Esta no es otra nota sobre Adolescencia. Sin embargo, que la construcción social de las masculinidades en la adolescencia se haya vuelto mainstream abrió un abanico de cuestionamientos –por fuera, incluso, de los feminismos– sobre qué está pasando en las adolescencias actuales. Qué mundos hay en internet, qué espacios son seguros, qué se puede enseñar en los hogares y en los centros educativos, cuál es el problema, dónde está la salida.
“Frente a lo que tal vez sea la crisis de salud mental más grande adolescente de la historia contemporánea, poner el foco en las escuelas es una obligación, pero no es una obligación en desmedro del trabajo docente o sin reconocer el heroísmo docente de hacer lo que puedan con lo que hay”, decía Ofelia Fernández, exdiputada argentina por el Frente de Todos y la legisladora más joven de América Latina, en el streaming Gelatina, como una de las tantas reflexiones sobre la serie en cuestión.
En esa misma línea, mencionaba la existencia de una brecha generacional entre docentes y estudiantes, pero también entre madres y padres; en resumidas cuentas, entre el mundo adulto y el mundo adolescente. “La distancia [entre alumnado y docente] es abismal, y ya no depende de buenas voluntades ni de buenas intenciones; hay un nuevo lenguaje, una nueva batería de preocupaciones, y hay que darle una nueva dimensión a la institución educativa, que además incluya a esos estudiantes, porque hay que reconocer un nuevo lenguaje”, decía.
Nilia Viscardi, recientemente designada directora de la Dirección de Derechos Humanos de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), dijo a la diaria que la miniserie “nos interpela, porque muestra los sentidos de las masculinidades violentas, de la dificultad de aproximación”. Eso, a su vez, muestra “la vigencia y la importancia de tener una perspectiva de género en el trabajo socioeducativo, de desandar antiguos sentidos de los vínculos entre géneros, de la importancia del diálogo intergeneracional y de la dificultad de dialogar entre adolescentes y adultos”.
Para Viscardi, si bien la miniserie es “una dramatización” y no se debe “generalizar la situación y su resolución”, lo plasmado en Adolescencia “convoca a seguir trabajando en todas las líneas que la dirección de Derechos Humanos aborda” y a reafirmar que desde las comunidades educativas es necesario “luchar para que los espacios educativos sean de encuentro y de bienestar”.
La educación sexual integral como un “factor protector de derechos”
La expresidenta de la ANEP Virginia Cáceres admitía en diálogo con la diaria, en la recta final de su gestión, que es necesario “seguir profundizando en transversalizar la educación sexual en todo el sistema educativo”.
Si algo queda en evidencia al mirar Adolescencia, es la necesidad de profundizar, en el centro educativo, el abordaje de la educación sexual, la convivencia, las violencias, los roles y desigualdades de género, además de lograr que los espacios educativos sean espacios seguros y de contención. En ese sentido, Viscardi manifestó que durante este período de gestión buscan un “delicado equilibrio”: “Poder ser promotores de educación en derechos humanos, convivencia, participación, educación sexual, y no reducir nuestras acciones a la búsqueda o identificación de protocolos, de regulación del vínculo”. “Repensar para andar, interrogar para fortalecer”, resumió. Parte de los cometidos principales que tienen por delante son, entonces, “coordinar la educación sexual, promover la convivencia y la participación en los centros educativos”.
La educación sexual durante el período pasado entró en una especie de “desmayo o inacción”, aunque el marco legal que ampara y promueve su enseñanza no fue modificado. Considerando esa situación, la nueva administración tiene “el desafío de superar un nivel informativo para lograr realmente una educación sexual que, además, esté en un marco de transversalidad”.
Para Viscardi, la transversalidad “significa que la educación sexual que fortalecemos desde una perspectiva integral se trabaje desde todos los sentidos y experiencias, en todos los sistemas educativos y en acuerdo con las diferentes agencias del Estado”. De acuerdo a la directora, “la educación sexual integral es un factor protector de derechos”, por lo que es necesario “seguir fortaleciendo, pensarlo a nivel curricular para integrarla en prácticas sostenibles y que sea una razón de Estado”. Según entiende, “sus sentidos, prácticas y acciones no deberían ser objeto de pujas y cuestionamientos”.
Acciones para una transversalidad de la educación sexual integral
En concreto, dice Viscardi, para lograr la transversalidad a la que aspiran deberán “rediseñar el currículo, repensar prácticas, horas y asignaciones, con el objetivo de que haya una efectiva educación en sexualidad que supere una respuesta de un referente”.
Así, revisarán “todas las prácticas efectivas de incorporación de la educación sexual hoy” y fortalecerán “aquellas que vayan en el sentido de dar respuestas a preguntas de los estudiantes”. También potenciarán la “formación de docentes, educadores y otros actores para trabajar en el concepto de educación sexual integral”. En simultáneo, remarcó la importancia de continuar un trabajo de articulación con los ministerios de Desarrollo Social y de Salud Pública, actores que promueven los derechos sexuales y reproductivos y los de la sociedad civil.
En este marco, Viscardi resumió que habrá una “confluencia entre impulso de horas docentes de acuerdo a la configuración de cada subsistema y nivel educativo; una revisión de las prácticas curriculares; el impulso a los procesos de capacitación, fortalecimiento, articulación de la política y diálogo, de modo que las autoridades de cada [servicio] desconcentrado, que son quienes aplican las normativas y los acuerdos, encuentren una nueva formulación adaptada a sus dinámicas institucionales”.
Para alcanzar estos objetivos se hará un diagnóstico y evaluación del estado de situación –que elaborarán este año– con el diálogo junto a distintas voces, como las Asambleas Técnico Docentes, el Fondo de Población de Naciones Unidas y los técnicos del Codicen, para, finalmente, “conformar un plan sostenible que tome en cuenta el nivel de desarrollo de cada subsistema”.
Educación sexual integral en Secundaria
“Es otra de las políticas del Codicen: apostar fuertemente a la educación sexual integral”, aseguró a la diaria el director general de Educación Secundaria, Manuel Oroño. Desde su asunción, el jerarca ha manifestado que la nueva política de la ANEP en este gobierno será tener a la educación como un derecho.
En esa línea, aseguró que “la educación sexual es parte de ese derecho a la educación y tiene que generar las condiciones para que todos los estudiantes, dependiendo de los niveles, accedan a una educación sexual integral de manera continua y significativa”.
Oroño hizo énfasis en el concepto de “integral”, ya que no se puede sólo focalizar el trabajo en las y los educadores sexuales, sino que también es necesario transversalizar la educación sexual. “No va a ser fácil, pero si el resto de los docentes nos dedicamos [exclusivamente] a física, química y matemática, también estamos haciendo educación sexual, pero por la omisión”, afirmó.
En este marco, el director general de Secundaria dijo que “hay una política pensada para la educación sexual integral desde el Codicen que tendrá aterrizaje en cada uno de los subsistemas y que va a tener varias herramientas de trabajo: desde la elaboración y el desarrollo de planes específicos hasta el desarrollo de herramientas de comunicación social, multimedia y de producción escrita”, al mismo tiempo que tendrá “su correlato de profundización en la formación”.
La convivencia
En cuanto a los problemas de convivencia y a las distintas violencias que permean los centros educativos, Oroño señaló algunos lineamientos específicos a seguir, entre ellos, revitalizar “las mesas de convivencia ciudadana”, lograr mayor presencia de “figuras adultas y con distintos perfiles en los liceos”, además de mejorar el sistema de porterías y descentralizar la atención territorial de la inspección.
Vinculado a esto, la directora de Derechos Humanos de la ANEP planteó como una de sus principales preocupaciones el camino de los y las adolescentes hacia los centros educativos. “El camino a la escuela siempre ha sido pensado por el sistema educativo, pero los contextos de violencia comunitaria, vicaria o cuestiones por inseguridad de transporte o mercado de drogas” serán aspectos a trabajar en profundidad durante el quinquenio, dijo.
En relación con las redes sociales y el uso de la tecnología como otros aspectos fundamentales en el desarrollo de la miniserie y que concuerdan con la realidad actual, Viscardi señaló que “la educación sobre los espacios digitales está planteada en el conjunto de acciones” que la ANEP desarrollará. Al respecto, aseguró que es necesario continuar “reflexionando junto con la comunidad educativa sobre relaciones entre desconexión, educación y uso de las diferentes redes, tanto las que tienen fines educativos como las que no”.
Aun así, enfatizó que “no se trata de prohibir, sino de llegar a un acuerdo y que se comprenda qué sentido tiene el uso de los dispositivos celulares y cómo hacer que las redes y dispositivos sean utilizados con fines educativos, de encuentro, de promoción de la convivencia, y no de acoso o circulación de información que culturalmente no hace al sentido de la educación”.