Eduardo Larbanois desparramaba punteos en su guitarra junto a, obviamente, Mario Carrero. La cancha del club Cordón se terminaba de colmar. Óscar Andrade, precandidato del Frente Amplio, cantaba entusiasmado, con brillo en los ojos, y sólo paraba al saludar a la gente que se le acercaba o le pedía una foto. Banderas de los sectores que lo apoyan, como la Lista 1001, el Partido por la Victoria del Pueblo (espacio 567) y la Lista 711, flameaban por todos lados. Ayer de noche era el cierre de campaña de Andrade antes de las elecciones internas del domingo.
“Cuando nos preguntemos de qué se trata hacer historia, vamos a encontrar jornadas como estas, de lucha, de rebeldía y de esperanza”, dijo Andrade al abrir su discurso. Agregó que el acto se hizo “poniendo el hombro”, y lo comparó con el “papelón” que “le hace mal a la política” por los “supuestos 50.000 dólares” que “fueron a la campaña” del precandidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou en la previa de las elecciones de 2014, “que no están registrados”. “Pero qué distintos que somos cuando organizamos las cosas así, desde abajo, desde el pie, con sacarifico”, dijo, y señaló que en el acto había “compañeros” vendiendo bonos para pagar el alquiler del club.
Subrayó que la izquierda, de cara a las elecciones, tiene “un desafío de una trascendencia enorme” en lo político, social, cultural e ideológico. “Quizá la más alta responsabilidad, la más profunda, la tengamos en que la mayoría de nuestro pueblo interprete el significado del proceso político de este año, porque pocas veces en la historia estuvo tan clara la confrontación en dos proyectos de país”, señaló. Subrayó que alcanza con ver “los pronunciamientos públicos” de la oposición, y que no se va a meter “con la cantidad de tambos que según [Jorge] Larrañaga cierran cada 40 minutos, porque es un manejo medio pobre de las estadísticas”, en referencia a los dichos del precandidato blanco en el debate con Carolina Cosse que transmitió el martes Canal 4. “Pero que un dirigente político presente como propuestas principales de su programa la crítica feroz a la lucha solidaria de los trabajadores y la militarización de la sociedad... Y esta era la parte menos de derecha del bloque opositor”, sostuvo.
Luego enumeró a los líderes de la oposición, subrayó que hay “un partido militar” como Cabildo Abierto, liderado por Guido Manini Ríos, y que en el Partido Colorado está Julio María Sanguinetti, lo que le resulta “increíble”. “Voy a tener la edad de Sanguinetti en 2060. Dios quiera que no esté haciendo campaña en ese año”, señaló. Alertó sobre “los sectores más conservadores”, que “han salido de las cuevas”, porque hace cinco o diez años “casi no había gente que se definiera de derecha en Uruguay”, salvo el ex diputado colorado Daniel García Pintos. “Nadie agarraba la bandera de la derecha, pero hoy sí, porque hubo un cambio de correlación de fuerzas en la región”, sostuvo, y ejemplificó con Jair Bolsonaro y Mauricio Macri, presidentes de Brasil y Argentina, respectivamente. Enfatizó que la realidad actual es “muy compleja” y que sectores económicos “muy poderosos” presionan “con mucho más intensidad” para reinstalar “un gobierno conservador”, por eso “no es casualidad lo de algunos movimientos ruralistas” o el retiro de la Federación Rural de los Consejos de Salarios.
Andrade subrayó que la izquierda no puede tener dificultades para levantar las banderas de la solidaridad con los trabajadores en lucha, “porque ser de izquierda es ponerse del lado de los sectores más vulnerados” y esa es “la batalla que tenemos que significar”. Según el precandidato, “las derechas se restauraron”, pero no porque los gobiernos de izquierda “hayan fracasado”, sino porque se demostró que “no alcanza con los cambios” desde el gobierno, ya que “la última batalla se da en el corazón y la conciencia de nuestro pueblo”. “Haber atendido a sectores vulnerados y excluidos no necesariamente construye conciencia solidaria. Incrementar la inversión social no se traduce mecánicamente en una sociedad más consciente en términos políticos”, enfatizó. Agregó que, al igual que en Brasil y Argentina, desde los ámbitos conservadores, en Uruguay se está instalando “el odio al pobre”.
Por último, Andrade dijo que la estrategia “neoliberal” siempre fue más que en el plano económico, ya que “no solamente nos explotaban los brazos y las piernas, sino que intentaban masticarnos la cabeza” con que “la felicidad eran el éxito, la competencia, la ostentación, el consumo, tener cosas y ser diferente del otro”. Sostuvo que Uruguay, gracias a la izquierda, “es mucho más democrático de lo que era”, ya que tenemos Consejos de Salarios, matrimonio igualitario e interrupción voluntaria del embarazo. “Sin embargo, no fuimos capaces de enfrentar con la fuerza suficiente la lógica neoliberal de pensar que el éxito es construcción individual, y hay personas que dicen que están mejor, pero gracias a ellas solas”, por eso “es muy difícil defender un proyecto político que está pensado desde la solidaridad”.