Los programas de los partidos políticos para el ámbito de la cultura difieren en enfoques y profundidad, pero también exhiben consensos. El más notorio de ellos es la necesidad de continuar descentralizando, aunque con divergencias en cuanto a la relación de las instituciones nacionales con los gobiernos departamentales, especialmente entre el Frente Amplio (FA) y el Partido Nacional (PN). Lo patrimonial recibe atención unánime, la reorganización y creación de archivos le sigue de cerca, y en casi todos los planes se habla de fomentar el “turismo cultural”. Pero, mientras que las propuestas del Frente Amplio (FA) y el Partido Independiente (PI) comparten la noción de cultura como un derecho ciudadano, en la del Partido Nacional prima una visión economicista.
Novedades en el Frente
Los apartados dedicados a la cultura ocupan seis de los 44 puntos en que el FA organizó sus Bases Programáticas y, por su extensión y nivel de detalle, el conjunto se destaca entre los planes de gobierno; grosso modo, el espacio brindado al área por las distintas colectividades guarda correspondencia con su caudal electoral, si se excluye al PI, que presentó un punteo abarcativo, y a Cabildo Abierto, que deja a la vista una escasez consonante con una concepción reduccionista de la cultura.
El FA impulsaría por lo menos cinco iniciativas novedosas.
» El cambio de denominación del Ministerio de Educación y Cultura, que pasará a llamarse Ministerio de las Culturas, las Artes, los Patrimonios y la Educación, implica, además de un obvio énfasis en lo artístico y lo patrimonial, una especial dedicación a la inclusión y a la contemplación de minorías, que atraviesa buena parte de las bases programáticas.
» Su plan menciona un incremento presupuestal “progresivo y sostenido” –es el único partido que lo hace explícitamente–, que recuerda lo que ocurrió en el área durante el período 2005-2010.
» A su vez, insinúa la creación de un proyecto integral. Lo hace al anunciar la preparación (en forma colectiva) de un Plan Estratégico y una Ley Nacional de Cultura y Derechos Culturales, así como al mencionar la creación de un Sistema Nacional de Culturas.
» Si lo anterior puede parecer más bien declarativo, al menos en cuanto a las telecomunicaciones, efectivamente se está pensando de manera más abarcadora que habitualmente: “Antel TV debe ser la plataforma de streaming nacional que nos permita a toda la sociedad y en todo el territorio, acceder a la cultura nacional y los canales de TV abierta -locales y nacionales- desde todos los dispositivos”, dice el programa, que vuelve sobre el rol de la empresa pública en el apartado dedicado a lo territorial.
» El retorno de los Centros MEC, que el gobierno actual cerró o transformó en Centros Culturales Nacionales, es señal de que se buscará revertir algunos cambios realizados en estos años. Pero, sobre todo, marca una gran divergencia con el PN, que buscó subordinar los centros a las intendencias departamentales, mientras que el FA subraya la necesidad de generar políticas nacionales. Para resolver la aparente contradicción entre esto y el impulso a la descentralización, el programa del FA propone un delicado equilibrio entre los lineamientos del Ejecutivo y el respeto a las autonomías locales, concebidas sobre todo a nivel de alcaldías.
Por otra parte, en una sección que le da un giro laboral al lema “la cultura da trabajo”, el FA presenta un ambicioso plan de expansión de los derechos de quienes se ocupan en artes y afines.
Continuidad con matices
La frase “Profundizar en lo hecho” condensa lo que propone el PN en el apartado de su programa “La cultura como elemento transformador”, que, previsiblemente, reitera lo ofrecido en los últimos años en documentos como las rendiciones de cuentas y similares. Lo “transformador”, en todo caso, apunta principalmente al desarrollo de las industrias creativas y al estímulo a emprendimientos particulares.
En ese marco, se pone especial atención a los mecanismos de inserción internacional de las producciones uruguayas. Para ello, se le da un papel relevante a la Fundación Uruguay Cultura, creada en febrero de este año, entre otras cosas, para habilitar la financiación privada de la participación en ferias y festivales en el extranjero, entre otras cosas, y a la también joven Agencia del Cine y el Audiovisual Uruguayo (ACAU), que ha facilitado las coproducciones con empresas de otros países. Extrañamente, aunque la ACAU tiene entre sus cometidos el impulso a la industria del videojuego, en algunos puntos del programa nacionalista se la menciona como si casi todo estuviera por hacer.
En todo caso, el PN apuesta a la continuidad de una gestión que se concentró en la “atracción de inversiones” y la redacción de su programa refleja la experiencia de estos años en el gobierno. El del Partido Colorado, en cambio, tiene un grado de generalidad que denota desconocimiento de la administración y ajenidad con la historia de la propia colectividad, que creó la enorme mayoría de la institucionalidad cultural. De su plan, podrían destacarse la preocupación por la formación de gestores y técnicos, aunque en muchos casos se proponen iniciativas que ya están en marcha, y el deseo de ampliar la oferta de emisiones culturales en los medios públicos.
Por el contrario, el plan del Partido Independiente resulta compacto y cuidado, tal vez porque es el único que tiene autores explícitos (el área de cultura se atribuye a Álvaro Ahunchain, actual coordinador del Instituto Nacional de Artes Escénicas, y constan aportes del historiador y docente José Rilla). Aunque sigue los lineamientos que se impusieron en el gobierno liderado por el PN, el PI menciona el “derecho al ocio”, habla de paridad y diversidad incluso en términos estéticos (e “ideológicos”) y sugiere “concretar el proyecto de una Ley de Fomento de la Cultura, que englobe a todas las actividades artísticas y no solo a la industria audiovisual, la música y el teatro”. Además, propone un “bono cultural” para la capacitación de jóvenes de entornos vulnerables.
Otras visiones
Cabildo Abierto apenas le dedica una docena de frases imperativas a los asuntos culturales. Son observables la preocupación por las fiestas tradicionales y las fechas patrias (“no trasladar feriados”), el tono represivo (“tomar acciones contra la vandalización de monumentos y edificios históricos”) y alcances muy específicos (“reestructurar las vacantes del Archivo General de la Nación”).
Identidad Soberana, el partido de Gustavo Salle, no tiene apartado alguno dedicado al tema y la solitaria mención a la “riqueza cultural y natural” aparece en el contexto del fomento al turismo.
Unidad Popular, en cambio, propone 14 puntos anclados en una percepción de la cultura como “creadora de conciencia” y con una marcada visión antiimperialista, que incluye el gravamen sobre producciones extranjeras. Llaman la atención las consignas “un niño, un libro” y “la música será considerada como la más importante herramienta de difusión masiva”.