“Me gusta manejar con eficiencia una motosierra o un tractor, entender la vuelta de un hidráulico, entender más o menos cómo funciona la explosión de un motor. Me maravillan las turbinas, pero siento un fragor interior, un fuego interior cuando leo a Séneca o cuando leo cualquier monumento cultural de la historia de la humanidad. No se contrapone, por el contrario, es un goce de tipo superior”, dijo hace más de diez años José Mujica en una de sus populares audiciones radiales dedicada a hablar de educación.

En esa misma audición, en la que se congratulaba por haber inaugurado una nueva escuela técnica de UTU, también citó a Pedro Figari, en su momento firme defensor de que la educación tuviera un complemento entre lo manual y lo intelectual. Su defensa de la educación técnica y en particular de la UTU estaba fundamentada en la necesidad de una rápida inserción laboral de los jóvenes pertenecientes los sectores más populares de la sociedad, que cada vez más acceden a la educación media.

Varias veces, incluso cuando fue presidente de la República, Mujica respaldó esas afirmaciones a partir del sostenido aumento de la matrícula que la UTU ha registrado en los últimos 15 años. De hecho, durante su gestión como mandatario quiso dotar de una mayor autonomía a la institución y que esta se desarrollara sobre todo en el interior del país.

Después de su presidencia pasó a ser senador y en un llamado a sala a la entonces ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, hizo uso de la palabra en el medio de una discusión acerca de si la educación estaba o no en crisis. Pocas veces se escuchó un silencio tan sepulcral en una sesión parlamentaria. Mujica expuso una especie de balance de su gestión, a pocos meses de dejar el máximo cargo dentro del Poder Ejecutivo.

En esa instancia habló de la UTU y dijo no comprender cómo el sistema político no era capaz de ver las señales que mostraban las colas que año a año se generaban para la inscripción en escuelas técnicas. “¿Qué nos está diciendo el pueblo uruguayo? Que en esa masificación no le hemos dado a la enseñanza de las manos y de los oficios la importancia que tiene. Los muchachos pobres desertan porque tienen un sentido –por desgracia– de que lo que están aprendiendo en el liceo no les da para vivir en lo inmediato”, dijo Mujica en ese momento.

Si bien planteaba la importancia de la educación técnica y de oficios sin necesidad de que ello le restara relevancia a la educación de tipo intelectual, en varias ocasiones se metió en polémicas por hablar peyorativamente de disciplinas de las ciencias sociales y las humanidades. Mujica era consciente del fuerte peso que estas tienen en la educación uruguaya y, como en otros temas, no ocultaba sus simpatías y antipatías.

Siempre se sintió orgulloso de la creación de la Universidad Tecnológica (UTEC), para la que fueron necesarios acuerdos de distintos partidos políticos a nivel parlamentario. No obstante, la vivió como un “premio consuelo” luego de que “ni su propio partido” le llevara la idea de sacar la UTU de la órbita de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y, además, darle carácter universitario. Más allá de que su gobierno le dio un importante empuje presupuestal al desarrollo de la Universidad de la República (Udelar) en el interior, el exmandatario fundamentó la necesidad de que Uruguay cuente con más instituciones universitarias.

“Le pedí a este país que reformulara aquello que se arregló en los tiempos de [Jorge] Pacheco, de crear una cúspide de la enseñanza en la que hay que regirlo todo desde esa altura. Pedí que se le diera plena autonomía a [la] UTU para que desafiara y para que se pudiera desarrollar en cada uno de los centros con una visión distinta, apostando fundamentalmente al interior, porque este país se desarrolla solamente si se desarrolla el interior. Pedí también que en cada centro se tuviera la libertad de poder evolucionar y ser, eventualmente, una universidad tecnológica. Yo venía de Brasil, donde se habían fundado cerca de 40 universidades. ¿Por qué una universidad debe tener 150.000 estudiantes y no puede tener 15 o 20.000, como sucede en muchos lugares del mundo? Pero no tuve suerte”, dijo en la citada sesión del Senado.

La educación durante la presidencia de Mujica

Estudió en el IAVA, pero no terminó la educación formal. De todas formas, eso no impidió que muchas universidades de la región le otorgaran distintos reconocimientos, entre ellos varios doctorados honoris causa. De todo el mundo reconocieron su prédica por una sociedad más justa y, además, por acercar la política a la ciudadanía, que muchas veces se vio reflejada en su forma de vivir y de ser.

En su discurso de asunción del 1° de marzo de 2010 habló de la necesidad de mantener y fortalecer la “civilizada convivencia política” a la hora de lograr transformaciones, de forma de que puedan perdurar en el tiempo. Precisamente, hizo referencia a la importancia de generar políticas de Estado en “pocos” temas, pero “selectos”. Uno de ellos era la educación, palabra que nombró cuatro veces seguidas en su discurso inmortalizando esa expresión, que incluso han usado adversarios políticos para criticarlo.

En medio de denuncias de los sindicatos y de la oposición a la gestión de la educación en su gobierno, en 2010 y 2011 Mujica llamó a un acuerdo multipartidario en el área, que llegó a algunos puntos comunes entre los partidos políticos con representación parlamentaria. Entre estos estuvieron la creación de la UTEC y la del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. También el avance hacia una mayor autonomía de los centros educativos y que el presidente de la ANEP tenga doble voto en caso de empate en el Consejo Directivo Central (Codicen) del organismo.

Más allá de que distintos analistas han puesto en cuestión el impacto de dicho acuerdo en la calidad de los aprendizajes de los estudiantes, se trató de un hecho inédito que puso a la educación en el foco principal de la agenda. Principalmente a causa de problemas en la infraestructura de los centros educativos y la elección de horas docentes en Secundaria, el mandatario resolvió cesar a José Seoane como presidente del Codicen y a Juan Pedro Tinetto en Secundaria. En sus lugares entraron Wilson Netto y Celsa Puente, que luego permanecieron durante varios años en sus cargos.

Netto, quien hasta ese momento era director general de la UTU y despertaba confianza en Mujica, entre otros temas puso en la agenda del organismo la necesidad de que los docentes no sean meros ejecutores de las políticas educativas, sino que también participen en su diseño. Después de varias polémicas con los docentes durante su presidencia –por ejemplo, los acusó de trabajar sólo cuatro horas por día–, el propio Mujica llegó a decir que es necesario “convencer” a los profesionales de la educación de los cambios que se quiere implementar desde la política pública. Consultado en 2022 por Subrayado sobre la Transformación Educativa, el exmandatario aseguró que el anterior gobierno creía que los problemas en el sistema se arreglan “administrando” y por eso invirtieron poco tiempo en hablar previamente con los encargados de implementar cualquier cambio.