma mayoritaria que este tipo de transformación, al servicio del capital, es todo menos” una transformación vinculada a la “felicidad”, como aseguró que se intenta transmitir por parte de las autoridades.

Al respecto, dijo que las autoridades promueven “desconfianza” acerca de “la figura del docente”, de la mano de “afirmaciones falaces que se reiteran en las redes sociales”. A su vez, Alanís afianzó que “se intenta restringir el ejercicio docente a una serie de aplicaciones técnicas en el aula: el docente robot”.

Por último, subrayó en la tendencia a decir que se pone “en el centro al estudiante”: para la docente, esto lo “condiciona”, reduce “sus posibilidades a las opciones que por su propia pertenencia social y familiar les sean permitidas” y, al mismo tiempo, la educación formal “se olvida de la responsabilidad” que tiene sobre “la población estudiantil más vulnerada”.

La cultura y la civilización

Para Invernizzi, la emergencia cultural “ha sido sistemáticamente postergada, como consecuencia de otras emergencias”. Aseguró que la cultura no ha tenido la “atención que se merece”, tanto por parte del Estado como también de las comunidades.

“Cada vez que se habla de inseguridad, violencia y sobre todo educación, me pregunto por qué no se comenzó reflexionando acerca de la cultura como el núcleo duro donde emergen las catástrofes más llamativas”, manifestó. En ese marco, hizo referencia a la situación de violencia en una escuela que contó Mazzoni: “Mientras el tema cultural no se atienda no vamos a tener soluciones de largo plazo”, aseguró.

A su vez, hizo un paralelismo entre cultura y civilización: “Cultura no es civilización, sino que es la garantía de su viabilidad, el sostén moral que la contextualiza y le da sentido a la civilización”. La civilización, en tanto, “tiene correspondencia con la humanidad en su conjunto, no tiene límites geográficos”, mientras que la cultura “está referenciada por los rasgos más identitarios de los grupos humanos, y mayoritariamente debilitada geográficamente”. “Un mundo sin diversidad, consumido por la civilización, sería lo más parecido a un fútbol sin arcos”, concluyó.

Otro de los puntos en los que hizo énfasis el publicista fue la “revolución científico tecnológica”, que ha generado “una profunda transformación hacia la liviandad intelectual y la ausencia crítica profunda”, según planteó. “Vivimos en un mundo más desarrollado tecnológicamente y con conformidad de soluciones en muchos aspectos, pero eso no significa lamentablemente que el mundo sea mejor, más justo”, narró Invernizzi.

Para el publicista, “el corazón de la civilización es la cultura”, y, sin embargo, “fue y es desprotegido”. En ese sentido, afirmó que la educación “es otra víctima del gran desconcierto cultural a la que nuestra sociedad está sometida”, y evidenció que también es la “trinchera” de los “procesos de vaciamiento de las reservas culturales”.