El período de gestión del actual gobierno está finalizando y, en paralelo, transcurre la campaña electoral. En ese marco, Gonzalo Baroni, director nacional de Educación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y asesor en materia educativa del candidato presidencial por el Partido Nacional (PN), Álvaro Delgado, conversó con la diaria.

La Transformación Educativa en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el reconocimiento del título universitario para la formación docente fueron considerados por Baroni como hitos de las políticas educativas impulsadas por el gobierno de coalición. Sobre la creación de la Universidad de la Educación, un reclamo que continúa como prioridad en los sindicatos de la educación, opinó que no es viable su aprobación: en caso de que el Frente Amplio (FA) llegue al gobierno, será por falta de votos, y si la coalición multicolor es reelecta, será por falta de “voluntad política”.

De cara a un eventual nuevo quinquenio de gestión, el PN apunta a “atender las emergencias” y, por tanto, a “las poblaciones más vulnerables”, afirmó Baroni, quien destaca que la educación esté en debate en la campaña.

¿Cuáles creés que fueron las principales medidas tomadas por el actual gobierno en materia educativa y cómo evaluás el recorrido?

Tenemos muchas cosas que se cumplieron exactamente como dijimos que se iban a cumplir, otras cosas que tuvimos que reconfigurar y otras que faltan por hacer, porque con cinco años a veces no alcanza. El titular es la Transformación Educativa y allí tenés varias partes: primero, que simplificamos la gobernanza manteniendo la representación de los docentes a nivel del Consejo Directivo Central de la ANEP y simplificando la gobernanza a nivel de los subsistemas. Ahora la formación docente tiene un cogobierno por ley. Lo segundo: el Marco Curricular Nacional, que no sólo es lo que enseñamos, sino cómo lo enseñamos, y se trata de un enfoque competencial alineado con las buenas prácticas internacionales, partiendo de un análisis de que en Uruguay abandonan muchos jóvenes y aprenden menos los más pobres. Un tercer punto es la formación docente: los programas que venían hasta 2023 eran reformulaciones de décadas anteriores. Desde entonces la estamos encaminando y está fermentando, con la frutilla de la torta de que pusimos una prueba al final, que no es vinculante ni obligatoria, pero que nos da un indicador del estado de los egresados o de los que hoy en día están ejerciendo la formación. Además, la formación docente se profundizó en este tercer punto con una mayor formación continua y con un énfasis en pagar maestrías, pagar doctorados, tener una exigencia mucho mayor del proceso universitario. El cuarto punto son los equipos directivos: se hizo un relevamiento y la ANEP encontró que la mayoría de las personas que ocupaban cargos directivos nunca habían pasado por un curso de gestión o de liderazgo, por lo que en 2023 se logró cubrir prácticamente a todos los equipos directivos, con cursos en herramientas de gestión, que es un primer ciclo, y en el próximo quinquenio se pretende seguir profundizando.

Un último punto, que avanzó tímidamente y queda casi todo para el próximo quinquenio, es la reforma del Estatuto Docente y la forma de la carrera docente; en muchos casos, se hicieron concursos y llamados a efectividad que hacía más de una década que no se hacían. A su vez, se logró en seis departamentos que la gente eligiera horas por tres años en vez de año a año, y esto lo ato con la intención de generar un modelo educativo que esté focalizado en poblaciones vulnerables: ahí entran los liceos María Espínola, que es un modelo que tiene un abordaje multidisciplinario, multicausal, tres comidas, extensión pedagógica y focalización en los quintiles 1 y 2. El año próximo se van a terminar de cerrar 60 centros y, por tanto, se va a cubrir el 50% de la población de quintiles 1 y 2 , y la aspiración para el próximo quinquenio es cubrir el 100% del 40% más vulnerable del país.

¿Y a nivel del MEC?

Tenemos un programa de educación en cárceles mucho más amplio. Lo segundo es que para la población más vulnerable tenemos un modelo que es Cecap [Centros Educativos de Capacitación, Arte y Producción], que es el más exitoso al día de hoy a la hora de reincorporar jóvenes que han abandonado el sistema educativo para volver a colocarlos en el sistema, y hoy en día estamos abriendo muchos más centros. Por último, las becas: primero, centralizamos en la cantidad de información y, segundo, aumentamos la cantidad de dinero. En cantidad de becas otorgadas en el país es algo histórico, y desde 2015 no había un aumento presupuestal para las becas a nivel de enseñanza media y de formación docente.

Mencionaste que hay algunas cosas que te hubiera gustado profundizar, pero que el tiempo de gestión no se los permitió, ¿cuáles son esos puntos?

El abordaje de tantas áreas de transformación a la vez hizo que hubiera que priorizar y el Estatuto se priorizó sólo en algunas áreas. Que ahora tengas el reconocimiento universitario no te cambia en tu carrera docente en cuanto a los puntajes que vas a recibir, tu avance o tu cobro de salario; aspiramos a que sí, lo mismo si tenés una maestría o un doctorado. Ese tipo de cosas pretendemos que estén plasmadas en el Estatuto Docente, que va a quedar para los primeros años o el primer año de gestión próximo. Y después, en formación docente presentamos los primeros programas en 2023, cuando en la planificación estaba entre 2021 y 2022; el corrimiento pandémico hizo moverlo un tiempo y me hubiese gustado arrancarlo antes.

La Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay (CSEU) presentó sus bases programáticas para entregarlas a las fórmulas presidenciales y volvió a insistir con la necesidad de la Universidad de la Educación. ¿Ves viable su creación en el próximo período de gobierno?

La aspiración del FA a crear un ente autónomo que, en este caso, se encargue de la formación docente es más política que técnica, porque hoy en día los 33 institutos de formación docente del país ya estarían cumpliendo buena parte de la función de formación docente. El tema es que no está con la estructura que al FA le gustaría. La discusión a veces deriva en algo que es la gobernanza, cuando en realidad para mí no es lo importante: es un error el concepto de universidad pedagógica, porque no hay ningún dato y no hay ninguna literatura a nivel internacional que demuestre que su creación aumente los niveles de calidad en la formación inicial de los docentes. Lo que puede llegar a tener es un impacto en la formación continua, siempre y cuando se creen cursos.

El formato de formación docente no puede pensarse por separado del sistema universitario, porque la creación del conocimiento, la creación de profesionales de formación, no tiene que tratarse de manera aislada y como una universidad aparte, sino como un instituto, una facultad o como un proceso interno a un sistema universitario mayor. No veo viable que el FA consiga la cantidad de votos para crear el modelo que ellos quieren en caso de ganar. Tampoco veo que, si la coalición de gobierno gana, tenga la voluntad política para hacerlo.

Parte del énfasis de la CSEU es la importancia de lo autónomo y cogobernado, incluso para la Universidad Tecnológica (UTEC). ¿Cuál es tu postura al respecto?

Creo que hablar de gobierno, en todos los niveles de la educación, va en contra de lo que expresó la población en la última consulta popular sobre la ley de urgente consideración. Si quieren volver a dar un debate al respecto, se puede discutir. Yo creo que ahí hay una discusión distinta en lo filosófico: para mí los docentes tienen que ser consultados y la principal herramienta es la Asamblea Técnico Docente (ATD). Después podemos hablar sobre si las consultas han sido debidamente o no, pero en todos los gobiernos desde la salida de la dictadura la ATD ha tenido posición sobre todas las transformaciones educativas. La participación directa en el gobierno de la educación hoy en día como está en el Codicen me parece que es sólida; no creo que tenga que estar en todos los niveles y tampoco en manos de una profesión tan importante como la formación docente, porque al final del día la discusión es entre corporaciones y democracia representativa. Con respecto a la UTEC, desde que el FA la creó, en 2013, nunca logró reglamentar la ley que decía que había que instalar el cogobierno. De hecho, dos de los tres representantes que están hoy en la UTEC vienen de la época del FA, son notoriamente frenteamplistas y nosotros no los hemos cambiado por el modelo de gestión que vienen llevando adelante. Tampoco creo que el modelo actual de formación docente sea el mejor: creo que también hay que modificarlo. Ni tampoco la Universidad de la Educación.

¿Hay alguna línea que seguro creas que tiene que implementarse?

Hay que darle autonomía progresiva, que tenga un fuerte componente de líneas de trabajo o referencia política de la ANEP. Pero no entiendo que hoy en día tenga que estar 100% dentro de la ANEP, sin embargo; no creo que para el próximo gobierno haya que implementarlo, sino que hay que esperar al menos una década de acumulación de conocimiento de investigación, extensión, y también musculatura administrativa y burocrática para avanzar en otro camino.

¿Creés que la Transformación Educativa perdurará si el FA es gobierno?

Hay muchas líneas de trabajo que no son reversibles en el corto plazo, porque han demostrado que son bastante buenas, porque en Uruguay no hay ningún gobierno que tenga visión refundacional y porque [Yamandú] Orsi ha repetido en muchos lugares que muchas de las cosas que nosotros hicimos no las cambiaría.

¿Estás de acuerdo con cómo se dio la construcción de la transformación, que fue muy criticada por los colectivos docentes a través de las ATD y también por los sindicatos?

Hay un plan de política educativa nacional que dice clarito qué hacemos, qué no, por qué, y tiene una fundamentación. Pero el gobierno rápidamente se encontró con que pasamos de un quinquenio a un trienio, porque los primeros dos años quedaron en la sostenibilidad del sistema. Por lo tanto, la discusión con la ATD es más sobre velocidades que forma. Además, no hay prácticamente ningún documento de la ATD desde poco después de los 90 a la fecha que haya estado de acuerdo con transformaciones educativas. Hay un tema de velocidad que tenemos que discutir y también un tema de cooptación en algunos niveles que sería bueno rediscutirlo, porque al final del día lo que queremos es una opinión técnica docente y no una opinión político partidaria.

Algunas de las propuestas de campaña de Álvaro Delgado a nivel educativo tienen foco en los quintiles más bajos. ¿Por qué decidieron poner este énfasis?

Este primer quinquenio sirvió para establecer bases para la hoja de ruta, había muchos aspectos que no se podían atender si no estaba resuelto a nivel sistémico. Un segundo quinquenio tiene que atender las emergencias y, con este sentido de urgencia, entendemos que son las poblaciones más vulnerables. Hay dos propuestas: una de salida y una de entrada. La de salida es un bono educativo que plantea una respuesta rápida, efectiva y de corto plazo para mejorar las tasas de egreso en las poblaciones más vulnerables. Ahí hay un enfoque en los quintiles 1 y 2 que es necesario, porque en Uruguay sólo uno de cada tres termina [la educación media] en esa población. Y después, el cambio de entrada: hoy en día tenemos temas de pobreza infantil estructural. Uruguay necesita aproximadamente entre 90 y 100 escuelas para cubrir a las que hacen dos turnos, por tanto, necesitaríamos unos 100 millones de dólares y cinco años para construirlas. Además, se necesitaría un costo de funcionamiento de cerca de 50 millones de dólares por año para mayores equipos, costo de funcionamiento de una institución, etcétera. Es interesante lo que está pasando: los partidos políticos se están animando a decir cosas más allá de si somos lindos, feos, o si vamos al gimnasio, que creo que es en lo que hay que enfocarse.

Recientemente, la Universidad de la República (Udelar) presentó el Programa de Apoyo al Ingreso, Permanencia y Egreso. Justamente, una de las principales críticas a la propuesta de Delgado es la falta de acompañamiento. ¿Cómo ves esta iniciativa?

Las críticas que recibimos con respecto a si el bono educativo es bueno o malo, o si hay más o menos evidencia de tener un impacto en el largo plazo, son bien recibidas. Después, las soluciones que aparezcan, como la CSEU tirando propuestas para los más vulnerables, la Udelar buscando ciertos acompañamientos, o el otro día Orsi diciendo que quiere reforzar alguna de las becas que ya existen, habla de que pusimos el tema en campaña, de que estamos discutiendo educación, cosa que hace años que no se discute, salvo de la Transformación Educativa. Con respecto a la propuesta concreta de la Udelar, creo que es interesante, valorable y es válido que lo estén planteando. La Udelar tiene problemas de deserción muy grandes, en primero y segundo año, y tiene un problema de descentralización que lo ha mejorado mucho en el último tiempo, pero tiene que ser profundizado. Sin embargo, hoy en día, dado los recursos limitados que tiene cualquier institución, el ponerse a enfocar en algo… y hoy en día no está ni siquiera dentro de sus cometidos.

¿Acordás con el punto de crítica de que además del incentivo económico se necesita un acompañamiento?

Cuando hablábamos de plata, hablamos de plata, acompañamiento en educación financiera y seguimiento de indicadores. Además, fue una propuesta que la fuimos mejorando cuando hablamos con distintos actores. Creo que está bien que lo hagan: hay que hacer un seguimiento y hay que pensarlo de distintas formas.