“Formación docente, ¿futuro a diseñar o a desdeñar?”, se llamó el conversatorio que este miércoles organizó el colectivo Docentes Jubilados en Defensa de la Educación Pública, que apuntó a conversar sobre las políticas implementadas en el Consejo de Formación en Educación (CFE) en la actual administración y sobre la posibilidad de crear una universidad de la educación autónoma y cogobernada.
En la misma línea en que lo había hecho anteriormente, Rosana Cortazzo, consejera docente en el CFE entre 2019 y 2023, fue crítica con los cambios que se implementaron en el organismo desde 2020 y, en particular, con la Transformación Curricular. Más allá de las acciones de política del actual gobierno ya conocidas, como la implementación de un mecanismo de reconocimiento universitario de los títulos docentes, Cortazzo se refirió a una serie de datos más recientes que, según consideró, son “señales de alarma”.
Uno de ellos es la importante caída que viene registrando la matrícula de las carreras del CFE en los últimos tres años, que se inscribe, además, en un contexto de falta de docentes en muchas áreas. Según detalló la exconsejera, a partir de 2022 existe tanto un descenso de la matrícula total como en los ingresos, lo que “revirtió un proceso de ascenso constante de la matrícula que se venía dando desde 2017”.
Cortazzo señaló que en 2020 hubo 32.000 estudiantes en el CFE y 10.000 de ellos fueron nuevos ingresos; en 2021 la cifra creció a 35.000 estudiantes, con un pico histórico que también vivió la Universidad de la República (Udelar) en el marco de la pandemia, con casi 11.000 nuevos estudiantes. El “quiebre” se produjo en 2022, cuando la matrícula total bajó a 33.000 estudiantes, con sólo 8.000 ingresos; en 2023 se registraron 30.000 estudiantes y menos de 7.000 ingresos; si bien los datos de 2024 aún no están publicados oficialmente, adelantó que la matrícula total en el CFE es de 27.000 estudiantes y que este año hubo menos de 6.000 nuevos ingresos. “De 2020 hasta ahora tenemos más de 40% de pérdida” en los ingresos a las carreras de educadores, dijo, y lamentó que se trata de “un dato alarmante” que se “vive en las instituciones” de formación docente. Según se planteó en el conversatorio, la pérdida de ingresos es de 55% en el profesorado y de 42% en magisterio.
La exconsejera mencionó que esa pérdida se da en un período de gobierno en el que el déficit presupuestal del CFE se multiplicó por seis. Al respecto, señaló que 2020 comenzó para el organismo con un déficit de 89 millones de pesos y que el entonces presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, lo enmarcó como “un producto de la baja eficiencia en los procedimientos del consejo”. Sin embargo, adelantó que la actual gestión del CFE terminará el período con un déficit de 570 millones de pesos, es decir, seis veces mayor que el del inicio del período.
Según Cortazzo, esto da cuenta de “falta de previsión y planificación” de las autoridades políticas y cuestionó que el incremento del déficit se dé en un momento de caída de la matrícula, pero también en un período en el que hubo pérdida salarial y bajó la inversión en infraestructura, igual que en toda la ANEP. Además, dijo que tampoco hubo ampliación de nuevas carreras y que, por el contrario, “hubo reducción”, como la que se dio con la fusión del Profesorado de Sociología con el de Derecho, la desaparición de la Tecnicatura de Asistente en Primera Infancia, o con especialidades de maestro y profesor técnico que no están más en la oferta pública. La exconsejera aseguró que tampoco aumentó la cantidad de becas, que “sigue planchada desde 2019”.
“Los números dicen que ha habido una mala gestión”, concluyó Cortazzo.
Julio Arredondo aseguró que en el actual gobierno “desarticuló” pasos que se venían dando hacia una lógica universitaria en el CFE
Julio Arredondo, integrante del Grupo de Reflexión en Educación y exdocente del CFE, hizo un análisis histórico para mostrar que en los inicios de ambas carreras el peso de la pedagogía era mayor en la formación de los maestros que en la de profesores, ya que en esta última se partía de la base de que quien sabía una disciplina también sabía enseñarla. Según dijo, ello se dio hasta que en 1949 se creó el Instituto de Profesores Artigas.
En la misma línea, señaló que el planteo de crear una universidad dedicada a la formación docente “no es nuevo” y, de hecho, fue una propuesta de la educadora Enriqueta Compte y Riqué en la década de 1930, que más adelante fue retomada en propuestas como la del Plan Maggiolo en la Udelar.
Arredondo indicó que en 2008 se unificaron las propuestas de formación docente, que hasta ese momento dependían del instituto donde se dictaran. Completó afirmando que luego de ese mojón se dieron “una serie de pasos hacia la formación universitaria”, como la creación del CFE en 2010 y la creación de una comisión de enseñanza y desarrollo curricular a su interna en 2014, entre otros. No obstante, el docente lamentó que “en este período se desarticuló todo ese andamiaje que, trabajosamente y no sin dificultades, conflictos y contradicciones, se fue llevando adelante”.
Según Arredondo, el “proceso de desestructuración de la formación en educación” afectó principalmente en tres niveles: en los fundamentos teóricos de la propuesta, en lo académico y en lo funcional. Uno de los efectos, sostuvo, es la baja en la matrícula de la que habló Cortazzo, a lo que agregó que en el CFE existe una “deserción tremenda” de los estudiantes. Como ejemplo, mencionó que de 1.500 estudiantes anotados en el curso de Pedagogía sólo 208 hicieron el primer parcial.
Sobre la Transformación Educativa, el docente discrepó con quienes sostienen que se trata de cambios cosméticos y de nomenclatura. Por ejemplo, dijo que en el CFE “se eliminó el peso de Pedagogía en la formación de los docentes”, que, justamente, “apunta a que el docente sea crítico, creativo, que pueda participar en la elaboración de las políticas y no ser sólo un ejecutor”. “Pedagogía tenía dos años y pasa a tener uno, Historia de la Educación tenía un año y pasa a ser un semestre, con Filosofía de la Educación ocurre lo mismo. Se atacan los fundamentos teóricos de la formación”, cuestionó.
“Si hay un lugar donde la Transformación Educativa hizo estragos, es en la formación docente”, planteó a modo de síntesis Celsa Puente, exdirectora general de Secundaria e integrante del colectivo de docentes jubilados.
Rodrigo Arocena planteó la necesidad de elaborar un “gran proyecto nuevo” de universidad de la educación
Rodrigo Arocena, exrector de la Udelar, hizo una intervención en la que se dedicó a dar ideas sobre el diseño de un nuevo proyecto de universidad de la educación que, a diferencia de los anteriores, pueda tener éxito a nivel parlamentario. En ese sentido, habló de crear un “gran proyecto nuevo”, con más apoyos internos pero también externos. En concreto, sostuvo que es necesario “salir fuera del mundo docente” e “ir a mucha más gente para dar vuelta el panorama político”, después de que en dos oportunidades no fuera posible conseguir los votos para la creación de una nueva universidad autónoma y cogobernada.
Al respecto, planteó la necesidad de que el nuevo proyecto siga el modelo de universidad latinoamericana, con un “cogobierno innovador” y “con capacidad de ampliarse hacia afuera y hacia adentro”, que, a su vez, “pueda adaptarse a la forma como los jóvenes conciben su involucramiento en la sociedad”.
Por su parte, el exrector sostuvo que “una universidad no se decreta, se construye institucional, política y académicamente”, y marcó la necesidad de que el “movimiento popular progresista” cree “un proyecto propio transformador global de la educación”, lo que, desde su perspectiva, fue uno de los principales debes de los gobiernos frenteamplistas. Completó la idea diciendo que ese fue uno de los motivos del “nefasto éxito” que tuvo la organización Eduy21, “incluso dentro del Frente Amplio”.
Arocena también habló de la necesidad de que se genere un proyecto con “autonomía conectada” a la sociedad y de que el movimiento estudiantil sea impulsor de la propuesta. “Sin movimiento, sin proyecto que impacte en la ciudadanía y construya legitimidad, no va a haber universidad de la educación. Un movimiento que levante un proyecto quizás pueda construir el respaldo necesario, el entusiasmo, la capacidad de superar tragos amargos y la búsqueda de legitimación política para su ley de creación”, concluyó.