En varias oportunidades, como docentes sindicalizadas, hemos advertido sobre las modificaciones que de forma acelerada han afectado la realidad de la educación pública nocturna y extraedad. Asimismo, invariablemente se han ignorado los planteos realizados desde los espacios de las Asambleas Técnico Docentes, ámbitos de discusión de todos los docentes involucrados en la tarea educativa. 

Recordemos que el Plan 1994 Martha Averbug surgió como iniciativa del cuerpo docente del Liceo N° 1 de Montevideo, con el objetivo de dar respuesta a la creciente deserción que afectaba a la educación pública nocturna en aquellos años y a la propia crisis educativa de la década de los noventa. En este plan de estudios, diferentes modalidades de cursada contemplaban la heterogeneidad y los condicionamientos laborales del estudiantado de los liceos nocturnos, sin desatender su carácter propedéutico tradicional. Más aún, su implementación y evaluación continua a través de salas docentes y estudiantiles propició argumentos para su universalización a nivel nacional. 

La renovada alusión a la crisis educativa, el problema de la deserción y los ciclos inconclusos de toda la educación media superior adquiere nuevamente preeminencia en la agenda educativa. Sin dudas este es un problema a atender, razón suficiente para considerar que los planes para estudiantes adultos y de extraedad deberían no ser tomados como estrategias marginales del quehacer educativo, ya que restablecen un derecho fundamental como lo es el derecho a la educación. Sin embargo, entre gallos y medianoche, los liceos nocturnos sufrieron también su transformación inconsulta e implementada autoritariamente.   El criterio economicista que se manifiesta con claridad en el recorte presupuestal de las políticas educativas llega al punto de la eliminación de turnos nocturnos en los últimos años. A fines de 2022, el liceo 37 de Montevideo no aparece en la matriz de grupos de los turnos nocturnos. Actualmente, sólo dos semanas nos separan de la comunicación oficial a la comunidad educativa del liceo 17 acerca del cierre de su turno nocturno. La condescendencia de las autoridades de la educación hacia el compromiso de funcionarios, docentes y estudiantes que sostienen el turno, y aquellos que se encuentran en listas de espera conformadas según el requisito de la administración, no fue suficiente tampoco en este caso para anticipar ni explicar los motivos del cierre del liceo. 

El desmantelamiento de la educación pública nocturna en este último lustro evidencia planificación detrás de la aparente improvisación. En dicho proceso se observan dos etapas. La primera se caracterizó por la eliminación de las salas de informática y se afectaron también los cargos de profesor orientador bibliográfico, limitando el derecho del estudiantado al servicio que prestan las bibliotecas liceales en su horario. 

Continuó con la eliminación de la cursada anual y la semestralización de todos los cursos. La inscripción pasó a ser a demanda en todas las instituciones. En muchos casos, la malla curricular de una orientación queda incompleta (situación que afecta únicamente a la currícula del nocturno). 

A esto le sumamos la afectación en el número de grupos en general a nivel nacional. Parece primar un criterio de eliminación y de redistribución que no se ajusta a la realidad educativa de cada centro. Un ejemplo es el caso del IAVA. Para 2025, este liceo presenta una oferta educativa nocturna con sólo cuatro grupos y la eliminación de la orientación artística, cuando era la única institución que la ofrecía en los nocturnos de Montevideo, afectando la continuidad educativa del estudiantado que optó y venía cursando esa orientación. 

La segunda etapa está determinada por la modificación de la reglamentación. En agosto de 2023, de forma totalmente inconsulta al cuerpo docente, se suprime el reglamento de pasaje de grado del plan y se sustituye por otro que desconoce la realidad del estudiantado del nocturno que en la mayoría de los casos cuenta con condicionamientos laborales. Un ejemplo de esto es la eliminación de los recesos para la preparación de parciales; dichas evaluaciones se concentran ahora en una semana sin suspensión del dictado de clases. Recordemos que el tiempo de recesos se fundamenta desde el antiguo Plan 94 como significativo y necesario para que el estudiante pueda enfrentar con éxito cualquier instancia evaluativa. 

En la práctica, la ausencia de los recesos genera un impacto negativo en los procesos educativos de los estudiantes que se ven apremiados por los tiempos, y muchos de ellos desertan ante el primer parcial. Respecto a esta situación, tanto en 2023 como durante el transcurso de este año, varias comunidades educativas han presentado ante las autoridades solicitudes de reintegro de este espacio con base en una sólida fundamentación pedagógica, siempre obteniendo una respuesta negativa. 

En este contexto, no es menor la afectación grave que sufrimos los docentes en nuestro derecho al acceso al trabajo, así como las condiciones laborales a las que nos vemos expuestos y que, entendemos, nos interpelan como trabajadores de la educación. En estas circunstancias, es esperable suponer un comienzo de cursos 2025 con grupos superpoblados y estudiantes en lista de espera, de posible cupo. Realidad que afecta e impacta directamente en los aprendizajes como en la calidad educativa en general. 

Como en otras oportunidades, planteamos revisar con conocimiento, seriedad y respeto los planes dirigidos a estudiantes adultos junto con la necesidad y defensa del turno nocturno en todas las instituciones públicas de enseñanza media. Por el derecho del estudiantado adulto a culminar sus estudios en condiciones dignas. Por una educación pública que apunte a la libertad y autonomía del estudiante para que pueda desarrollar todas sus potencialidades. Por una educación que dignifique la labor profesional docente.